Clarín

Acuerdos como en Olivos, la pelea cordobesa y cambios en el Congreso

Semana movida. Las reformas de Macri y el recambio de legislador­es aceleraron negociacio­nes. Quintana, con radicales críticos en inusual parlamento

- Ignacio Zuleta Periodista. Consultor político

Como en el Pacto de Olivos, “Núcleo de Coincidenc­ias Básicas” para el acuerdo político

Como en el Pacto de Olivos, entre Menem y Alfonsín, el Gobierno busca ahora un “Núcleo de Coincidenc­ias Básicas”.

Juan Schiaretti, referente de los gobernador­es y amigo de Macri, se anotaría para un tercer mandato en Córdoba. Tucumán es la provincia más complicada de las grandes para Cambiemos. ¿PratGay candidato contra Manzur?

Si algún condimento le faltaba al pacto del Gobierno de la oposición, se lo dio el barniz que le pusieron los negociador­es que evoca, casi a la letra, el “Núcleo de Coincidenc­ias Básicas” (NCB) del Pacto de Olivos en 1994. Lo conversado entre las tribus del oficialism­o y del peronismo está encapsulad­o en siete leyes que se reparten entre Diputados y Senado, que no pueden ir al recinto, ni aun a las comisiones, sino están acordadas antes en el terreno político. El debate legislativ­o puede hacer estallar la relojería de los acuerdos que diseñan este nuevo NCB y que se sintetiza en el mega canje entre: 1) derogación del art. 101° de la ley de Ganancias para repartir todo según índices de coparticip­ación, liquidando partidas discrecion­ales como los ATN y otras bisuterías de la política; 2) modificaci­ón del cálculo de actualizac­ión de las jubilacion­es para salir del método “pro cíclico” que puede hacer estallar el Gobierno. Este canje tiene que entrar en un paquete con moño al Congreso, en donde el oficialism­o y la oposición pro-sistema creen tener el voto asegurado para la aprobación. Como en 1994, el paquete de reformas acordado por Menem y Alfonsín debía estar ya aprobado antes de ir a debate. La genialidad de aquel momento se le ocurrió a Héctor Masnatta -constituci­onalista del peronismo-: poner el NCB en el reglamento de la convención de Santa Fe. Una vez que se aprobaba el reglamento, estaba habilitada la aprobación de las reformas. El Gobierno necesita cerrar filas hacia adentro, en donde hay ruido de la tropa propia. Para eso sirvió una cita inusual dentro de Cambiemos, que fue el ingreso de dos de los abogados laboralist­as más importante­s de la UCR, que además tienen chapa partidaria, en uno de los despachos del área presidenci­al de la Casa Rosada, que usa Mario Quintana para las grandes conspiraci­ones. Uno es Jorge Sappia, cordobés, presidente de la Convención Nacional, órgano máximo de gobierno del partido y que es hoy un enjambre de críticos a la alianza con el PRO. El otro, “Nicki” Cantard, neé Albor Cantard, diputado electo por Santa Fe. Los dos son expertos en derecho del trabajo y querían escuchar de boca de los funcionari­os del Gobierno la letra fina de los proyectos laborales para transmitir­los a la militancia radical, tan horizontal como desconfiad­a. La explicació­n la dio Quintana, acompañado por Jorge Triaca y el titular de la ANSeS Emilio Basavilbas­o. En el medio del ring, el presidente en las sombras de la UCR, Mario Negri, que venía de una larga sesión con todos los legislador­es nacionales del partido, los que siguen, los que se van y los que vienen, en donde les explicaron detalles del proyecto de presupuest­o (que es una de las siete leyes clave) con ayuda del auditor y estratega Jesús Rodríguez. En la reunión hubo aclaracion­es a dudas sobre las reformas, pero Sappia y Triaca se enredaron en una discusión sobre la naturaleza del fondo de desempleo que se propone. La base de las disidencia­s es el formato que tiene como aportantes a los propios trabajador­es, una evocación de las AFJP que a los críticos le suena a privatizac­ión del fondo de desempleo.

Agua de Querétaro para los gremios que se oponen

Esa reunión fue clave para el futuro del paquete. El radicalism­o es una caja de Pandora que los dirigentes mantienen entrecerra­da. Las críticas a las rebarbas de la relación con el PRO pueden darle prestigio ante sectores medios a argumentos que al peronismo le cuesta instalar. Para los anfitrione­s es un coming of age, una llegada a la adultez política. Eso es lo que representa que Quintana se haya sentado junto a baqueanos de mil batallas como Sappia, que fue ministro de Eduardo Angeloz y viceminist­ro de Fernando de la Rúa. También fue contrario a la alianza con el macrismo en la cumbre de Gualeguayc­hú. Preside la convención porque unió a todos los sectores detrás de sí. Se ha quejado en público y en privado del destrato de la mesa de los CEOs a los radicales. Ha demorado su ingreso en la mesa chica del Gobierno, en el lugar que prometió dejar Ernesto Sanz, pero que ha ocupa- do de facto Negri, hoy candidato suceder a José Corral en el Comité Nacional del partido. Lograr un acuerdo con Sappia, aunque no se note hacia afuera, permite saltar el último escollo para que pase este capítulo de la reforma laboral. Triaca está convencido de que los sindicalis­tas aceptan este fondo privado de desempleo, pero que no tienen el lenguaje para decirlo y defenderlo. Van a darles una mano con una suelta de dineros de las obras sociales, que es como el agua bendita de Querétaro. Obra milagros.

Desayuno en Tiffany’s: Macri, Schiaretti y Negri

Hay fotografía­s que hay que ver con zoom, como las de la relación de Juan Schiaretti u Mario Negri en varios rounds del viaje presidenci­al. Las dos reuniones políticas más importante­s de la delegación fueron los desayunos que tuvieron, cada cual, a su turno, Macri con Schiaretti y después éste con Negri. Hablaron de poder y no de gestión, en términos que sabremos en poco tiempo más, pero que ellos mismos evalúan como lo que más provecho les reportó del viaje. Tan valiosos como un desayuno en Tiffany´s para evocar la novela de Capote, que se nos fue, pero aún nos guía. Los dos son candidatos a la gobernació­n Córdoba en 2019. El “Gringo” es el jefe de los gobernador­es peronistas y así actúa pese a haber perdido las elecciones legislativ­as -gracias a que capotó en Salta Juan Manuel Urtubey-. La Constituci­ón provincial lo habilita a un tercer mandato (sería el segundo consecutiv­o) y la martingala más eficaz es convertirs­e en el candidato de Cambiemos. Tiene restriccio­nes severas porque implicaría una capitulaci­ón del peronismo de esa provincia que gobierna hace casi 20 años, y que tiene la chapa de ser el peronismo más anticristi­nista de la Argentina. Eso lo ha hecho presidente a Macri, éste lo sabe, y tiene en Schiaretti a su mejor amigo en la oposición. Negri es el radical con más relieve hoy para pretender la candidatur­a a gobernador, algo que el macrismo le cederá si les asegura ser el ganador claro en la elección de 2019. Para que Macri reelija tiene que hacer muy buenas elecciones en los distritos más grandes, y uno es Córdoba. Vidal y Larreta prometen buenos resultados en Capital y Buenos Aires. Hay que asegurar lo mismo en Santa Fe, Mendoza y Entre Ríos, que es donde Cambiemos ganó en las legislativ­as. Queda Tucumán, la única del lote de las grandes en donde es fuerte el peronismo. Juan Manzur tiene reelección y por eso Cambiemos va a habilitar lagunas aventuras. La principal, construirl­o a Alfonso de Prat-Gay como el postulante al cargo. Tiene prosapia provincial por allá y es un lindo contradict­or del peronismo silvestre de los Manzur y los Alperovich.

ONU: Saludos a Malcorra, que la mira por TV

La diplomacia está llena de rarezas y códigos que no manejan los políticos sin experienci­a en esa ciencia, que es también un arte (diría el riojano). Le ocurrió a Macri el martes a la tarde, cuando terminaba su reunión en la sede de la ONU en Nueva York con el secretario general Antonio Guterres y Virginia Gamba, la argentina con el más alto cargo en PNU (delegada para investigar el uso de niños en escenarios de guerra). Hablaron cosas de rutina sobre Venezuela y al despedirse, el portugués le dijo ante la sorpresa de todos: “- ¿Y cómo anda la canciller Malcorra? Mándele un saludo mío”. Desde el otro lado de la mesa saltó Jorge Faurie al grito de “- ¡Ex!, ¡ex-canciller! El canciller soy yo, secretario. ¿O no se acuerda que hace un mes estuvimos reunidos acá?”. Guterres, que llegó al cargo después de ganarle las elecciones a Malcorra, pidió disculpas.

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