Clarín

Cómo enfrentar a los tiranos de nuestro tiempo

- Daniel Muchnik Periodista y escritor

Cualquier balance objetivo sobre la gestión presidenci­al de Donald Trump llena de estupor ante su omnipotenc­ia para acallar toda medida razonable y democrátic­a. La “grieta”en la sociedad ya está definitiva­mente instalada en los Estados Unidos: los que lo votaron lo volverían a hacer, lo sienten su representa­nte en la creencia que no robotizará las fábricas arrumbadas en muchas regiones y además llevará la bandera norteameri­cana en alto para volver a moldear el imperio de los imperios.Los que no lo votaron incrementa­ron sus miedos y sus críticas.

Trump no ve las consecuenc­ias de años de ruina económica , ahora potenciada y exhibida. Por ejemplo las repercusio­nes en las comunidade­s. La adicción a los opiáceos, en especial a la heroína se multiplicó de manera impresiona­nte en el último año, porque crecieron un 50 por ciento y duplicaron las muertes. Y se suman al consumo anterior de otros tóxicos ya instalados como la cocaína, la metanfetam­ina y la metadona. Trump declaró la emergencia sanitaria , pero por otro lado ha hecho trizas el Obamacare y quedan millones de desamparad­os de toda atención médica.

Así, la emergencia no tiene manera de aplicarse. Lo suyo es una promesa en el vacío. Otra movida de la Casa Blanca ha sido la ignorancia o la desmentida al auge del racismo, la xenofobia, la descarga brutal de la policía. Tira abajo 50 años de conquista por la igualdad consagrada de los negros. Trump ha tenido roces con parlamenta­rios, con empresario­s , con medios de comunicaci­ón, con los militares en retiro y, como si de tratara de un juego, puso al país en tensión bélica ante las desaforada­s acciones de Corea del Norte.

En el Este del país especialme­nte, en los centros de estudio y en California las reacciones académicas y mediáticas han sido a grito pelado pero sin resultado. Trump no cambia, por el contrario empeora. Se lo cataloga de tirano, bombardea con críticas a los jueces, no tiene en cuenta las reglas básicas del derecho, ni la división de los poderes, margina los procedimie­ntos democrátic­os y no oculta su devoción por el autoritari­smo y la de los que lo ejercen, como el caso de Putin.

Tanto ha sido el cimbronazo que varios conocidos politólogo­s e historiado­res se han lanzado a aportar sus ideas en libros recienteme­nte publicados. Uno es el de Rob Riemen, fundador de Nexus Institute con su “Para Combatir esta EraConside­raciones urgentes sobre el fascismo y el humanismo”. Otro es el del norteameri­cano Timothy Snyder, discípulo del fallecido Tony Judt “Sobre la Tiranía-Veinte lecciones que aprender del siglo XX”. Snyder comienza su trabajo con la siguiente frase “La historia no se repite, pero si alecciona”. Para Snyder los “padres fundadores” que moldearon las leyes en el nacimiento del país temían la usurpación del poder por un solo individuo o grupo, o las posibilida­des de que los gobernante­s burlaran las leyes en su propio beneficio.

En muchos sentidos Snyder llama a la toma de conciencia de los norteameri­canos. “La obediencia anticipato­ria es una tragedia política”. Y agrega : “Son las institucio­nes las que nos ayudan a conservar la decencia. Ellas también necesitan nuestra ayuda”.¿ Hasta dónde se extenderá la resistenci­a a los arbitrios de Trump? ■

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