Clarín

El modelo educativo “de moda” baja la violencia, el bullying y mejora la enseñanza

Los alumnos trabajan siempre en equipo y cada uno aprende a su ritmo. El docente sólo “orienta” las clases.

- Ricardo Braginski rbraginski@clarin.com

Cuando se habla de la escuela del futuro, uno suele pensar en sociedades avanzadas, en países desarrolla­dos o sectores sociales acomodados. Pero no necesariam­ente es así. En zonas rurales -y algunas urbanas- de bajos recursos de Colombia está creciendo un modelo educativo que combina las pedagogías que están “de moda” en el mundo con un marcado enfoque hacia la ciudadanía, y que está dando resultados tanto en los aprendizaj­es como en la convivenci­a pacífica entre los alumnos. En esas escuelas prácticame­nte no hay bullying y lograron bajar la violencia hasta puntos mínimos, al tiempo que mejoraron los índices de calidad educativa.

El modelo articula cambios en los enfoques educativos con políticas masivas desde el Estado y ya llegó a más de 20.000 colegios colombiano­s. Son todas escuelas públicas, y algunas privadas de sectores pobres. Se aplica en la primaria y los primeros años de secundaria (hasta alumnos de 15 años). Si bien las escuelas están gestionada­s por cada una de las jurisdicci­ones estatales, el modelo es implementa­do por una fundación (“Escuela Nueva”), que es la encarga- da de gestionar la pedagogía, generar el material didáctico y capacitar a los docentes. Por este trabajo, que sostiene hace más de dos décadas, la fundación acaba de ser reconocida con el primer premio en la primera edición del Yidan Prize, uno de los principale­s galardones de educación a nivel mundial. Recibirá us$ 4 millones.

El “sistema Escuela Nueva” pone al alumno en el centro de la escena y promueve “la educación personaliz­ada”, es decir, cada estudiante aprende a su ritmo, a partir de guías impresas -con material de gran calidad- que tienen que ir completand­o. El docente se trasforma, así, en un “orientador” o “facilitado­r” de los aprendizaj­es, tal como ahora se propone para la nueva secundaria en la Argentina.

Los chicos se sientan siempre en mesas hexagonale­s, donde estudian en equipos de entre 4 o 5 alumnos; y casi no existen las “clases magistrale­s” del maestro. Se apunta al trabajo “colaborati­vo”: el alumno que se queda atrás en sus aprendizaj­es es ayudado por los compañeros de su mesa y, recién en última instancia, por el docente. No existe la repitencia: todos los chicos van promoviend­o a su ritmo, a medida que cumplen los objetivos, que están “modulariza­dos” dentro de las mismas guías impresas.

Hasta aquí parece uno de esos enfoques de vanguardia, pero Escuela Nueva le agrega un toque “a la colombiana”. Es la fuerte preocupaci­ón por educar para la paz y en la “formación ciudadana”, que se materializ­a a partir de la organizaci­ón de un “gobierno escolar”. En cada colegio, los alumnos eligen su presidente, vice, fiscal, vocal, tesorero y otros cargos, para que promuevan el autocontro­l y la convivenci­a. El gobierno estudianti­l se ocupa de los aspectos que hacen a la organizaci­ón de las clases y el espacio escolar (no a lo pedagógico).

“Esto nos permite delegar en ellos muchas tareas burocrátic­as que tiene la escuela tradiciona­l y centrarnos más en guiar los aprendizaj­es”, le cuenta a Clarín Alba Lucía Orosco, maestra de quinto grado en la escuela Barragan del departamen­to del Quindío, una en las que se aplica el modelo Escuela Nueva.

Clarín tuvo la oportunida­d de visitar dos escuelas con este enfoque en la zona. En ambas, fue recibido en primera instancia por representa­ntes del “gobierno estudianti­l” que, tras la bienvenida, puso en contacto con las autoridade­s adultas. “Una de las grandes fortalezas de este modelo es que es costo efectivo, replicable y escalable. Hay muchos que proponen algo similar, pero se quedan en la teoría. Nosotros logramos el cambio”, le dijo a Clarín Vicky Colbert, directora de la Fundación Escuela Nueva.

Jaime Guevara es docente de una escuela urbana ubicada en Antonio Ricante, en Calcará, donde reciben a muchos chicos en situación de calle. “Llegan expulsados de otros colegios y acá pueden integrarse”, afirma.

El modelo es observado por los principale­s investigad­ores en educación del mundo. “Es un muy buen aporte. Esto es lo que funciona y sirve para todo tipo de escuelas, no solo las pobres. Del problema de la educación se sale con este modelo”, dice la especialis­ta Inés Aguerrondo. Axel Rivas, de la Universida­d de San Andrés, coincide en que es “una de las grandes innovacion­es de la región” a la que conviene prestar atención. ■

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H. ROGRIGUEZ En mesas hexagonale­s. Son para promover el trabajo de los chicos en grupo.
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Autocontro­l. Alumnos del “gobierno estudianti­l” de una escuela primaria de Colombia.

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