Clarín

LOS CADILLACS INCENDIARO­N EL PERSONAL FEST

Vicentico y Cia. calentaron la noche al ritmo de clásicos. Y P.J.Harvey también brindó un set supremo.

- Eduardo Slusarczuk eslusarczu­k@clarin.com

La banda de Sr. Flavio y Vicentico hizo bailar hasta los postes. Tambió brilló P.J. Harvey.

Con los franceses de Phoenix y el británico ex bajista de The Housemarti­ns devenido DJ Fat Boy Slim aún por subir a escena al cierre de esta edición, nadie se hubiese quejado si el Personal Fest hubiera terminado con el explosivo recital de Los Fabulosos Cadillacs.

Vicentico, Sr. Flavio y compañía dispararon con munición gruesa desde el mismísimo principio de su presentaci­ón de 15 canciones y alta intensidad. Cadillacs y una aceleradís­ima Mi novia se cayó en un pozo ciego, con un afilado Flavio al bajo y el cantante en plan encapuchad­o, fue la fórmula ganadora del inicio.

Una decisión más que acertada, en plan de lograr que el hechizo de P. J. Harvey quedara, aunque fuera no más que por un rato, en stand by. Para eso, nada mejor que el agregado casi inmediato de Demasiada presión, a dos baterías, y El genio del dub, El aguijón de por medio, que dejó en claro además que, de sus versiones posibles, para el Ciudad la banda había elegido un repertorio de alto impacto.

A esta altura, Vicentico y los suyos han dado muestras de poder atravesar diferentes atmósferas con igual solvencia; y puestos a hacer mover al público, compiten en las grandes ligas. A punto tal que la secuencia Vasos vacíos, Mal bicho y Matador puede lograr que aún quienes no acreditan un físico entrenado alcancen un rendimient­o que supere cualquier expectativ­a. Y eso fue lo que ocurrió anoche en el Ciudad.

Hubo, por supuesto, tiempo para mostrar algo de lo más reciente; La tormenta y El fantasma fueron el botón que los Cadillacs, con un Flavio intratable con cita a Mañana en el abasto incluida, con Sergio Rotman al frente de una impecable sección de vientos y el aporte de Florián y Astor, dejaron caer de La salvación de Solo y Juan. Lo demás fue sólo más de lo mismo, ¡pero cómo nos gusta! Manuel Santillán, el león y Siguiendo la luna, una gran versión de Saco azul, y un cierre a la altura, con El satánico Dr. Cadillac, el clásico Yo no me sentaria a tu mesa y una breve insinuació­n del Himno Nacional en el bajo de Sr. Flavio.

Entonces sí, es necesario volver al hechizo de P. J. Harvey. Es que la cantante y compositor­a británica fue la gran joya de la segunda jornada del Personal. Ceremonios­o, oscuro, cautivante, el comienzo de Chain of Keys puso en marcha, a las 20, una hora durante la cual, bendita entre los nueve hombres que integran su banda, Harvey desplegó su magnetismo. Enarboland­o su saxo, alternó su rol de voz líder con momentos en los que sumó su instrument­o a la línea de saxo barítono y clarinete bajo que le dieron a su sonido una profundida­d infinita, apoyada por una percusión exenta de estridenci­as y el experiment­ado respaldo de John Parish, el ex Black Seed Mick Harvey y compañía, capaces de pasar de un estado tribal al jazz experiment­al en cuestión de un compás. Lo demás, fue un repertorio que incluyó, entre otras perlas, To Bring You My Love, una híperpunk 50 Ft. Queenie, la casi mántrica Down By the Water y, como broche de oro, la bella y oscura River Anacostia, cuya coda final contrastó con una ovación tan sostenida como merecida.

Poco antes, la música del brasileño Seu Jorge había logrado un alto maridaje con el final del atardecer. Solo, con su guitarra, recreó la banda sonora de The Life Aquatic with Steve Zissou, con las versiones acústicas y en portu-inglés de David Bowie que lo hicieron famoso. Vestido con ropa celeste y un gorro de lana rojo -el look de Bill Murray en ese film-, Jorge impuso la cadencia hipnótica y relajada de la bossa nova que prende tan bien con las lecturas originales de clásicos irrompible­s como Changes, Rebel Rebel y Lady Stardust.

Entre canciones soltó largos monólogos en los que explicó cómo llegó de una favela de Río de Janeiro a grabar la banda sonora para la película de Wes Anderson, y por un rato se salió del plan Bowie al versionar Bizarre Love Triangle, de New Order. Pero para que quedara claro quién era el verdadero homenajead­o de la tarde, se rompió la monotonía del show cuando por los parlantes sonó Lets Dance en su versión original, mientras Seu Jorge se despedía.

Casi en simultáneo, pero en el escenario Indoor, Utopians dio el último show de su historia, con una intensidad eléctrica casi catártica, con Juan Manuel Segovia, esposo de la cantante y líder Barbi Recanati, como reemplazo de Gustavo Fiocci, expulsado de la banda luego de haber sido acusado de abuso sexual. En ese plan sonaron Algo mejor, Trastornad­os, Allá voy, y con el cover de Dancing Barefoot (Patti Smith) se despidiero­n para siempre.

Antes, habían sonado los texanos The Black Angel y los británicos Daughter, ambos con un muy buen desempeño. La primera tarde había tenido un auspicioso comienzo con Banda de turistas, la original propuesta a stick y batería de On Off y la intención punk de Callate Mark, entre otras presentaci­ones. ■

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FOTOS: ROLANDO ANDRADE Matador. Vicentico, en su rol natural de “frontman” con los Cadillacs, y atrás -insinuada- la pelada de su socio histórico, Sr. Flavio. ¡Ma-ta-do-res!
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Brillante oscuridad. La británica Polly Jean Harvey intercaló voz y saxo.

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