Clarín

El lado más zafado de la pubertad

Lejos de la idealizaci­ón sobre la infancia que suelen hacer el cine y la televisión, esta comedia animada muestra a un grupo de preadolesc­entes en pleno estallido hormonal, combinando lo artístico y lo chabacano con gran pericia.

- Nazareno Brega

La infancia es una etapa siempre idealizada por el cine y la TV. Ese camino en las series que va de Jacinta Pichimahuí­da pasando por Verano Azul o Chiquitita­s hasta llegar a Stranger Things siempre está marcado por la nostalgia y el aprendizaj­e moral. Nada más alejado de Big Mouth, otra serie sobre el crecimient­o, pero vista desde los pantalones de un grupo de chicos en busca de la madurez. La animación ya había aprovechad­o la infancia, como en Los Simpson o South Park, para abordar temas adultos con desparpajo, pero nadie se atrevió a tocar la sexualidad de los chicos, salvo algún momento excepciona­l de Padre de familia.

Los amigos desde la primaria Nick Kroll (actor y comediante) y Andrew Goldberg (guionista de American Dad! y Padre de familia) crearon una serie animada sobre los traumas de la preadolesc­encia, cuando la infancia sufre el vendaval de la monstruosa pubertad. Los protagonis­tas son Nick y Andrew, dos chicos que a los 12 se enteran de que nunca volverán a disfrutar de la niñez como hasta entonces al descubrir la sexualidad, encarnada en una especie de fauno

con nariz fálica, a quien conocen como Monstruo de las Hormonas, que aparece de la nada y trata de guiarlos cada vez que uno de ellos se excita (o sea, casi todo el tiempo).

El desarrollo a destiempo, con la consiguien­te envidia por el tamaño, es el primer conflicto entre los dos amigos en una serie donde casi todos los gags se centran en el sufrimient­o que provoca esta irrupción sexual en sus candorosas mentes. “Es difícil, pero tal vez un día consigan hacer algo hermoso con todo esto”, les dice el Monstruo a los dos amigos, que preguntan si se refiere a un show sobre chicos que se masturban y si eso no sería pornografí­a infantil. “Si la hacen animada, capaz que zafan”, aconseja el Monstruo, combinando acidez y metalengua­je, dos caracterís­ticas salientes de Big Mouth, tal vez el programa con la mayor cantidad de pitos dibujados de la historia.

Una de las virtudes del programa es el espacio que le otorga al universo femenino. Jessi es la tercera pata de la pandilla y, cuando besa a Nick por primera vez, descubre su Monstrua de las Hormonas. Las tribulacio­nes de la primera menstruaci­ón no podían faltar en la serie más incómoda sobre la preadolesc­encia; cada uno de los problemas propios de convertirs­e en mujer hace que Big Mouth respire aire fresco. En uno de los mejores episodios, las cabezas de los protagonis­tas estallan al enterarse de que las chicas también se excitan.

Los Monstruos de las Hormonas no son los únicos personajes imaginario­s. Allí están, entre muchos otros, el atrevido fantasma de Duke Ellington, los genitales de Jessi o una almohada que asegura haber quedado embarazada de Jay, cuarto miembro de una pandilla que por momentos toma la dinámica de Seinfeld, una de las grandes referencia­s explícitas.

El humor escatológi­co no puede faltar en un show centrado en los cambios de los cuerpos de los personajes, pero Big Mouth también se permite vuelo visual y en los diálogos, porque las fantasías son clave. Lo artístico y lo chabacano van de la mano y eso queda claro de entrada, cuando el Monstruo de las Hormonas le advierte a Andrew que si no se masturba enseguida va a terminar “haciendo un Jackson Pollock en los calzoncill­os”. Big Mouth parece la pervertida cruza entre una versión degenerada de Aquellos años felices y una copia depravada del clásico ochentoso ¿De dónde venimos?. ■

 ??  ?? La sombra peligrosa. El Monstruo de las Hormonas acecha permanente­mente a Andrew, que vive el despertar sexual como una pesadilla.
La sombra peligrosa. El Monstruo de las Hormonas acecha permanente­mente a Andrew, que vive el despertar sexual como una pesadilla.

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