Clarín

Por las fiestas de egresados, las discos abren todos los días

Hay 153 boliches habilitado­s. El gran problema son las previas.

- Nahuel Gallotta

Empiezan en septiembre y terminan en diciembre. Se hacen de domingos a jueves, y gratis. Hay 153 discotecas habilitada­s para organizarl­as. Muchos adolescent­es llegan a entrar a dos o tres en la misma noche. Ésta, además de ser la época del último cuatrimest­re, donde se define si se aprueba o si hay que rendir materias en diciembre o marzo, es la de las fiestas de egresados. También, que es “la temporada” en la que algunos chicos van a clases sin dormir.

La fiesta de egresados es, casi, como el viaje a Bariloche: los alumnos la esperan desde los primeros meses de la secundaria. Para la gran mayoría es el debut en la noche porteña: la primera vez que pueden ingresar a bailar de noche. Ya en segundo o tercer año comienzan a ir a las que organizan los chicos de quinto. Y a fines de cuarto se juntan para definir en qué lugar la celebrarán. Muchos, a principios del último año de clases, hacen rifas y eventos para recaudar para la fiesta. Otros directamen­te negocian para que el costo lo asuman las empresas que organizan los viajes de egresados. Los valores varían. Hay de $ 60.000, pero también puede llegar a valer hasta $ 120.000.

Pero la noche puede implicar riesgos, problemáti­cas. Tanto para mayores como para menores. Los padres de los egresados lo saben, por eso muchos llaman a la ONG Familias por la vida y consultan por las clausuras y multas que tuvo la discoteca elegida. También lo hacen los padres de los chicos de tercero o cuarto, que concurrirá­n a la fiesta como invitados.

Son las dos de la mañana de un miércoles en la zona de discotecas de Costanera y tres cursos de distintos colegios esperan para ingresar a la fiesta. Se unieron para alquilar el lo- cal. En total son 88 egresados; algunos están disfrazado­s. Lo hacen mientras bailan en el playón de estacionam­iento, al compás de un grupo de percusión que contrataro­n.

“El problema está en la previa”, explica Alejandro, el encargado de seguridad. Es que en este tipo de fiestas está prohibida la venta de alcohol. Pero nadie puede controlar qué hacen los chicos afuera. “En las reuniones les preguntamo­s a los padres si sus hijos contrataro­n un “trencito” y les sugerimos que algunos viajen con ellos. Me ha pasado de escuchar a pibes decir, al día siguiente, ‘me perdí la fiesta…’. Es que no se acuerdan de nada, de lo detonados que llegan”.

Es que adentro, todo parece controlado: la ley dice que al menos cinco padres (en una de las fiestas que presenció Clarín hubo hasta 12) deben estar presentes; que firman y se hacen responsabl­es de posibles problemas durante el horario de la fiesta.

Además, el personal de seguridad cuenta con los números de teléfono de los padres, para llamarlos en caso de que sus hijos estén alcoholiza­dos al intentar entrar. El sector de Fiscalizac­ión y Control de la Agencia Gubernamen­tal de la Ciudad, ya analiza hacer reuniones con los padres para pedirles que regulen las previas. Según pudo saber Clarín, las opciones son la puerta de la escuela, alguna plaza o una casa. También hay cursos que alquilan un salón. Lo concreto es que, en el lugar que sea, beben el alcohol que compran por la tarde, o contratan a un barman que llega con una barra de tragos. Por estas razones las peleas o descompens­aciones suelen ocurrir en la primera etapa de la fiesta. Con el correr de las horas vuelven a su estado normal.

Desde la AGC y la ONG Familias por la vida le aseguraron a Clarín que cada tanto reciben denuncias por venta de alcohol en fiestas de egresados. Aunque son la minoría. En estas fiestas también está prohibida la venta de tickets. Cuando un curso elige la discoteca en la que hará la fiesta, cada alumno recibe una cantidad de entradas y las distribuye a su antojo. Se las puede regalar a sus amigos de actividade­s deportivas, o a los del barrio, a los de la infancia. La AGC ha detectado duplicacio­nes de esas entradas, pero así y todo rara vez hubo exceso de capacidad.

El panorama parece controlado, pero en la Ciudad. Muchos alumnos porteños eligen realizar su fiesta en discotecas del Conurbano, donde no habría tantos controles en la venta de alcohol. La preferida es una de San Martín. En la web pueden leerse noticias sobre clausuras en fiestas de egresados. En Bariloche el panorama es similar: es mucho más fácil poder consumir alcohol. La fiesta de egresados suele ser a la vuelta del viaje.

Alejandro, el encargado de seguridad, varias veces notó cómo los chicos intentan ingresar con petacas escondidas. “Con dos vasos de cerveza se emborracha­n”, dice, y recuerda las veces que discutió con padres de chicos a los que les negó la entrada por estado de ebriedad. “¡Pero le estás arruinado la fiesta!”, es la respuesta y reclamo típico. Es que a veces, los chicos no son los únicos chicos de la noche, en las fiestas de egresados. ■

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A bailar. Para muchos chicos, las fiestas de egresados significan su debut en los boliches después de las 12 de la noche, ya que los fines de semana no se permiten menores de edad.

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