Clarín

Cuando a Perón “le dio el cuero” para volver

- Osvaldo Pepe opepe@clarin.com

“Si Perón necesita fondos para financiar su vuelta, el presidente de la República se los va a dar. Pero aquí no me corran más a mí, ni voy a admitir que corran más a ningún argentino, diciendo que Perón no viene porque no puede; permitiré que digan porque no quiere, pero en mi fuero íntimo diré porque no le da el cuero para venir”. (Fragmento clave del discurso el presidente Alejandro Agustín Lanusse, el 27 de julio de 1972, en el Colegio Militar de la Nación)

Hoy se cumplen 45 años desde que un DC-8 de Alitalia tocaba pista en Ezeiza. A bordo traía una comitiva de 154 personalid­ades de todos los ámbitos que acompañaba­n a Juan Domingo Perón. Eran las 11.20 de aquel día y el fundador del justiciali­smo concretaba su regreso a la Argentina luego de 17 años de exilio y proscripci­ones políticas. En la pista, bajo una fuerte lluvia, José Ignacio Rucci, jefe de la CGT, agitaba un paraguas que protegía al viejo líder del chubasco y transforma­ría esa foto en uno de los emblemas más significat­ivos de la política argentina del siglo XX. Aquel primer regreso fue un duelo al sol de dos “machos alfa” enfrentado­s por la conducción del país y la jefatura de las Fuerzas Armadas, que por aquellos años eran la misma cosa.

El regreso aceleró el colosal combate estratégic­o entre ellos. Lanusse, último presidente de la dictadura de la Revolución Argentina, y Perón, paridos ambos en la dura disciplina castrense. Uno, bendecido por el calor popular y otro, escaso de esos dones democrátic­os pero con la suficiente astucia como para haber advertido que, sin su enconado enemigo dentro del tablero político, como ocurría desde 1955, el país no tendría salida.

Desde casi dos años antes de ese noviembre de 1972, negociaban en secreto las condicione­s del regreso. Lanusse le envió a Puerta de Hierro, la mítica residencia del exilio madrileño de Perón, al coronel Francisco Cornicelli. Perón le arruinó la fiesta ante los periodista­s: con voz ronca, sonrisa socarrona y guiños picarescos contó que “acá vino a verme en nom- bre del gobierno un tal vermicelli -falseó el apellido con malicia- … ¿saben qué ricos que son los vermicelli? Yo me los como al tuco...”

En confianza, Lanusse quiso apurar a Perón con aquella bravata de “no le da el cuero”, acompañada de una cláusula restrictiv­a para la elección del 11 de marzo de 1973, según la cual los candidatos a presidente tenían que estar residiendo en el país antes del 25 de agosto de 1972. Perón volvió cuando quiso, se fue, regresó en un día de trágicos enfrentami­ento entre sus propios partidario­s. Murió luego de haber ganado una elección con el 62% de los votos. Ganó la pulseada por la historia. Aquel día de hace 45 años miles y miles de militantes desafiaron el cerco lanussista para llegar a Ezeiza. Perón estuvo retenido más de 12 horas y el régimen cedió por temor a una pueblada: medio país había celebrado su destitució­n en 1955, casi todo el país vivaba su regreso. En homenaje a aquella jornada, el peronismo celebra hoy el Día de la Militancia, cuando a Perón “le dio el cuero”.

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