Clarín

Recuerdos del hombre al que papá quería tanto

- Claudia Rucci Diputada nacional (Frente Renovador)

Hay recuerdos que nos marcan a fuego. A veces asociados a fechas, como en el caso del 17 de noviem

bre de 1972. Yo era muy niña: tenía solo 8 años. Aunque la verdadera dimensión de lo que pasó la comprendí con los años, lo que ví y sentí esos días me acompañó para siempre. En aquel entonces, en casa estábamos revolucion­ados porque volvía a la Argentina el hombre que papá quería tanto. La razón por la que viajaba tan lejos. El que nos conmociona­ba cuando sonaba el teléfono y se oía su voz. Volvía el nombre que más sonaba en boca de papá y sus amigos. Volvía Perón.

Mamá, alejada del análisis de los hechos, estaba convencida de que iríamos a esa bienvenida tan anhelada. Sin embargo, papá desató el conflicto familiar: “De ninguna manera, los chicos no van, se puede poner muy pesado”. Sobrevino el llanto y la discusión matrimonia­l. Mamá sentenció: “Ojalá te llueva”. La profecía se cumplió, llovió y una imagen de papá se transformó en un símbolo eterno: fue quien protegió a Perón con su paraguas, aunque el agua lo empapara.

Papá compensó el enojo familiar poco después: nos llevó a Gaspar Campos, la residencia en la que vivía Perón. Allí, junto a mi hermano, jugamos con los perritos del general, mientras ellos conversaba­n sobre “cosas importante­s”. En ese mismo lugar, hacía unos días, Perón se había estrechado en un abrazo con Ricardo Balbín, quién para llegar había tenido que saltar una tapia, ya que la casa estaba rodeada de militantes.

Después de tantos años, todo se ve distinto. Perón volvía para lo inexorable, el regreso del peronismo al gobierno, pero había cambiado: volvía fundido en un abrazo con su viejo adversario y convocando a la unidad de los argentinos. Volvía para recuperar la democracia, la república.

En los gestos de Perón, como el abrazo con Balbín, estaba todo. No volvía para llegar al gobierno, volvía para construir un país mejor e integrado. Ese peronismo tenía ideas y propuestas. Perón sabía “para qué” volvía y la mejor prueba fue el proyecto que expuso en su discurso de apertura de las legislativ­as de 1974.

Creo que de ahí en más el peronismo no volvió a debatir con seriedad qué Argentina quiere. Mas bien apeló, como dice Julio Bárbaro, al “recuerdo que da votos” para llegar al gobierno y después ver qué hacer. Todos conocemos las experienci­as fallidas que sufrimos en nombre del peronismo. Este tiempo exige que los peronistas refundemos el movimiento que fundó Perón.

No hablo de una renovación de las formas de cara a 2019, sino de redefinir para qué quiere ser gobierno el peronismo. Repensar el modelo productivo, la relación con el mundo, las institucio­nes, la distribuci­ón de la riqueza. Hay que repensar todo, y hacerlo tomando distancia de los modelos económicos de “felicidad pasajera”, que empobrecie­ron y saquearon al país y a los argentinos.

Pasaron 45 años de aquel retorno y este tiempo es otro. Reclama cambiar para evoluciona­r y dejar atrás un modo de hacer política que se alejó de la gente y sus necesidade­s. Para volver, esta vez es el peronismo quien debe saltar la tapia para abrazarse con el verdadero Perón y en ese reencuentr­o gestar un proyecto para la Argentina que le haga honor a sus ideales, a sus sueños, a su historia. ■

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