Clarín

“Con los mellis estamos conmovidos por esta larga batalla ganada”

La Justicia autorizó que sus hijos lleven también el apellido de Silvia, su pareja que murió en 2012.

- Mauro Aguilar rosario@clarin.com

Los ojos de María hablan. Con pasión, con dolor, con amor. A veces, también, con lágrimas. Son intensos, como su historia. Docente, madre de mellizos, María acaba de ganar una batalla larga, pesada. En un fallo inédito en el país, un tribunal de Familia de Rosario reconoció el derecho de filiación post mortem a los hijos de una pareja homoparent­al. Magalí y Daniel podrán llevar ahora el apellido de sus dos mamás, de María y de Silvia (fallecida en 2012). Fue un proceso que demandó cinco años. La filiación se autorizó porque los jueces aceptaron como válido el deseo de procrear de la pareja de mujeres.

“Estamos conmovidos los tres. Son muchos años de lucha. Se hizo justicia y es el final de una historia feliz. Es lo que yo quería y la voluntad de Silvia: este reconocimi­ento, que tengan también el apellido de ella”, cuenta María mientras exhibe con orgullo las fotos de los chicos, de 14 años, en su celular. Dice que tienen rasgos de Silvia. “La nena es la cara de Silvi”, asegura sonriente.

La historia de María y Silvia es la misma que la de tantas personas. Se conocieron en un boliche, en 1991. “Flasheamos, como dicen los chicos”, se ríe María al recordar el inicio de todo. No se separaron más. Después de diez años de disfrutar de la pareja pensaron que había llegado el momento de completar la familia. Se sintieron “osadas” para la época. Pensaron y descartaro­n una adopción. “Hasta a parejas ‘normales’ les cuesta. Imaginate a nosotras dos”, rememora.

Decidieron apostar por la inseminaci­ón con un donante anónimo. María quedó embarazada y en diciembre de 2002 llegaron “los mellis”. Ella tenía la certeza de que serían dos: “Intuición de madre”. Los anotaron con el apellido de María y como hijos de madre soltera. Las leyes no permitían pensar en un matrimonio entre personas del mismo sexo. Mucho menos en que los chicos llevaran el apellido de ambas.

En 2012 los avances en la legislació­n habilitaba­n a concretar la filiación de los chicos tal como lo pretendían ellas. Cuando estaban reuniendo el material para encarar ese trámite, Sil- via falleció. María inició entonces la batalla legal para que los chicos pudieran llevar también el apellido de su pareja. Tenía que demostrar que había sido parte del proceso de gestación, que era la otra mamá de esa familia que formaron desde 2002 los cuatro.

“En principio parecía algo muy raro para la época. Tenía fotos, videos, el testimonio de los médicos, de las maestras. Pruebas contundent­es para dar la pelea. Así empezó la lucha. Dura, con piedritas en el camino que fuimos sorteando. La idea era esta: el reconocimi­ento de la identidad de ellos, que era la voluntad de Silvia y mía”, cuenta María. En la mesa de un bar la acompaña una lágrima en jarrita. Ella necesita que se sepa lo que vivió y que eso ayude a otros.

“Inicio esta demanda de filiación post mortem y demoramos cinco años. No había antecedent­e. Es nuevo en Argentina y no sé en el mundo. Nunca me frenó que no haya antece- dentes. Te juro que nunca. Estaba muy convencida de que era mi historia. No concebía que me dijeran que no. Gracias a Dios encontré jueces que creen en una familia diferente y en los derechos de los chicos y de los progenitor­es. Es un cambio, un nuevo paradigma”, se entusiasma mientras afuera una tormenta de viento y polvo envuelve Rosario.

La abogada Valeria Rosso Ponce explica que buscó demostrar que en Silvia “existió la voluntad procreacio­nal”. Magalí y Daniel, que cursan el segundo año del secundario, debieron participar de las audiencias en el juzgado. Querían escucharlo­s, ver qué pensaban. Ellos no necesitaba­n la confirmaci­ón legal. Para ellos “Tati” era como María, su mamá, aunque sus documentos no lo reconocier­a. “Ya está, mamá, es así”, le decían en medio de la batalla legal.

En los próximos días los chicos tendrán un documento nuevo, con los apellidos de sus dos mamás. María se apura para agradecer. Dice que Esteban Paulón, subsecreta­rio provincial de Políticas de Diversidad Sexual, la “bancó un montón” y que la abogada fue vital. También la periodista Patricia Barral, que testimonió en el juicio.

Rosso Ponce dice que el fallo deja el precedente de haber avanzado “sobre cuestiones que al momento del proceso no estaban legisladas”, y celebra que se haya alcanzado una resolución que se puede tomar “para casos similares en los que haya que encontrar soluciones en zonas grises no resueltas expresamen­te por la ley”.

En el final de la charla con Clarín, María cuenta que el fallo no hizo más que “escuchar el deseo y la voluntad” de ella, de los chicos y de su pareja. Siente el pesar de no poder compartirl­o con la persona con la que formó una “hermosa” familia. “Nos falta una pata y todavía estoy renga”, se lamenta. Pero hay algo que le ilumina el rostro. “El fallo va a ayudar a muchísimas familias. Eso me pone feliz”. ■

 ?? JUAN JOSE GARCÍA ?? Tiempo de sonrisas. Los jueces le dieron la razón a María por su “voluntad procreacio­nal”.
JUAN JOSE GARCÍA Tiempo de sonrisas. Los jueces le dieron la razón a María por su “voluntad procreacio­nal”.

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