Premian a una investigadora que busca desarrollar un “protector solar” para plantas
Paula Casati ganó la edición nacional del L’Oreal-Unesco. Estudia el efecto de la radiación en los vegetales.
Podría decirse que en su caso la genética terminó influyendo. O tal vez, inconscientemente, ver la pasión que su madre le dedicaba a la investigación cuando ella era una nena. Paula Casati (46) fue una de las primeras en estudiar licenciatura en Biotecnología en la Universidad Nacional de Rosario. Egresó, se perfeccionó en Estados Unidos, volvió y en la misma facultad investiga desde hace 10 años en un proyecto original: entender cómo los rayos UVB también afectan a las plantas. Esa investigación, que en un futuro podría llevar a diseñar un “protector solar” vegetal, acaba de ser reconocida con el premio nacional L’Oréal-Unesco “Por las Mujeres en la Ciencia”.
Los rayos UVB representan el 5% de la radiación ultravioleta que llega a la Tierra. Es responsable del bronceado, pero también de las quemaduras y del cáncer de piel. En los últimos años, se logró crear conciencia de la importancia de protegerse de estos rayos (y de los UVA, que provocan fotoenvejecimiento y también cáncer) tomando sol en determinados horarios y usando protectores solares. Pero, a diferencia de las personas, las plantas no pueden cuidarse. Y sufren las consecuencias de la radiación.
“En el laboratorio estudiamos los efectos de la radiación solar ultravioleta sobre una planta en particular, la arabidopsis. Vimos que cuando está en presencia de radiación UVB es más chiquita, crece menos. Ahora estamos tratando de comprender los mecanismos que participan de ese proceso”, explica la investigadora.
Lo que hacen en el Centro de Estudios Fotosintéticos y Bioquímicos (Cefobi) es investigación básica. Pero el equipo de Casati quiere proyectarse y “tratar de ver en un futuro el aspecto productivo”. Las plantas, en un entorno normal, crecen menos por la radiación: si la ciencia pudiera modificar eso, los rindes subirían.
“A largo plazo, se podría llegar a desarrollar un ‘protector solar’ para plantas”, se entusiasma Casati, que viene trabajando hace una década en este tema. Es a lo que se dedicó desde que regresó en 2005 con su esposo (es microbiólogo) de la Universidad de Stanford, donde estuvo 4 años en una formación postdoctoral. Dice que para ella no fue más difícil hacer ciencia por ser mujer: “Nunca fui discriminada y si lo fui, no lo noté. En la biología somos muchas mujeres. En otras áreas, como las ingenierías y la matemática, sí hay más hombres. Lo que sucede es que en puestos jerárquicos las mujeres somos minoría”. Se calcula que sólo el 30% de los puestos de toma de decisiones están ocupados por científicas.
Casati también ganó el Premio Houssay 2015 y el de la Academia Nacional de Ciencias Exactas en 2011. El reconocimiento que recibió ayer cuenta con la colaboración del Conicet y premia exclusivamente a mujeres, justamente para estimular y promover su participación en el mundo científico. Además de Casati, que recibió una ayuda de $ 300.000 para seguir adelante con su proyecto, María Alejandra Molina recibió el premio a la investigadora joven, menor de 34 años. “Estos estímulos son muy importantes porque a lo mejor podemos llegar a las más jóvenes y mostrarles que la carrera científica es compatible con una vida como mujer, como madre y como esposa”, dice Casati.
Así lo siente ella y así lo vio de Mónica, su mamá, que falleció el año pasado. La recuerda en casa, cuando era una nena, llenando hojas de anotaciones a máquina porque las PC no existían. “Era fisióloga, trabajaba con ratas. De chica yo no quería saber nada con ser científica. Pero en los últimos años de la secundaria, me interesó”, dice. Y, entonces, Mónica estuvo ahí para guiarla. “Fue un modelo para mí. Y estaría contenta de ver mis logros”, concluye Paula, emocionada. ■