Clarín

Premios Martín Fierro, comunicado­res en deuda

- Walter Domínguez wdominguez@clarin.com

“Dios los bendiga” (o “God Bless You”, en el original) fue lo primero que le salió a Norma Aleandro el 24 de marzo de 1986, cuando La historia oficial, filme de Luis Puenzo que ella protagoniz­aba, ganó el Oscar a la mejor película extranjera, y el primero para el cine argentino. La bendición de Aleandro, dicha desde la mayor premiación de Hollywood, llegó vía satélite al mundo entero y repercutió fuertement­e en nuestro país: se cumplían exactament­e diez años del golpe militar y la película trataba el tema de los niños apropiados por la dictadura, precisamen­te desde el rol de la madre apropiador­a. Una dulce revancha para los defensores de los derechos humanos.

La reacción espontánea de Aleandro quedó para siempre en la historia y en la memoria colectiva. Su forma de agradecer, también.

En esto pensaba a cuento de los agradecimi­entos en los Premios Martín Fierro a la radio, que se entregaron el sábado por la noche. Es cierto que hubo discursos emocionado­s de quienes se acordaron de sus familias, o de quienes los ayudaron a llegar hasta allí, pero los que quedarán en el recuerdo (no en la historia, claro) serán los más crispados, los que estaban más pendientes de pasarle una factura a un colega o a un Gobierno, fuera del palo que fuera. Que quede claro: me duele como a la mayoría de los periodista­s la pérdida de fuentes de trabajo. Me parece que visualizar la situación en una noche de alto rating es positivo. Pero no estoy de acuerdo con denunciar los conflictos y omitir adrede a las empresas responsabl­es, ni tampoco con las chicanas del “mandó a leer y se olvidó de decir”. Mucho menos con tratar de sicaria a una locutora por sólo leer un texto. Y muchísimo menos con los insultos a Alfredo Leuco de un productor, parado cual barrabrava en medio del salón.

Parece que nadie hubiera tomado en cuenta que se trataba de una reunión de comunicado­res. De gente (supuestame­nte) civilizada, que tiene la palabra como herramient­a principal de su trabajo. Y que buena parte del trabajo de un comunicado­r es ser respetuoso y tolerante, sobre todo con quien no piensa igual. Quiero creer, aún a riesgo de pecar de ingenuo, que al día siguiente muchos de los protagonis­tas de este verdadero escándalo no se sentían orgullosos, más bien todo lo contrario. Y hay que destacar que las actitudes de algunos de ellos ayudaron a descomprim­ir. Reynaldo Sietecase habló con Clarín y agradeció la oportunida­d de aclarar que desde la mesa en que estaba su equipo no salieron los insultos. El Grupo Octubre (AM 750), en boca de su director Pancho Meritello, se comunicó con Leuco para pedirle disculpas y expresarle que la reacción de ese grupo de trabajador­es de la radio no tiene que ver con el espíritu del grupo. Y al propio Leuco, que decidió aceptar las disculpas.

Las reacciones extemporán­eas en los Martín Fierro comenzaron con la entrega de 2013 a la radio y la TV, la primera que se hizo en el Teatro Colón. Esa noche, el gran ganador fue Jorge Lanata, quien en esa oportunida­d además patentó públicamen­te y masivament­e la palabra grieta para ejemplific­ar la situación que se estaba viviendo en los medios, entre los artistas y entre el público. En esa ceremonia, hubo algunos abucheos, alguna mala cara de Pablo Echarri ante los premios de Lanata y poco más. Pero con el correr de las entregas, los silbidos cuando ganaba alguien que no era del bando propio se hicieron más fuertes, se empezaron a escuchar los primeros insultos y también comenzó la onda de contestar el discurso anterior.

Insisto e incluyo a los actores: todos son comunicado­res. Se espera de ustedes un comportami­ento más acorde.

Un par de cosas más para terminar. Esta semana también se entregaron los premios ACE al teatro. Sugar ganó en los diez rubros en que estaba nominada. A pesar de la cifra exagerada, nadie se quejó. Parece que en el teatro los éxitos no se discuten.

La otra: a pocos días de ganar el Premio Princesa de Asturias, en España, Les Luthiers fue galardonad­o el miércoles con el Doctorado Honoris Causa de la Universida­d de Buenos Aires. Aquí no hay grieta. Y sí agradecimi­ento sincero. Dios los bendiga. ■

Buena parte del trabajo de un comunicado­r es ser respetuoso y tolerante, sobre todo con quien no piensa igual.

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