Clarín

Brisa y Justina: dos luchas similares, unidas por la esperanza y la solidarida­d

Brisa pasó seis meses internada esperando un trasplante, que al final llegó. Ayer le contó cómo fueron esos días al papá de Justina, la nena que necesita un corazón.

- Rosario Medina rmedina@clarin.com

La vida actual podríamos definirla como una vorágine en la que se van sucediendo los días, uno tras otro. Los chicos van creciendo, cumpliendo con sus obligacion­es diarias. Hasta que un día un virus hace estragos en un corazón y obliga a detener el tiempo y esperar un trasplante que les permita volver a esa rutina, a ese devenir de los días que muchas veces denostamos por aburridos, pero que, al encontrars­e en ese lugar, son el tesoro más deseado.

En esa situación estuvo Brisa Petillo cuando tenía 7 años. Estuvo seis meses internada en el Hospital Garrahan esperando un trasplante de corazón. Y en esa situación se encuentra hoy Justina Lo Cane, que está internada en la Fundación Favaloro esperando un trasplante de corazón. Hoy las dos tienen 12 años. Pero Brisa estuvo en la situación de Justina hace cinco años. Ella ya lo pasó, y por eso días atrás le grabó un video para enviarle fuerzas.

Clarín les propuso a ambas familias reunirse para que se conocieran. “Por supuesto, lo que sea por la donación de órganos. Y nada me gustaría más que conocer al papá de Justina para darle esperanzas. Uno que ya lo pasó sabe lo que es estar en ese lugar”, dijo al teléfono Miriam Osuna, la mamá de Brisa. “Me encantaría, para mí sería un placer muy grande conocer a Brisa”, dice por su parte Ezequiel Lo Cane, el papá de Justina.

El encuentro es en Puerto Madero, donde trabaja Ezequiel. Después de un primer abrazo, la charla entre las familias fluye naturalmen­te. Y una de las cosas que más llaman la atención son los puntos de contacto entre las dos historias. “¿Brisa, a vos qué es lo que más te gusta hacer?”, pregunta Ezequiel. “Le encanta bailar”, responde la mamá. “¿En serio? Justina baila de todo, menos tango, baila cualquier cosa.

Al escuchar hablar de donación de órganos se suele pensar que el que está en esa situación de espera nació con alguna enfermedad o condición específica. Pero no. Al menos no en estos dos casos. Las dos terminaron en esta situación porque un virus les afectó el corazón, desatando cardiopatí­as cuya única opción de cura es el trasplante. “Algo que le puede pasar a cualquiera”, dicen los padres de las chicas. En el caso de Brisa, fue a los 6 años, y al mes de ese episodio los médicos les dijeron que la única opción era el trasplante. En el caso de Justina, la cardiopatí­a apareció cuando tenía un año y medio, después de una neumonitis y sobrellevó esa nueva condición con medicación hasta julio de este año, cuando surgió la necesidad del trasplante. Al recordar esos momentos dolorosos, en los que los padres reciben la noticia, tanto Ezequiel como Miriam describen la frialdad con que los médicos les comunicaro­n lo que sucedía con sus hijos. “Al año y medio nos dijeron que podía necesitar un trasplante. Fue muy duro porque la primera médica que nos lo dijo nos transmitió una situación muy drástica. Nos dijo, en un mes esto se termina”, recuerda el papá de Justina. “Son muy crueles. A mí me dijeron lo mismo. No sé cuántas veces escuchamos ‘de esta noche no pasa’”, aporta Miriam.

Dicen los papás que en estos casos tan difíciles la clave no está en el qué, si no en el cómo. Por eso, después de varias consultas, los Lo Cane encontraro­n a la actual cardióloga de Justina, “que es excelente en lo humano, y eso con los chicos tiene mucho valor”, dice Ezequiel. Con Justina siempre hablaron abiertamen­te sobre lo que pasaba. “El tema es cómo se lo decís, no qué le decís”, afirma. Ezequiel recuerda cómo fue el momento cuando la cardióloga les informó que ya no quedaba más opción que el trasplante: “Primero pidió que Justina saliera y nos lo dijo. Después entró Justina y se lo dijimos. Justina empezó a hacer preguntas, a tratar de entender qué riesgos había. Si le iban a cambiar el corazón, cuánto tiempo iba a tener que esperar, si le iba a doler, si le podía pasar algo. Le fuimos respondien­do todas sus preguntas, contando que podía haber ciertas complicaci­ones que se iban a ir tratando. Fue preguntand­o, preguntand­o y preguntand­o hasta que se animó a hacer la pregunta que era la más importante para ella: ‘ ¿Me voy a morir?’. Le respondimo­s ‘no, vamos hacer todo lo posible para que eso no pase’. Después se fue la médica y ya a solas con su mamá y conmigo sacó toda su angustia”.

La mamá de Brisa dice que Justina “es positiva, tiene ganas de vivir. Todo lo que le pase y le toque pasar lo va a superar, hasta que llegue ese corazón. Ezequiel, que se mantiene positivo y optimista agrega: “Ya vamos a hacer una nota con Brisa y Justina, juntas, y nosotros ni vamos a aparecer”.

Miriam cuenta la historia del donante de Brisa. “Nosotros conocimos al papá que donó los órganos de su hijo. El no quería donar. Habían tenido un accidente de auto, y el nene, que tenía 11 años, tuvo muerte cerebral. Cuando le plantearon la posibilida­d de donar los órganos le explicaron ‘papá, este nene no va a tener más vida, ya no podemos hacer más nada. Pero hay una posibilida­d muy importante y es que puede donar su órganos y salvar siete vidas. Entonces él pregunta a quiénes iban a ir los órganos de su hijo si los donaba. Y le responden: ‘Eso no se lo podemos decir. Lo único que le digo, es que el corazón va a ir al Garrahan, no me pregunte más’. Y firmó. Por eso te digo, alguien va a hacer el milagro para Justina”. Actualment­e, añade Miriam, el papá de “Marquitos, nuestro ángel donante” está “feliz, dentro de su dolor. Está feliz de verla a ella. Cuando ella tuvo un problemita, después del trasplante, venía y me daba ánimo, me decía, ‘ella va a salir adelante porque tiene el corazón de mi hijo’”.

Brisa, que interviene poco en la charla, aunque sigue la conversaci­ón con mucha atención, alza la voz para decirle a su mamá: “Contales cuando fue al hospital”. Y Miriam sigue con el relato: “Después de recibir el corazón, las 72 horas siguientes son cruciales. Estábamos en ese momento y me llama mi marido, me dice ‘vení que hay alguien muy especial que nos está esperando’”. Era el papá de Marquitos, que cuando entró al Garrahan fue a preguntar si había una nena trasplanta­da del corazón. Personal del hospital le dice ‘sí, usted quién es’, a lo que el hombre responde “Soy el tío”. “Es un caso maravillos­o”, acota Ezequiel. Y reflexiona: “Hoy ustedes pueden disfrutar la vida gracias al papá de Marcos, que dudó y al final dijo que sí”. ■

 ?? DAVID FERNÁNDEZ ?? Llenos de vida. Clarín reunió ayer en Puerto Madero a Brisa y Ezequiel, el papá de Justina.
DAVID FERNÁNDEZ Llenos de vida. Clarín reunió ayer en Puerto Madero a Brisa y Ezequiel, el papá de Justina.
 ??  ?? Con fe. Justina Lo Cane tiene 12 años y está internada en la Fundación Favaloro esperando un corazón.
Con fe. Justina Lo Cane tiene 12 años y está internada en la Fundación Favaloro esperando un corazón.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina