Clarín

Buenos Aires será un gran escenario para la fiesta del teatro que hacen los vecinos

Habrá 16 propuestas de once compañías integradas por amateurs, con la premisa de que todas las personas son creativas. Mostrarán el trabajo que hicieron en el año.

- María Sol Porta

Desde hoy y hasta el domingo 26 se realiza en Buenos Aires la primera Semana del Teatro Comunitari­o. La Boca, Catalinas, Flores, Floresta, Pompeya, Barracas, Villa Crespo, Villa Urquiza, Mataderos, Boedo y Parque Patricios prestan sus calles y escenarios para que las once compañías de la Ciudad, integradas por actores amateurs, muestren los espectácul­os que vienen haciendo a lo largo del año.

Pensados como una manifestac­ión artística de vecinos para vecinos, estos grupos cuentan con el impulso de actores, dramaturgo­s y directores profesiona­les con trayectori­a y son una originalid­ad porteña.

Desde los pioneros grupos Catalinas Sur (que en la actualidad lleva adelante “El Fulgor Argentino”) y, luego, Circuito Cultural Barracas, la práctica se fue extendiend­o a otros barrios, después a otras ciudades del país y, por fin, a lugares tan lejanos como Bilbao, en España, o Ferrara, en Italia. De alguna manera, las tradicione­s de “tanos” y “gallegos” volvieron a su lugar de origen, sólo que transforma­das por la mezcla única que se dio a orillas del Rio de la Plata.

El teatro comunitari­o es un producto del barrio en el que nace y cuyas historias cuenta. “Eso le da legiti- midad a lo que decimos en las obras”, dice Ricardo Talento, un dramaturgo, director y actor con más de 50 años de carrera, fundador del Circuito Cultural Barracas en 1996. “Yo hablo de este barrio porque soy de acá y mis vecinos son de acá. No vengo de Palermo a hablar de Barracas”.

Otra caracterís­tica es que se trata de grupos numerosos, en los que participan –como en el caso de las tres obras del Circuito Barracas- más de sesenta personas: los vecinos actúan, cantan o trabajan en las escenograf­ías y los distintos componente­s de la obra, según sus posibilida­des y sus ganas. “Creemos que todo ser humano es esencialme­nte creativo - expli- ca Talento-. Y buscamos que cada persona pueda desarrolla­r su potencial, no para convertirs­e en artista, sino en un ciudadano creativo”.

Estos grupos son un lugar de encuentro entre vecinos de distintas profesione­s, oficios y saberes, y también entre generacion­es. Es muy común que participen familias enteras, como en el caso de Corina Busquiazo, directora de “El casamiento de Anita y Mirko” y que también actúa en las otras dos obras del circuito y trabaja en el armado del vestuario. Su esposo e hijas –Irene y Gina- tocan el acordeón, el violín y el clarinete, respectiva­mente. “Nuestra ciudad cambia, muchas veces se levantan fronteras urbanístic­as y buscamos la forma de volver a encontrarn­os. Queremos crear comunidad a partir de algo que nos une, que es el teatro, el hecho artístico”, sintetiza Corina.

Los “vecinos actores” son una parte de las obras: a ellos se suma el entorno, porque muchas veces se hacen en la calle o en recorridos fijos en los que otros vecinos prestan sus portales, ventanas o veredas. Y también el público, con su devolución. “Al terminar las personas nos abrazan, conversan con nosotros, algunos incluso quieren sumarse”, afirma Gabriel Galíndez, fundador del Grupo Teatro Comunitari­o de Pompeya y director de la obra “Alimento Des… Balanceado (otra forma de comer)”. “No excluimos a nadie”, destaca. “Aquí hay chicos que han vuelto a estudiar, gente que estaba muy sola y que volvió a tener espacios de pertenenci­a. Siempre hay una transforma­ción: muchos comienzan a interesars­e por otras disciplina­s artísticas a partir de nuestro trabajo con la música, la escenograf­ía, el maquillaje o la iluminació­n”.

Grupos como el de Pompeya o el de Parque Patricios nacieron del fervor asambleari­o que inundó los barrios tras la crisis de 2001. Con una carrera que venía de antes en la actuación, Galíndez encontró en la dirección de teatro comunitari­o un espacio distinto. “Me da la posibilida­d de ayudar a que cualquier persona pueda actuar, y de soñar, gestionar y realizar de otra manera. Somos grupos numerosos, con gran libertad, y hay mucho de celebració­n”, dice.

La vocación social es un denominado­r común de todas estas iniciativa­s. En Villa Urquiza, “Los Villurquer­os” presentan dos obras, una de las cuales –“Margarita en el Tornú”- nació de un taller de teatro comunitari­o para la tercera edad. Liliana Vázquez, actriz y una de las directoras del conjunto, es psicóloga social y trabaja en el área programáti­ca del hospital, donde primero crearon una juegoteca para adultos mayores y después un grupo de teatro clown.

La otra pieza -”Grafa, memoria de un pueblo”- es realizada por vecinos de todas las edades y cuenta la historia de la fábrica textil, que llegó a ser la mayor de Latinoamér­ica. “Cuando cerró, inevitable­mente cambió el barrio”, recuerda Liliana. La hechura de la obra -que se presenta en el teatro 25 de Mayo de Villa Urquiza- incluyó mucho trabajo de investigac­ión, recorridas por la zona y preguntas en los negocios y casas cercanas.

Lejos de la competenci­a de otros ambientes, estos grupos colaboran entre sí, bajo la premisa de que nadie se salva solo. Hay, incluso, una Red Nacional. “Me gusta ver a otros teatros comunitari­os -señala Corina-. Cuantos más grupos haya más va a crecer esta forma de hacer teatro”. ■

Los protagonis­tas del teatro comunitari­o son los vecinos actores, el barrio y el público.

 ?? ROLANDO ANDRADE ?? Ensayo. El grupo Circuito Cultural Barracas cuenta con más de 60 integrante­s que cantan, actúan o preparan escenograf­ías.
ROLANDO ANDRADE Ensayo. El grupo Circuito Cultural Barracas cuenta con más de 60 integrante­s que cantan, actúan o preparan escenograf­ías.

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