Un empresario bonaerense está acusado de traficar 1.000 kilos de cocaína por semana
Es Gustavo Sancho, detenido el miércoles. Lo señalan como líder de una banda que importaba droga desde Bolivia, la descargaba en Buenos Aires y la enviaba a Europa.
Dos vuelos por semana, con entre 300 y 500 kilos de fina cocaína boliviana en cada uno. Esos son los números detrás de la organización liderada por el empresario Gustavo Sancho (57), detenido el martes pasado por la Unidad de Operaciones Antidrogas de Gendarmería, en el marco de una causa a cargo de la jueza federal de San Isidro Sandra Arroyo Salgado. El operativo incluyó más de 45 allanamientos y en total se detuvo a 12 ciudadanos argentinos (entre ellos dos hijos y la esposa de Sancho) y uno lituano nacionalizado boliviano.
De acuerdo a la investigación, adelantada por Clarín, Sancho había montado una aceitada estructura de tráfico y lavado de activos. Esa organización, aseguran fuentes del caso, llegó a mover durante 2014 hasta una tonelada de cocaína por semana.
Aunque la causa tardó tres años en tomar impulso porque la banda cambiaba sus celulares permanentemente, los investigadores sostienen que hay pruebas más que suficientes para acreditar que la organización adquiría grandes cantidades de droga en Bolivia, la llevaba primero a Perú y luego a Paraguay, donde las cargaba en avionetas propias.
Recién luego de esta compleja triangulación introducía la cocaína por aire en territorio Argentino. “Todo lo triangulaban, hasta las reuniones. Viajaban de un país a otro para despistar. Una vez dentro de Argentina, la droga aterrizaba principal- mente en los partidos bonaerenses de Dolores y General Belgrano, a sólo 200 kilómetros del Obelisco.
Con ayuda de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar) la jueza Arroyo Salgado recabó datos de dos avionetas secuestradas en Paraguay. En una de ellas había quedado un GPS con las coordenadas de un campo en General Belgrano. A esos casos se sumaron otras aeronaves que cayeron en manos policiales en Chaco y en territorio bonaerense. Todas estarían al servicio de Sancho.
Tras ser acopiada, la cocaína tenía tres destinos de distribución mayorista: el partido bonaerense de San Martín (donde Sancho maneja boliches y concesionarias de autos), Mar del Plata y Africa, vía marítima, como una escala para llegar a Europa.
A la pata del narcotráfico, la jueza Arroyo Salgado le suma la de “lavado de activos”. Este es el eje principal del expediente actual, ya que los casos de las avionetas se radicaron en otras jurisdicciones, y sin mucho éxito. Siguiendo la ruta del dinero, los investigadores llegaron hasta una “cueva” ubicada en el Microcentro porteño y también a Mar del Plata, donde se realizaron varios allanamientos. En total, en el operativo se incautaron 47 vehículos, 135 celulares, 31 computadoras, 323.413 dólares, más de dos millones de pesos, 37 mil euros, tres lingotes de oro sólido, 285 monedas de oro y 13 armas,
Señalado históricamente como uno de los capos del narcotráfico en la provincia de Buenos Aires, a la par de Miguel Angel “Mameluco” Villal- ba, Sancho logró mantener el perfil bajo y esquivar las grandes investigaciones gracias a una máxima efectiva: tratar de estar lo más posible de cualquier decomiso de drogas.
La que más lo cercó fue la Justicia Federal de Roque Sáenz Peña, Chaco, donde se lo detuvo por su relación con una avioneta con restos de droga encontrada en 2010. Como no hubo decomiso, Sancho quedó acusado sólo de “confabulación para el tráfico de sustancias estupefacientes”, pero finalmente fue sobreseído.
Teniendo en cuenta este expediente, dos de los 42 allanamientos ordenados por Arroyo Salgado fueron en Roque Sáenz Peña: el primero en la casa y el segundo en las oficinas del defensor oficial Matías Jachesky, quien había asistido a Sancho en la causa de la avioneta de 2010.
No es la primera vez que Sancho aparece en las páginas policiales. En diciembre de 2009, una banda secuestró a Alan, su hijo mayor, piloto de autos. El joven fue capturado en su casa de la calle José C. Paz al 4400, de San Martín, cuando salió a la puerta para recibir a su novia. Entonces lo cruzaron dos autos con hombres armados y se lo llevaron. Aunque su padre recibió un pedido de rescate de 200 mil euros, Alan fue liberado 30 horas después y sin que su familia pagara ni un peso.
Dos años después, Sancho volvió a ser mencionado en el marco de la desaparición Candela Sol Rodríguez, la nena de 11 años que finalmente fue hallada asesinada en Hurlingham. El padre de la chica, por entonces preso por piratería del asfalto, mencionó a Sancho como uno de los sospechosos, en el medio de una compleja trama de venganzas y delaciones. ■