Clarín

Atlético- Real: el clásico de Madrid que refundó Simeone

- Waldemar Iglesias wiglesias@clarin.com

Diego Simeone conocía cada rincón del Vicente Calderón, casi como si hubiera nacido a orillas del río Manzanares. Allí, se consolidó como futbolista de élite. Obtuvo el histórico doblete, en 1996, con Radomir Antic como entrenador. Y se hizo Colchonero desde entonces y para siempre. En sus días de mediocampi­sta con el cuchillo entre los dientes y sobre todo en los de hincha a la distancia, el Real Madrid era un demonio vencedor vestido de blanco. Pero desde su llegada en 2011, aquel clásico con resultado previsible se transformó en la cita más pareja de las grandes Ligas de Europa. De algún modo o de todos, el Cholo se convirtió en el refundador del Superclási­co de Madrid.

Este sábado, por primera vez el duelo se disputará en el Wanda Metropolit­ano, el nuevo estadio del Aleti. El encuentro comenzará a las 16.45 (hora de la Argentina y va por los canales 8 y 600 de Cablevisió­n). En las 24 ediciones anteriores, el equipo del argentino ganó ocho, empató siete y perdió nueve. La comparació­n con la historia completa de enfrentami­entos oficiales (nacida en 1906) es elocuente: en 279 partidos, el Real ganó 146 y el Atlético, apenas 70. Dicho de otro modo: Simeone emparejó todo.

Correspond­e aclararlo: el ciclo del Cholo -el más exitoso de la historia rojiblanca- tiene dos espinas clavadas en el alma. Y ambas fueron obra del Real: en las finales de la Champions League de 2014 y de 2016, la Casa Blanca se interpuso en el camino. En la primera, en estadio Da Luz de Lisboa, con aquel mítico gol de Sergio Ramos sobre la hora, que derivó en el alargue y la goleada. En la segunda, en el Meazza de Milan, por penales. Dos heridas que no cicatrizar­án.

Ahora, sin embargo, Simeone no quiere hablar de historia. Sólo tiempo presente. Con los dos equipos igualados en 23 puntos, en el tercer escalón de la tabla, detrás del Barcelona (líder a ocho puntos; que hoy visita al Leganés, desde las 12.15) y del Valencia, el técnico asume la circunstan­cia. Expresó en la conferenci­a de prensa: “Vamos a enfrentar al mejor equipo del mundo, como en su momento lo fue el Barcelona. Ha ganado dos Champions seguidas, ganó la Liga, en estos momentos son los mejores, se han llevado a todos los chicos buenos de todos los equipos diferentes de España. Siguen generando que los demás no podamos llegar a esos chicos”. Elogio y queja. Sin concesione­s.

En su última aparición pública, el Cholo ofreció su cara más seria. Sabe todo lo que se juega en esta semana: el clásico y continuar con vida en la Champions (el miércoles deberá vencer a la Roma, también en Madrid). Primero, lo urgente. “Siempre los clásicos tienen tensión, motivación e ilusión y convive la ansiedad por ha- cerlo bien con la emoción. Desde que llegué todos los derbis fueron parecidos, con necesidade­s y búsquedas de los dos equipos”, analizó. Seguía con esa cara con la que se exhibe ante las grandes citas. La de un guerrero.

Antes del arribo de Simeone y a consecuenc­ia de la pérdida de protagonis­mo del Atlético, el clásico de la capital española había perdido intensidad e interés. El duelo del Real con el Barcelona había acaparado la atención del país, del continente y del mundo. Ya no era como lo contaba Alfredo Di Stéfano, máximo emblema de la Casa Blanca: “En mis tiempos, el rival era el Atlético. Era al que queríamos ganar a toda costa porque era el vecino. Y perder con el vecino significab­a que al día siguiente en la oficina, en el bar, en la calle sus hinchas se reían de los nuestros y por lo tanto de nosotros”.

“El Cholo recuperó aquella rivalidad con el Real. Porque él sabe como casi nadie lo que significa ser del Atlético y lo que significa ganarles...”, le cuenta a Clarín Rubén Ayala, campeón interconti­nental con el Aleti en los años setenta. Ahora, en el Wanda Metropolit­ano, Simeone buscará seguir esa huella que conoció escuchando los ecos del Calderón... ■

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