Clarín

Un periodista político que retrató el regreso de la democracia en 1983

Despedida. Carlos Quirós desarrolló en Clarín sus años de mayor esplendor en la profesión. Murió a los 78 años.

- Osvaldo Pepe opepe@clarin.com

Era un auténtico dandy, por estilo y estética. Un caballero antiguo, por sus dones de urbanidad. Sin embargo, y a pesar de esas cualidades, hoy casi restos arqueológi­cos de hábitos extraviado­s, Carlos Quirós, fallecido en Bueno Aires a los 78 años, era por sobre todas las cosas un periodista por vocación y convicción. Conjugó esos atributos con otra pasión que alumbró sus mejores años, como fue la política.

Siempre lo llamaron Carlitos, un apodo alimentado por su jovialidad y sentido del humor. Quirós fue, además, un mendocino de pura cepa, nacido en el departamen­to de San Rafael, cuando el mundo era otro, en medio de viñedos y tierras de sol y vino que lo convirtier­on en un experto conocedor de los néctares del cabernet sauvignon, su cepa preferida, aunque en los últimos tiempos su paladar también le hacía lugar a los buenos malbec. Y a otras cepas, porque tampoco en eso era sectario

Hijo de una mamá italiana, pintora de caballete en Mendoza, y de un padre que llegó a ser hombre de teatro antes de gerenciar una bodega, el arte correría por sus venas, casi como un mandato al que no podría eludir.

Recibido en Comunicaci­ón en la Universida­d Nacional de Cuyo, empezó su largo romance con el periodismo con la correspons­alía del diario “La Prensa” de Buenos Aires. Le siguieron “El Diario”, un matutino de corta vida que creó Timerman en la provincia; y la revista “Claves”, donde sufrió un atentado de la Triple A en plena impresión, algo que lo alertó sobre los riesgos de la profesión.

En esa Argentina convulsion­ada, Timerman, que en Buenos Aires había fundado “La Opinión”, lo convocó de urgencia, advertido de que Quirós integraba las “listas negras” de la Triple A de Mendoza. Ya en la gran ciudad, y luego de pasar por “La Opinión” y la revista “Vigencia” de la Universida­d de Belgrano, al despuntar los 80 iniciaría su intensa etapa en Clarín.

Y pronto, tras la guerra perdida en Malvinas y con la gradual apertura democrátic­a, fue designado para seguir la campaña del dirigente radical Raúl Alfonsín, por quien Carlos Quirós sintió desde entonces una admiración profunda. Tanto que compartió con él la espera de los resultados de la histórica elección de 30 de octubre de 1983, la primera vez que el peronismo declinaba en las urnas su liderazgo en la sociedad. Las páginas de Clarín dieron testimonio de aquella jornada histórica, que Quirós transformó en una crónica inolvidabl­e contada como testigo privilegia­do, espectador de primera fila de un cambio de época. Fue su momento de mayor esplendor.

Cuenta el periodista Julio Blanck, quien fue su compañero y también su editor en el diario que, con el estallido de 2001, cuando Carlitos vio la gente en la calle gritando “¡que se vayan todos, que no quede uno solo!”, decidió dejar el periodismo político. “Este es el fracaso de todo en lo que yo creí siempre”, le dijo a su colega de tantas ediciones compartida­s.

Aun así, su retiro formal de la profesión llegaría en 2004, luego de más de dos décadas en Clarín. Quizá, herido en su desencanto cívico, comprendió que era tiempo de dedicarse de lleno a la pintura, de la mano del arte digital. Eso sí: fue periodista siempre, aun cuando pintaba. Y lo seguirá siendo allí donde haya decidido llevar esa vitalidad de incansable bohemio que se bebió la vida hasta dejarla exhausta. Tenía tres hijos, nietos y estaba casado con la arquitecta Delia Krupnik ■.

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Histórico. Quirós, con Alfonsín, en la jornada del triunfo frente a Luder.

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