Idas y vueltas
Hace casi un mes huyó a Bélgica y enfrenta un proceso de extradición. Pero también afirma que está en campaña para las elecciones del 21 de diciembre, convocadas por el gobierno español para Cataluña. Y organiza una manifestación, tratando de exhibir fortaleza ante la Unión Europea. Las encuestas lo muestran en declinación.
El ex presidente catalán Carles Puigdemont, huido a Bruselas para esca- par de la Justicia española, intenta desde Bélgica hacer campaña electoral para los comicios regionales del próximo 21 de diciembre. Este sábado presentará su lista electoral en un hotel a más de una hora de la capital belga, cerca de la ciudad de Brujas.
El día clave de su campaña podría ser el próximo 7 de diciembre. Ese día las dos asociaciones nacionalistas catalanas más grandes, “Asamblea Nacional Catalana” y “Omnium Cultu- ral”, harán una manifestación en Bruselas que pretenden masiva. La Policía belga calcula la llegada de 50.000 militantes nacionalistas catalanes. Ya hay nueve aviones fletados y centenares de colectivos y apenas queda una habitación de hotel libre en la ciudad.
El entorno de Puigdemont en Bruselas intentará con esa demostración de fuerza hacer ver a las instituciones de la Unión Europea el fuerte apoyo que supuestamente tiene el despuesto presidente catalaán, a pesar de que todos los sondeos colocan a su candidatura de ‘Junts per Catalunya’ como cuarta o quinta fuerza política.
Mientras Puigdemont se sigue presentando como el presidente legítimo del gobierno catalán y tendrá que comparecer ante un tribunal belga el próximo 4 de diciembre por su proceso de extradición a España, la agenda del ex mandatorio huido a Bruselas es un páramo.
Puigdemont llegó hace 26 días a Bélgica. Al día siguiente dijo, en una caótica conferencia de prensa, que no huía de la Justicia española sino que quería “internacionalizar” lo que él considera un golpe de Estado por parte de Madrid, la destitución de su gobierno y el control de la Autonomía catalana por parte del gobierno español.
El ex presidente catalán dijo en aquella conferencia de prensa que no se encontraba en Bruselas por ser la capital belga sino “la capital de Europa”. Pero la Europa institucional no le abrió una sola puerta.
Puigdemont es un apestado político. En casi un mes no fue recibido por ningún dirigente europeo y sólo tuvo una cita con un diputado nacionalista flamenco que no tiene cargo alguno en el gobierno belga.
Su intención de “internacionalizar” su situación tampoco se traduce en su presencia en los medios en una ciudad con más de 800 corresponsales extranjeros. Puigdemont sólo ha atendido por ahora las peticiones de entrevistas de los grandes medios belgas y de los medios catalanes de tendencia nacionalista, donde es más difícil que le caiga alguna pregunta incómoda.
Los dos grandes diarios catalanes, ‘ La Vanguardia’ y‘ El Periódico’, ambos con corresponsales permanentes en Bruselas, no han podido todavía encontrarse con el ex presidente, que tampoco acepta entrevistas de las cadenas de televisión más importantes del mundo, como la estadounidense CNN, la británica BBC o la árabe Al Jazeera. Su entorno teme entrevistas incómodas, como la que le hizo la televisión belga flamenca
VRT, que por momentos lo puso contra las cuerdas.
Clarín pudo confirmar que son cientos los medios de comunicación internacionales que pidieron entrevistar a Puigdemont, que la mayoría de los días tiene la agenda vacía salvo alguna visita desde Barcelona de dirigentes nacionalistas catalanes.
El ex presidente anunció hace dos semanas que ponía en marcha “estructuras estables” de gobierno. Pero todo su apoyo en Bruselas se limita a unos pocos jóvenes asistentes de eurodiputados nacionalistas catalanes, que se comunican por la prensa a través de un grupo de WhatsApp y que discriminan incluso a los medios catalanes, convocando para algunos actos sólo a los de tendencia nacionalista.