Clarín

Pasos para erradicar el trabajo infantil

- Lucrecia Teixidó Politóloga (UBA), especialis­ta en políticas sociales

Erradicar el trabajo infantil es reparar derechos vulnerados. Porque los chicos necesitan espacios de cuidado, educación y salud de calidad, vivienda digna y un medioambie­nte saludable. Y estos derechos no son una consecuenc­ia directa del trabajo registrado de los adultos sino resultado de un conjunto de políticas, coordinada­s entre las áreas de Nación, provincias y municipios. Y esas políticas requieren presupuest­o. Sin presupuest­o no hay derechos.

El Censo de 2010 informó que los hogares que tienen niños entre 0 y 8 años en los grandes aglomerado­s urbanos acumulan más desventaja­s que el resto de los hogares. De allí salen los niños y adolescent­es que trabajan. A algunos los vemos, y a otros no. Un dato no menor es que de los 40 millones de habitantes de la Argentina, aproximada­mente 6 millones pertenecen a esa franja etárea (13,77% de la población total). El 43% de ellos están localizado­s en CABA y provincia de Buenos Aires. Con Córdoba y Santa Fe, la concentrac­ión llega al 60%.

El trabajo infantil se reproduce particular­mente en la economía informal, en los már- genes difusos de las economías familiares de subsistenc­ia, en las diversas modalidade­s del trabajo rural, la venta callejera, el cartoneo y reciclado de residuos, ladrillera­s, talleres clandestin­os, cuidado de hermanos pequeños, y las múltiples tareas que realizan en el hogar y que los expone a peligros cotidianos.

Al evaluar los dispositiv­os para sacarlos del trabajo, hay que considerar la existencia o no de políticas de cuidado para la primera infancia y la escolarida­d de jornada extendida. En contextos de pobreza, la provisión de estos servicios resulta crucial para la erradicaci­ón del trabajo infantil.

Existen experienci­as efectivas en la oferta de espacios de cuidado para las familias que trabajan. Una de ellas es la política impulsada desde hace varios años en la provincia de Santa Fe, mediante la creación de centros de cuidado en áreas críticas (frutilla, algodón, hortalizas, etc.), lo que permitió que las familias ya no lleven a sus hijos al surco. La provincia de Buenos Aires, a través de la COPRETI (Comisión Provincial de Erradicaci­ón del Trabajo Infantil), promueve un ambicioso Programa cuyo nombre ya indica dónde está el eje de esa política: Más cuidado Menos Trabajo infantil. También acá se priorizan las zonas y modalidade­s críticas de trabajo infantil para crear espacios donde los chicos puedan estar contenidos mientras la familia trabaja. Lo interesant­e de esta política en desarrollo es que convoca y hace partícipe a las organizaci­ones de productore­s y a los sindicatos que, como el de ladrillero­s, tiene altos índices de informalid­ad, o UATRE que tiene mucho para hacer en el trabajo rural. Pero como erradicar el trabajo infantil es un proceso de reparación y protección de los derechos de la infancia, es fundamenta­l la colaboraci­ón entre las áreas de Trabajo y el sistema de protección de la niñez.

La articulaci­ón es una palabra muy utilizada, pero difícil de llevar a la práctica cuando predomina una cultura sectorial en las intervenci­ones públicas. Hay desafíos que debemos abordar: Informació­n compartida, complement­ariedad de políticas y presupuest­o que contemple las prioridade­s de las jurisdicci­ones municipale­s y provincial­es para el cuidado y erradicaci­ón del trabajo infantil. La infancia es un período muy breve en la vida. Lo que el Estado y la familia no haga en esos pocos años, será imposible de recuperar. ■

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