Gareca: “Me preparé para dirigir a la Selección argentina, pero el destino dirá”
Condujo a Perú a un Mundial luego de 35 años y se convirtió en héroe en ese país. A los 59 años, se acuerda de su papá y de todos quienes creyeron en él. Y está listo para nuevos desafíos.
Ricardo Gareca, el argentino que llevó a Perú al Mundial por primera vez desde España 1982, dialoga con Clarín en un rincón de esa geografía porteña que tanto conoce, ahí donde Liniers se choca con la General Paz, cerca de Tapiales, el lugar de su nacimiento y de su infancia, ya lejana a los 59 años. Habla de una intimidad que recorrió el mundo... -Después de la clasificación de Perú al Mundial se difundió, en los medios y en las redes, una foto donde tus jugadores te levantaron por el aíre, ¿cómo fue ese festejo?
-Me llamaron y me tiraron para arriba, fue algo diferente. Nunca me había pasado, acá no se acostumbra es- te festejo, es algó más de Europa. En otros títulos hubo manifestaciones de alegría, como tirarme agua. -Otra imagen que tuvo bastante exposición fue el beso y el abrazo que le diste a Cuevas, al final...
-Fue muy emotivo, Cuevas es un chico que se apoyó mucho en nosotros, está practicamente desde que empezamos y nunca salió, siempre fue titular. Tuvo una crisis de llanto, me abrazó, algo muy conmovedor. -Parecías el padre...
-No sé si tanto. Tenemos mucha gente joven en el plantel, la mayoría no pasa los 25 años.
-El abrazo con Christian Bassedas resultó otra pintura especial.
-Su presencia me generó mucha felicidad. Fue una emoción que viniera a ver el partido con Nueva Zelanda en Lima. Siempre le voy a estar muy agradecido porque se la jugó dandóme la posibilidad de dirigir a Vélez. -Siguiendo con las imagenes que recorrieron el mundo, está tu foto con la novia...
-Fue una revolución. Estaba merendado con el Bocha Santín, mi ayudante técnico, y aparece un flamante matrimonio. Le pedimos una foto con la novia, porque trae suerte. No había nadie más. Después la pareja la subió a Instragram y ahí explotó. A los pocas horas le ganamos a Uruguay. -Entonces tenés cábalas...
- (se ríe de nuevo) Soy cabulero como todo entrenador. -Ricardo, lo que hiciste fue muy grande. Llegaste a una Selección caída y sin logros en las últimas décadas. ¿Se podría decir que refundaste el fútbol peruano?
- Yo tendría cuidado en usar esa palabra, no me atrevería a hablar de refundar. Fue algo histórico clasificar a un Mundial después de 36 años, pero Perú tiene un estilo definido y muchísima historia futbolística. Les cuento algo: cuando me ofrecieron dirigir Perú, tenía dudas. Venía de decirle no a Costa Rica, a pesar de que la vi en el Mundial y me gustó mucho; sin embargo desconocía Cen-
troamérica. El desafío de Perú me gustó más porque conocía su fútbol. Quien terminó de convencerme fue Cacho Córdoba, ex compañero mio en Boca y gran amigo. Me dijo: “Es la selección ideal para vos. Porque el jugador peruano tecnicamente es bueno. Y esa es tu debilidad”. -¿Qué fue lo primero que vino a tu mente cuando terminó el segundo partido con Nueva Zelanda? -Me acordé de mi viejo, Alberto. Siempre lo tengo presente en los momentos especiales. El creía en mí más de lo que creía yo. Siempre me decía que iba a llegar cuando empecé a jugar. Y estaba convencido de que iba a ser técnico de Vélez. -¿Cuáles fueron los méritos que llevaron a Perú a Rusia 2018?
-Encontramos a tiempo una manera de jugar. Tuvimos la suerte de la Copa América del Centenario, que nos dio la posibilidad de trabajar con continuidad y conocer más a los jugadores. Algo que en las Eliminatorias no se da. Pasamos por momentos complicados y con dudas, fue fundamental el respaldo del presidente de la Federacion y de (Juan Carlos) Oblitas. Nos dieron la tranquilidad y si bien quedamos quintos en la tabla no perdimos ningún partido. Quedamos afuera en Colombia y por penales. -Y esa pulserita que tenés en la muñeca derecha que dice “Todos somos Perú”... ¿tiene una historia? -Me la dio un hincha que se acercó espontáneamente. No lo conocía. Antes del primer partido con Nueva Zelanda, se la sacó de su mano y me dio que quería que la tuviera yo, que me iba a dar suerte. Valoro esos gestos. -¿Cómo repercutió la sanción por dóping a Guerrero casi sobre la hora del Repechaje con Nueva Zelanda? -Me llamó Néstor Bonillo, el preparador físico, para decirme que venía a mi departamento porque me tenía que dar una noticia. Me pareció raro, porque me dice las cosas enseguida. Esa noche no pude dormir. Al día siguiente me di cuenta de que si no cambiaba el chip rápidamente no nos ibamos a clasificar. Tenía que reaccionar ante esa adversidad y pronto. Creo que la sanción se va a reducir y no dudo que Paolo no consumió nada prohibido. No tiene antecedentes y hace varios años que está jugando en Brasil, con tres partidos por semana y nunca dio indicios de nada.
En Perú ya planifican estatuas de él en distintas ciudades, recibe trato reverencial a cada paso, los dirigentes y las autoridades nacionales quieren que se quede para siempre. “Si se presenta a ellecciones, lo vota el 99% de la gente”, cuentan. -Luego de lo logrado en Perú, ¿te seduce dirigir algún día a Argentina?
-Es algo que determinará el destino o la coincidencia. Me preparé para dirigir a la Selección Argentina, en los últimos tiempos me preparé para cualquier tipo de desafío. Los cinco años en Vélez con varios títulos, seguir en Palmeiras aunque no me fue bien, la Selección de Perú... el destino te pone en su lugar en el tiempo justo. No sé si pasará. No tiene que haber nadie en el cargo, o yo no tengo que estar laburando...