“Lloré como un condenado cuando me quedé afuera”
Ricardo Gareca era, en tiempos del ciclo de Carlos Bilardo como entrenador, un delantero favorito. Infaltable de aquella Selección. Hizo goles relevantes, incluido aquel de la clasificación para México 1986, ante Perú.
-Hiciste aquel gol histórico y después te quedaste afuera de la Co- pa, ¿ir ahora como técnico es una especie de revancha?
-No, son cosas diferentes. Me dolió mucho quedarme afuera de ese Mundial, fue la frustración más grande que he tenido. Lloré como un condenado.
-¿Cómo fue aquel momento?
-Me acuerdo que estaba en Chile, en la previa del partido del América contra Cobresal. Noté mucho silencio de mis compañeros, un ‘silenzio stampa’ , como diría el Coco Basile. Ellos sabían que yo estaba en las prelistas y estaba ilusionado con jugar el Mundial. Cuando me enteré que no iba subí a mi habitación y me descargué llorando. Fue un golpe muy duro.
-¿Lo resignificaste con el tiempo? -Si. Después, ya como técnico, entendí la decisión de Bilardo. Estando de este lado de la vereda, de técnico, sé que hay que tomar decisiones complicadas. Me pasó con Roberto Oste en Talleres. Hizo el gol en la final con Belgrano, que nos llevó a ascender. Y a la semana le tuve que decir que no lo iba a tener en cuenta en Primera, porque veía con buena proyección a Rodrigo Astudillo. Oste es un chico sensacional y metió un gol importantísimo, pero ahí empecé a entender que el entrenador debe tomar decisiones que son dolorosas. A mí me pasó de los dos lados...
-Te tocó, hace poco, enfrentar a la Argentina, en un partido decisivo. Lograste lo que suele parecer imposible. ¿Cómo lo neutralizaste a Messi? -Como espectador lo disfruto mucho a Messi, pero cuando te sentás en el banco del equipo de enfrente ya no lo disfrutás y pasás a sufrirlo. En el partido en cancha de Boca lo tomamos con marca escalonada y tuvimos una liga bárbara. No tenés que estar atento solamente a lo que hace Messi, sino a todo su campo de acción. El es capaz de dejar solo a un compañero para que defina, así que no es sólo estar atento a él. ■