Bajo observación, último test de Los Pumas en el año
Aunque el entrenador Hourcade ha recibido críticas por la falta de juego y de resultados, la dirigencia no lo echará.
Hay una diferencia sustancial en la previa de aquel partido del 24 de noviembre de 2012 y en la de este último test match de la ventana de noviembre que se jugará en el estadio Aviva, ese moderno escenario a un puñado de cuadras del bullicioso centro de Dublin y que reemplazó al viejo Lansdowne Road, la cancha que fue orgullo del rugby irlandés durante 135 años hasta su demolición en 2007. Los Pumas no están en la misma situación que aquella última vez que visitaron esta ciudad, hace ya cinco años. Aquella goleada por 46-24 puso en evidencia a un plantel roto, que había mostrado desencuentros con el entrenador Santiago Phelan.
Esa paliza protagonizada por un equipo maravillosamente dirigido por la inteligencia de Jonathan Sexton (el apertura que conoció los secretos de su puesto gracias a Felipe Contepomi, quien fue su padrino rugbístico en su paso por Leinster) le abrió las puertas de Los Pumas en 2013 a Daniel Hourcade.
Ahora es el tucumano quien está en el ojo de la tormenta después de un declive pronunciado del equipo desde el Mundial de 2015. El sábado anterior, frente a Italia, se cortó una racha de 16 derrotas consecutivas ante equipos del Tier 1, la elite del rugby internacional (los cuatro países del Rugby Championship más los europeos del Torneo Seis Naciones). En 2017, antes de la victoria citada, sólo se registraba un éxito contra un adversario de menor jerarquía (Georgia.
La racha negativa dejó muchos interrogantes alrededor de un estilo de juego plagado de buenas intenciones ofensivas pero que ya no rinde. Estos Pumas lucen unidos y firmes alrededor de su entrenador. Lo manifiestan públicamente como, por ejemplo, Martín Landajo: “Hace mucho que estamos con Daniel. Tuvimos grandes resultados y estamos cómodos. El equipo lo apoya al 100%. A mi me encantaría que siguiera con nosotros”.
Estos Pumas saben también que Hourcade continuará en el cargo a menos que el propio tucumano decida dar un paso al costado. Los dirigentes no lo echarán de ninguna manera. Por ahora, el entrenador y su staff se manifiestan convencidos de que el rumbo variará.
Lo que deberán hacer Los Pumas para superar a Irlanda, uno de los mejores equipos del mundo que viene de superar nada menos que a Sudáfrica en esta misma ventana de fin de año, es mejor de manera rotunda en todos los aspectos.
En Florencia se dio un paso atrás en el juego, especialmente por lo visto en las dos últimas actuaciones ante Australia e Inglaterra. Falló la obtención (se perdieron tres scrums y tres lines), el 25% de los tackles no fueron efectivos y Los Pumas volvieron a llegar a los dos dígitos en penales (10). La falta de control y las decisiones equivocadas hicieron que siete ingresos a las 22 metros italianos terminaran en pelotas perdidas por errores no forzados. Hubo fiereza para las situaciones de contacto, hubo empuje en el maul y en el scrum. No alcanzó para ocultar un desempeño preocupante.
Irlanda no es Italia. Irlanda es mucho más que Italia. Le ganó 12 veces a Argentina, perdió ocho y empató una. El antecedente de la eliminación en el Mundial de Inglaterra (43-20 para los nuestros en cuartos) es una herida que conmueve todavía hoy a los locales. Muchos imaginaron levantar la Copa William Webb Ellis en el propio Twickenham. Aquella noche, unos Pumas que no son estos Pumas, aunque se repitan varios nombres, les cortaron el sueño más dulce. Por eso los irlandeses irán por todo. A ellos no les interesan Hourcade, su futuro y el futuro de Argentina. Ellos sólo quieren una venganza. ■