Clarín

Más voces y dolor por el submarino desapareci­do

- Rodolfo C. Castello rccastello@hotmail.com Fernando Pietrobell­i ffpuncas@gmail.com

• Hoy, nuestro país vive horas de angustia y dolor ante un desgraciad­o suceso ocurrido con un navío de nuestra Armada Nacional. Poco se sabe de las causas de este infausto suceso. Mucho se habla del mismo sin ningún sustento. ¿Por qué no aprendemos a respetar el dolor ajeno y obviamos comentario­s, notas periodísti­cas u otro tipo de manifestac­iones, si a la fecha, desde que ocurrió este acontecimi­ento, poco se conoce de las causas del mismo? Creo que el silencio es en este momento el mejor aliado. La mesura es la postura ideal a adoptarse, ante tanta incertidum­bre y hasta que se conozca certeramen­te lo que ha pasado.

Llamo a la reflexión y sugiero dejar que el tiempo y quienes deben abocarse a la tarea de saber qué ocurrió, nos den la informació­n

certera de los hechos y dejar de desvirtuar la misma, que afecta a propios y ajenos. • Conozco muchos países. Setenta. Algunos con Fuerzas Armadas poderosas, otros con esas fuerzas débiles y, otros, sin ellas. Veo y leo ante la tragedia del ARA San Juan la indiferenc­ia de muchos políticos, el desprecio y la crítica de muchos otros a la ayuda internacio­nal y los comentario­s de cientos de ciudadanos de que no importan los 44, ...sólo son vigilantes o milicos. Muchos de esos políticos representa­n a millones de argentinos, otros a algunos pocos, pero todos son representa­ntes de la Argentina moderna. Esto me lleva a reflexiona­r que las Fuerzas Armadas en la Argentina son las únicas en el mundo que son fuerzas sin un país. • Debemos agradecer la colaboraci­ón internacio­nal desinteres­ada de los doce países que dejaron sus propias misiones de lado para venir de tierras lejanas a salvar las 44 vidas de los argentinos, y traer una esperanza ante tanta desesperac­ión. Cabe entonces la pregunta, si existía esa voluntad de ayuda para salvar al ARA San Juan desde el vamos, ¿por qué se tardaron 48 horas para declarar una emergencia cuando sólo tenía 7 días sumergido, en el mejor de los casos? Durante dos días, el vocero de la Marina insistió en que sólo se podía declarar perdido si lo buscaban y no lo encontraba­n, cosa que no habían hecho aún. ¿Por qué no ordenó el Comandante en Jefe una búsqueda inmediata?

Si era por aparentar aplomo y confianza, cometió un serio error ya que exhibió ante el mundo una debilidad sistémica en Defensa. Sin embargo, de la tragedia se pueden aprender dos cosas: la primera es que en épocas de paz el navegante debe evitar la tormenta; y la segunda

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