Una nueva esperanza: dos naves rusas podrán bajar a 6 mil metros
Lo dijo un ex tripulante del submarino ARA San Juan y padre de uno de los actuales submarinistas: “Lo que me preocupa no es la falta de oxígeno, sino que con toda la tecnología que hay en el mar no los puedan encontrar”. Las palabras salieron de la boca de Jorge Bergallo, que tiene a su hijo desaparecido desde hace 14 días. Los recursos desplegados en la zona de búsqueda son múltiples. Ahora, la nueva esperanza tiene nombre: Yantar. El buque ruso que llegará el 5 de diciembre al Atlántico Sur y que cuenta con dos vehículos sumergi- bles que llegan a los 6.270 metros.
Parecía insólito. En las conversaciones de café, la idea de que un barco de búsqueda se sume recién dentro de seis días -cuando ya habrían pasado 20 desde la desaparición del submarino- no era algo lógico. Pero ayer, con toda la tecnología que está en altamar y que no puede localizar al San Juan, la potencia del Yantar ruso empezó a tomar protagonismo en la historia.
¿Pero por qué es la nueva esperanza? El barco fue diseñado en San Petersburgo para la investigación en aguas profundas. Tiene el último y más innovador equipo para estudios acústicos, biológicos, físicos y geofísicos, está equipado con dos vehículos submarinos autónomos de aguas profundas que le permiten examinar áreas submarinas de hasta 6.000 metros de profundidad y están capacitados para poder realizar tareas de rescate.
Los vehículos se llaman Konsul y Rus: pueden acomodar una tripulación de dos personas y gracias a sus cascos de presión de titanio, las naves pequeñas alcanzaron en las últimas pruebas los 6.270 metros de profundidad, para ser exactos.
“El Yantar está equipado con un exclusivo complejo de investigación científica a bordo que le permite recopilar datos sobre el ambiente oceánico, tanto en movimiento como en espera. No hay complejos similares en ninguna parte “, decía el jefe del departamento de investigación de aguas profundas del Ministerio de Defensa ruso, Alexei Burilichev, cuando la nave fue presentada al mundo en mayo del 2015.
El gigante ruso que renueva la fe en un hallazgo ya está en camino. Mide 108 metros de longitud y tiene un sistema de propulsión que incluye dos hélices en la proa, avanza a 15 nudos (unos 27 kilómetros por hora). Su llegada está prevista para el próximo martes. ■