El canciller de Trump tiene las horas contadas
REX TILLERSON
El canciller de Donald Trump parece tener los días contados. La Casa Blanca tiene un plan para remover a Rex Tillerson, cuya relación con el presidente es tensa y ha sido apartado de decisiones clave de su área. El ministro saldría antes de fin de año y lo relevaría el jefe de la CIA, el islamofóbico Mike Pompeo, divulgó la prensa. Sería el colofón de un desencuentro con graves extremos como cuando el funcionario en una reunión privada trató de “imbécil” al manda- tario.
La información, revelada por The New York Times en base a fuentes de la Casa Blanca, señala que, además, Pompeo sería remplazado en la CIA por el senador Tom Cotton, un republicano de Arkansas que ha sido un aliado clave del presidente en temas de seguridad. El Times señala que el Jefe de Gabinete, John Kelly, está trabajando sobre el tema y lo ha discutido con otros funcionarios, aunque Trump tiene la última palabra.
Consultado esta mañana por los periodistas, luego de una reunión con el príncipe de Bahrein, Salman Al Khalifa, el presidente solo dijo: “Está aquí, Rex está aquí”, algo que no confirma ni desmiente las versiones. En la tradicional rueda de prensa, la vocera de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, dijo que no había cambios de personal que anunciar e insinuó que el canciller seguiría en el puesto al menos durante el resto del año. “El secretario Tillerson sigue encabezando el Departamento de Estado y todo el gabinete está concentrado en completar este primer año increíblemente exitoso del gobierno del presidente Trump”, aseveró. La vocera de la cancillería también negó el rumor.
Tillerson –que fue ejecutivo de la pe- trolera Exxon Mobile por más de 40 años-- viene soportando fuertes embates desde hace tiempo y su salida ha sido desmentida ya varias veces. En los últimos meses ha sido marginado de las decisiones importantes de su área, incluyendo el pacto con Irán, la confrontación con Corea del Norte y las relaciones con el mundo árabe. De hecho, su salida significaría eliminar una posición más dialoguista con el régimen de Pyongyang, en momentos en que la crisis escala.
La administración perdería a uno de sus “pesos pesados”, una de las figuras más moderadas que hasta ahora han contenido el impulso del presidente, junto a tres generales: el asesor para la Seguridad Nacional, H.R. Mcmaster, el jefe del gabinete, John Kelly, y el jefe del Pentágono, Jim Mattis.
La cadena NBC había divulgado que Tillerson trató de “imbécil” a Trump luego de una reunión en julio con funcionarios del Pentágono y del equipo de seguridad. Por su parte, el presidente lo ha criticado públicamente afirmando que el canciller “perdía el tiempo” con los esfuerzos diplomáticos en Corea del Norte.
En ese momento parecía que Tillerson sería despedido, pero salió a decir que nunca había considerado renunciar y que Trump era un hombre “inteligente, que exigía resultados en todos lados”. No desmintió haberlo tildado de imbécil y solo dijo que no iba a referirse a esas “cosas pequeñas”.
La partida de Tillerson ha sido anticipada hace tiempo y de hecho se ha ganado el apodo de “Rexit”, un juego de palabras entre su nombre y “exit” (en inglés, salida). Pero gente de su entorno ha dicho que él intentaba completar un año en su cargo. Si fuera despedido estos días, sería el primer secretario de estado en 120 años con un mandato tan corto.
Nunca desmintió si insultó al presidente, un hecho que calificó como “cosas pequeñas”.
Algunos señalaban que la embajadora estadounidense ante la ONU, Nickki Haley, remplazaría a Tillerson, pero Pompeo se ha convertido en favorito. Con sus tres mandatos en el Congreso, el senador ha impresionado a Trump en los briefings diarios de inteligencia y se ha convertido en un asesor confiable para el presidente aún más allá de los temas que conciernen a la CIA como por ejemplo la reforma sanitaria. Precisamente por ser “demasiado político” ha sido criticado por la comunidad de inteligencia.
Cotton, quien remplazaría a Pompeo en la CIA, ha sido quizás el más importante aliado de Trump en temas de seguridad nacional y sobre inmigración en el Congreso y es considerado por el presidente como un asesor confiable. Quizás la tarea de Cotton es más valiosa en el Congreso de lo que podría ser en Inteligencia, pero por ahora tendría el consenso para pegar el salto hacia la CIA.
El nombramiento de Tillerson fue como un experimento desde el comienzo. Nunca antes un presidente había nombrado un secretario de Estado sin experiencia previa en el gobierno, en política o en temas militares. Pero Trump, que tampoco tiene antecedentes en el sector público, creía que Tillerson podría transmitir su gran experiencia en el mundo corporativo al mundo diplomático.
Lejos de cancilleres de alto voltaje Tillerson tiene perfil muy bajo y ha tenido escasos contacto con la prensa. Fundamentalmente se dedicó a reorganizar el Departamento de Estado, a reducir el presupuesto del área e impulsar la salida de centenares de diplomáticos de carrera.
En el círculo de funcionarios Foggy Bottom (el barrio washingtoniano donde está la cancillería) no lo aprecian demasiado.
Su suerte en la Casa Blanca, sin embargo, parece haber cambiado con el jefe de Gabinete Kelly, que primero lo defendía. Ahora, según dicen algunas fuentes de su entorno, tiene opiniones encontradas sobre él. Si bien valora su perfil, se afirma que su imagen está herida.