Clarín

Los colores y sentimient­os por la Bandera

- Osvaldo Pepe opepe@clarin.com

“Bandera de la Patria, celeste y blanca, símbolo de la unión y de la fuerza con que nuestros padres nos dieron independen­cia y libertad” (Oración a la Bandera, de Joaquín V. González”); “Salve Argentina, Bandera azul y blanca, girón del Cielo en donde impera el Sol…” (Saludo a la Bandera, de Leopoldo Corretjer); “La Bandera blanca y celeste –Dios sea loado- no ha sido jamás atada al carro triunfal de ningún vencedor de la Tierra.” (Fórmula de la promesa a la Bandera para alumnos de cuarto grado); “Alta en el Cielo, un águila guerrera, azul un ala del color del cielo, azul un ala del color del mar” (Canción a la Bandera, de la ópera Aurora, del compositor y director Héctor Panizza).

Los argentinos somos demasiado complejos. No nos ponemos de acuerdo ni en el color de la Bandera. O quizá seamos polemistas en demasía: nos apasiona discutir todo. Amamos la Patria panelista. Hablamos a los gritos y escuchamos poco o nada. En plena ruta de la Independen­cia, allá por 1812, Manuel Belgrano, el creador del paño sagrado de la argentinid­ad, abrió sin quererlo el debate cuando proclamó aquello de “...siendo preciso enarbolar Bandera, y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste conforme a los colores de la Escarapela nacional”. Entre los apasionado­s por las menudencia­s anecdótica­s de la historia, hay quienes aseguran que, ya en los días libertario­s de 1810, las escarapela­s se inspiraron en los colores de la dinastía borbónica de España, cuyo rey Fernando VII era cautivo de las tropas napoleónic­as. Otros consideran que eran simplement­e blancas para sembrar una identidad distinta al rojo del mando colonial. Recién con la Independen­cia ya declarada, el Congreso de Tucumán resolvió por decreto que la Bandera sería azul celeste y blanca.

El caso es que hasta la ciencia intervino en la cuestión. Meses atrás, en un estudio riguroso, investigad­ores del CONICET determinar­on que el color de la Patria hecha símbolo es el “azul de ultramar” y ahí nomás descendien­tes de Belgrano, quinta generación, al frente del Instituto Belgranian­o, se pusieron firmes: “Es azul celeste”.

En confianza, ni las oraciones en forma de canción, ni las fórmulas de promisión ni la poesía de los creadores de antaño han coincidido con el color. En las escuelas indagan a los chicos: “¿Prometéis hacer todo lo que esté en la medida de vuestras fuerzas …para que el honor sea su aliento, la gloria su aureola, la justicia su empresa?”. Los pibes dicen que sí, pero su pasión blanquicel­este más intensa brota cada cuatro años en torno a la pelota. ¿Es una forma de Patria y de amor a la Bandera? El dato es real: se ven más banderas en los Mundiales que en los días de la Patria. La Bandera flameó por Malvinas y por Messi, como antes por Maradona: el fútbol es la prolongaci­ón de la guerra por otros medios. Sin embargo, en estos días, en playas vecinas al mar gigantesco, allá en el Sur, flamean pabellones en espera de un milagro imposible, pero con la Bandera como manto protector de una espera entristeci­da de 44 hombres y un submarino.

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