Maradona es protagonista aun ausente
“Llegó cansado y con un dolor en el hombro”, se dijo desde la FIFA. Hubo desencanto. Se espera una reunión con Putin.
Está pero no estuvo. Como a Godot, lo esperaron y nunca vino. Diego Maradona no asistió al acto protocolar, en el que los organizadores pusieron expectativas para difundir el Mundial que aún no seduce a los rusos. Y la imaginaria silla vacía llenó el escenario donde hoy estarán los copones, las bolillas y los campeones mundiales encargados de distribuirlas. Maradona es uno de ellos. Debe asistir.
El funcionario de la FIFA fue breve y preciso. “Llegó cansado y con un dolor en un hombro”, señaló. Y avisó que habían realizado una consulta médica. Los exagerados de siempre insinuaron la palabra “corazón”. Y la ruta hombro-corazón devino en “infarto”. Los periodistas son (somos) un rumor sin fundamento, pero que corrió fuerte por algunos minutos en la sala donde hoy se hará el sorteo.
Lo más probable es que Diego prefirió quedarse en el hotel Radisson, al que llegó a primera hora de la mañana, hizo una especie de cena tardía o desayuno prematuro, y subió a su habitación. “Sí, llegó cansado de Dubai y se acostó. Pero tiene previsto encontrarse con el presidente (por Vladimir Putin)”, le dijo una fuente del entorno de Maradona a Clarín.
Anoche, el Radisson era infranqueable, aun para quienes portan la credencial de acreditados al “Final Draw”. El río Moscova transcurría manso, a metros del hotel, donde forma una curva pronunciada. Al atardecer, caía algo de nieve.
Ayer, la única actividad importante era el encuentro que iban a tener los ocho encargados de sacar las bolillas de los bombos. Todas figuras, ninguna como Maradona. Cerca de 600 periodistas esperaron la hora anunciada (17.15) para bajar del sexto piso del Palacio de los Congresos al primero, donde está el teatro en el cual se hará hoy la distribución de los equipos en los grupos. Durante 45 minutos se hizo la fila de cronistas ansiosos y recién entonces se soltó la bandera de largada. A las puertas del anfiteatro, otra media de espera mientras, desde el fondo, empezaba a formarse una ola que presionaba hacia adelante. Todos estaban allí por Maradona. Cuando se abrieron las puertas fue como si se liberara el camino a la La Meca. Adentro.
El funcionario fue presentando a los exjugadores. El ruso Nikita Simonan, que no fue campeón del mundo pero es una vieja figura local y reemplaza a Miroslav Klose, quien hoy entregará la Copa del Mundo. El impecable inglès Gordon Banks, el juvenil Cafú, el fachero Fabio Cannavaro, los informales Carles Puyol y Diego Forlán, y Laurent Blanc, casi un galán de cine maduro. Hubo aplausos tibios para todos, casi un reconocimiento.
Se palpitaba algo más entruendoso cuando apareciera Maradona, deliberadamente demorado para que fuera el último en aparecer, según pensaron todos. Y entonces el locutor habló del cansancio, del hombro y de la ausencia. La confusión duró ese breve lapso que fue de la sorpresa a la conjetura aventurada. Y de inmediato, la diáspora. Hubo que tener cuidado en la puerta de salida para no ser arrrastrado por la turba de periodistas desencantados. Es que cada día, Maradona juega mejor. ■