Clarín

“Coworking”: la moda de la oficina para oficios múltiples

Hoy, cada vez más emprendedo­res comparten su espacio laboral en este tipo de instalacio­nes.

- Pablo Raimondi praimondi@clarin.com

Uno: cambiar la vista, aunque sea por un día, de una casa antigua en Barracas por la de un amplio espacio verde, orillando el Río de la Plata en Vicente López. Dos: interactua­r con gente de otras especialid­ades profesiona­les. Tres: convivir en un ámbito laboral, que cruza una dinámica organizada (y relajada) como si fuese un “hostel laboral”. La suma de estos puntos seducían para vivir un día de coworking pleno en una torre vidriada, bien lejos de la redacción de Clarín, en dónde la luz natural y la visión agreste contrasta con el encierro y los tubos fluorescen­tes del oficinista tipo. Despachos Vicente combina espacios abiertos de trabajo (sin divisiones de por medio), mesas circulares y boxes de distintas capacidade­s (ver recuadro), sumado a dos salas de reuniones que se transforma­n (vía pa- neles divisibles móviles) en un espacio laboral con capacidad para unas 25 personas. “Son pocas salas para las casi diez empresas que hay acá. Si tenés una call y están ocupadas, tenés que irte y agarrar el llamado afuera”, se queja Alex Bril sobre D.V., inagurado en octubre de 2016 y con miras a tener una nueva sucursal en Capital. A la hora del almuerzo (o cena si se te hizo muy tarde) podés pedir comida a algunos lugares -recomendad­os en una pizarra- o bien llevar tu vianda y calentarla en el microondas. Como si fuese un hostel, los platos y cubiertos son de uso común y hay que lavarlos para dejarle el turno a otro. Así lo agradece una integrante de una empresa de marketing, mientras lleva su tupper con alimentos a un sector más chill out de D.V., con sillones, mesas altas de madera y un ventanal que da a un contrafren­te, con un gran pulmón entre los edificios contiguos. Allí, vale la pena relajar. De vuelta a la rutina laboral, la conexión a Internet -por momentosno es la óptima y ( entre las dos redes disponible­s) asoma una palabra clave en común: “entusiasmo”. Así se ve al ámbito coworker de estas oficinas, un universo millennial alejado de la rigidez empresaria­l y cercano a la so- ciabilidad, independen­cia laboral y, por sobre todas las cosas, flexibilid­ad horaria: abre los siete días de la semana durante las 24 horas, aunque los servicios de secretaría sólo es de lunes a viernes de 9 a 18. “Vine un sábado a las 18 horas a buscar unos papeles. Al final, nos quedamos trabajando hasta las diez de la noche”, comenta Alex, quien trabaja junto a Pablo y Marcos en una empresa que provee energiá solar a traves de sistemas fotovoltai­cos, como los paneles. Otro punto en contra de esta modalidad en D.V. es que, al trabajar al- rededor de tanta gente (a excepción que te enfrasques con los auriculare­s y música al palo), el ruido ambiente te desconcent­ra, sobre todo tras el almuerzo, cuando varias personas hablan por teléfono en simultáneo y otros levantan la voz para charlar. Muy concentrad­o se lo ve a Federico Kroupensky, que trabaja de cara al río y conversa por teléfono con varios clientes para ofrecerles biblioteca­s digitales. “Antes hacía home office pero me distraía mucho. Acá me puedo concentrar mejor, aunque a veces es medio ruidoso, y por eso tengo pensado alquilar aquí una oficina cerrada junto a un compañero”, explica este ejecutivo que trabaja para una empresa que vende libros electrónic­os a institucio­nes y universida­des. En cambio, a Camila, una joven diseñadora que trabaja para una empresa de web hosting, parece que el entorno no la afecta y se la ve compenetra­da frente a su notebook. “Así me siento más acompañada, no me distraigo fácil”, dice ella. Servicio de lockers, impresione­s y escaners, un kiosco (pago) -con bebidas, frutas, alfajores, facturas y galletitas- son algunos de los servicios instantáne­os que elige el neo oficinista en D.V. El grupo de muchachos, que proveen paneles solares, son un fiel reflejo del aprovecham­iento de este modelo millennial de trabajo. “La sinergia es clave, el ambiente colaborati­vo es mayor que en una oficina estandar. Empresas que están acá nos dieron soluciones instantáne­as de marketing y contables, sin tener que salir a buscarlas afuera”, suma Alex. El post oficina también suma: hay grupos de Whatsapp para salir a comer entre los coworkers, organizar un partido de fútbol, hacer after office en el lugar y hasta capacitaci­ones en las salas de reunión. “Conocí el cowork en Israel y no dudé en venir acá. Fui de los primeros”, cierra Uriel Nabel (34), quien brinda soluciones informátic­as para ingeniería. ■

Buscaba salir un poco de la soledad del home office. El cowork te organizá mejor una rutina de trabajo. Es mucho más social”. Camila Lagunas Pazos, 23 años Diseñadora gráfica (Macrohosti­ng) Vine a trabajar hasta un día domingo a las 4 de la mañana. Esta flexibilid­ad horaria es más difícil en una oficina convencion­al”. Uriel Nabel, 34 años Gerente de negocios (ESSS)

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Saber compartir. Una de las caracterís­itcas de Despachos Vicente, en la zona Norte, es el ambiente relajado que se respira.
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Vista al río. Otro de los aspectos a tener en cuenta.
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Buena onda. La modalidad es netamente juvenil.
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