Clarín

Phelps, un monstruo de la natación en Buenos Aires

Ganó 28 medallas olímpicas y dio clase en el Rosedal de Palermo.

- Hernán Sartori hsartori@clarin.com

Luce recién levantado de una siesta y hasta se permite bostezar mientras lo presentan al grupo de periodista­s que estará a centímetro­s de la historia del deporte olímpico. En su remera blanca hay una leyenda sobre su gira por Latinoamér­ica y debajo del pantalón turquesa aparece una calza blanca tres cuartos. Se sienta sobre una butaca, apenas toca el asfalto en el Rosedal con la punta de sus zapatillas negras y se echa a andar. Michael Phelps, 32 años, 28 medallas olímpicas, 39 record mundiales y un jopo bien peinadito. Un combo perfecto para la charla con Clarín, entre otros medios. -¿Es posible disfrutar el proceso de entrenamie­nto como un atleta de alto rendimient­o o siempre se piensa en el resultado y eso presiona y no deja disfrutar?

-Yo siempre me focalicé en el final del camino. En esa meta final que trataba de lograr. Todos los días no se disfrutan ni siempre es divertido, pero si quiero lograr lo que me propongo pa- saré por altibajos afuera y adentro de la pileta. Y tendré que hacer cosas cuando no tengo ganas. Hacer cosas cuando no hay ganas de hacerlas separa a los buenos de los grandes. Yo les haría la pregunta a ustedes: “¿Quieren levantarse de la cama y hacer su trabajo todos los días?” Si uno levanta la mano le diría que es un mentiroso porque todos tenemos malos días o días en los que no queremos hacer nada. Mi carrera no fue perfecta, pero siempre traté de estar preparado lo mejor posible.

-Cada uno, probableme­nte, quiere ser el mejor en algo. Vos lo fuiste. ¿Cómo manejaste el hecho de ser el mejor?

-Escalar la montaña es mucho más fácil que permanecer en la montaña. El viaje de los últimos dos años para volver a subir la montaña fue fácil. Y tuve momentos rocosos de mi carrera en los que no estaba rindiendo como debía. Así es la vida. Cada día era una oportunida­d para mejorar y para sentirme más fuerte. Todo ayudó a lograrlo: lo mental, lo físico y lo emocional.

Con un inglés bien estadounid­ense, contesta como Roger Federer: cierra el concepto pedido en la pregunta y deja frases interesant­es. “¿Por qué volví a competir? Porque no había terminado el trabajo. Después de un retiro parcial decidí volver en Río porque quería terminar mi carrera a mi manera –relata-. Hoy, a un año y medio de Río, puedo decir honestamen­te que fue la mejor manera de retirarme. Estoy agradecido”.

Subir al podio fue una de sus ejercicios predilecto­s en su carrera. “Ganar es lo número 1 –confiesa-, pero el éxito es diferente para cada uno. Lo mejor de mi carrera es mirar hacia atrás y decir que hice lo que quise. No me importa lo que otros digan. Fue mi carrera. Y al lograr lo que logré en Río puedo decir que mi carrera es un éxito”.

Como todo atleta de elite, su pico se produjo luego de un proceso de entrenamie­nto desde muy joven, cuando la mayoría piensa en otras metas. ¿Se perdió demasiado Phelps de una “vida normal”? “No cambiaría nada de lo que hice en mi carrera. No hubiera hecho algo diferente. Hice el sacrificio que hice de joven porque quería ser el mejor -reconoce-. Aún me veo como un ser humano normal. Si sos un trabajador duro, dedicado y sacrificad­o, el resultado se ve. Realmente depende de cuán duro quieras hacer algo. Si lo querés hacer de verdad, nada se interpondr­á en tu camino”.

El mundo analizó cada paso de la técnica de Phelps en el agua: el tiempo de reacción, su brazada, su vuelta subacuátic­a y su arrollador final de carrera. Pero se olvidaron de una veta implacable que distingue a los mejores. Y el Tiburón de Baltimore se lo cuenta a todos: “Lo mejor que tuve en mi carrera fue lo que hay entre mis orejas. Estuve siempre enfocado, sabiendo lo que tenía que hacer. Eso es lo que me encantaba al encarar cada competenci­a en cualquier nivel. Siempre traté de ser lo más perfecto que pude. Eso es lo que realmente me

hizo exitoso”.

Hoy su motivación la tiene en su trabajo con su Fundación para que los niños tengan una vida sana, tras haber reconocido su batalla contra la depresión. Pero su auténtico foco es la familia. “Estamos a punto de ser cuatro. Con mi esposa Nicole miramos a Boomer cada día y disfrutamo­s –admite-. El decidirá si quiere ser nadador o no. Es duro que se tire a la pileta después de lo que hice yo, que a los 15 años decidí que quería cambiar la natación y si me preguntan si se logró en estos 17 años diría que sí”.

Es inevitable hablar de doping. Y si bien no hará hincapié en la suspensión del Comité Olímpico Internacio­nal a Rusia, Phelps tiene algo que decir: “Competí en miles de carreras internacio­nales y no sé si puedo decir si alguna vez competí contra todos rivales limpios. Testifiqué en el Congreso sobre lo infeliz que es el doping. No es justo que gente que se rompe haciendo lo correcto a diario compita contra quienes no lo hacen”.

De pibe quería ganar un oro olímpico y acumuló 23. “Puedo decir que mi sueño se hizo realidad –dice-. Eso era imposible decirlo cuando nadaba, porque todo era ‘¡vamos, vamos, vamos!’”. Esa constancia, esas repeticion­es de gestos técnicos y esa mentalidad inoxidable construyer­on al mayor medallista olímpico de la historia. ¿Habrá otro Michael Phelps? “Cualquier cosa es posible –avisa-. Yo era un chico que no le tenía miedo a soñar. Pero yo quería ser Michael Phelps”. ■

Todo este viaje empezó con querer ganar una medalla de oro. Haberla logrado y representa­r a mi país fue lo mejor”.

Soy súper afortunado por hacer las cosas que quiero hacer cada día. Trabajo con chicos y veo al mío crecer. La vida es grandiosa”.

 ?? MARIO QUINTEROS ?? Manos arriba. Michael Phelps, el deportista olímpico más laureado, estuvo activo junto a un grupo de atletas y ex atletas argentinos y de deportista­s aficionado­s.
MARIO QUINTEROS Manos arriba. Michael Phelps, el deportista olímpico más laureado, estuvo activo junto a un grupo de atletas y ex atletas argentinos y de deportista­s aficionado­s.
 ?? MARIO QUINTEROS ?? Ella y él. Aymar lo acompañó a la mañana a la villa 31. Siempre estuvo junto a la leyenda.
MARIO QUINTEROS Ella y él. Aymar lo acompañó a la mañana a la villa 31. Siempre estuvo junto a la leyenda.
 ?? MARIO QUINTEROS ?? Sonrisa. Mostró los gestos de sus años dorados.
MARIO QUINTEROS Sonrisa. Mostró los gestos de sus años dorados.
 ?? MARIO QUINTEROS ?? Esfuerzo. La clínica tuvo invitados especiales.
MARIO QUINTEROS Esfuerzo. La clínica tuvo invitados especiales.

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