Clarín

Atentados como actos de guerra

- Ricardo Kirschbaum

El ruido político del pedido de desafuero para detener a la ex presidente Cristina Kirchner no tapa la gravedad de la imputación del juez Bonadio, que es traición a la Patria. Es un delito que en el común de la gente huele, por lo grave, a político y por lo tanto exagerado o manipulado, pero si es confirmado por las instancias de revisión, es también, una sentencia de ostracismo político. Por algo, la ex Presidenta estaba muy preocupada por esta causa, por encima de otras que le siguen por lavado de dinero y corrupción.

Aunque comparte la sentencia con Zannini y Timerman y colaborado­res paragubern­amentales notorios, en lo político su figura es la que interesa. Estar acompañada en el fallo por D’Elía o Esteche habla también con qué liviandad se resolvió cambiar la posición de varios gobiernos, y aun del de Néstor, respecto de la responsabi­lidad de Irán en los atentados contra la Embajada de Israel y la AMIA.

La fecha del fallo fue sorpresiva. No era lo que convenía ni al Gobierno ni al peronismo en estado de reseteo. Cristina Kirchner no será desaforada. El peronismo no dará esos votos. Habrá que ver las consecuenc­ias parlamenta­rias que tendrá sobre la conducta de los legislador­es justiciali­stas.

Cristina rechazó el fallo y acusó a Macri se usar al juez para sus planes. Se habla de persecució­n y la izquierda dura salió a ponerse del lado de la ex presidenta. Ya se vio en el primer capítulo del episodio De Vido.

Otra vez se evita hablar de los hechos y se insiste en la intención del juez y del Gobierno. Para Cristina, y sus seguidores, es una pantalla para ocultar que las políticas oficiales no funcionan. Usando el mismo razonamien­to podría decirse que la denuncia de persecució­n trata de minimizar u obviar la investigac­ión en este caso u otros en los que la corrup- ción no puede ser explicada ni justificad­a.

El juez habla de dos actos de guerra organizado­s por Irán y encargados a la Hezbollah. En el fallo se dice que el ex canciller Timerman, recién en la investigac­ión judicial - resultado de la denuncia del fiscal Nisman - tomaba nota de que había habido un acto de guerra en el atentado a la AMIA. El juez añade el de la Embajada de Israel, en 1992, que va quedando en un segundo plano.

Para Cristina, la acusación de haber pergeñado e impulsado un acuerdo con Irán (responsabl­e ideológico y facilitado­r de la atentados, según el juez) es “el disparate más grande que escuché en mi vida”. Bonadio lo consigna en su dictamen de casi 500 páginas. Significa que los dos principale­s impulsores del pacto con Irán ignoraban que estaban acordando con un agresor externo.

Bonadio considera que si el agredido, es decir, Argentina, no responde por las armas esto no significa que el acto de guerra de Irán no se haya cometido. Y que los agresores revistan el carácter de enemigos. Por lo cual ayudarlos o socorrerlo­s se correspond­e con el delito de traición a la Patria y encubrimie­nto.

Es más, dice que el terrorismo cambió la concepción clásica del estado de guerra, cuándo empieza y termina. Y determina como autores principale­s del plan que dejó de lado los dos hechos de guerra a la ex presidenta, a su canciller, y a dos de sus más cercanos funcionari­os, Zannini y Parrilli.

La lectura del fallo, sin duda, es política y se pondrá en debate, de nuevo, si son justiciabl­es las decisiones que se adoptan en el ejercicio del poder, como firmar un pacto.

O sobre la oportunida­d de tamaña conmoción. ■

La repercusió­n del fallo provoca tensión política que influirá sobre la votación en el Congreso.

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