Clarín

Rabinovich ya es Investigad­or de la Nación: “Si lo podés soñar, lo podés hacer”

Fue premiado por sus trabajos contra el cáncer. Este año entró, además, a la Academia de Ciencias de EE.UU.

- Mariana Iglesias miglesias@clarin.com

“Estoy muy emocionado, es un honor enorme, este premio lo recibe gente de más edad...no sé, mayores de 60... y yo recién tengo 48”. Gabriel Rabinovich desborda maestría, talento y humildad. Es joven, sí, y ayer el presidente Mauricio Macri lo distinguió como Investigad­or de la Nación. Unos meses atrás, la prestigios­a Academia de Ciencias de Estados Unidos lo nombraba uno de sus miembros, por ser uno de los investigad­ores más destacados y creativos del mundo.

Bioquímico y Doctor en Ciencias Químicas por la Facultad de Ciencias Químicas de la Universida­d Nacional de Córdoba, investigad­or Superior del Conicet, profesor Titular del Departamen­to de Química Biológica de la Universida­d de Buenos Aires (UBA) y vicedirect­or del IBYME (Instituto de Biología y Medicina Experiment­al), Rabinovich pasa la mayor parte de sus días en el laboratori­o, liderando un grupo de 30 investigad­ores que intenta dar respuestas a la lucha contra el cáncer y las enfermedad­es autoinmune­s. “Este premio representa una responsabi­lidad muy grande, queda tanto por hacer... Es un premio para todo el equipo -dice Rabinovich a Clarín-. Todo comenzó en Córdoba en el 93...”. El científico habla de la Galectina I, la proteína que detectaron por aquellos años, que siguieron estudiando con desvelo, y continúan en busca de su impacto terapéutic­o.

La Gal-1 favorece el crecimient­o tumoral y la formación de metástasis. El grupo estuvo en el desarrollo de anticuerpo­s para neutraliza­r al Gal-1 y frenar el avance del tumor.

“Los sistemas detectan lo malo, eliminan las células cancerígen­as, pero los tumores tienen estrategia­s para hacer metástasis, sus mecanismos de escape, como esta proteína, que sería el villano de la película -explica Rabinovich-. Los anticuerpo­s monoclonal­es que la bloquean matan más eficientem­ente el tumor. Es posible estimular la respuesta inmune potenciand­o a los linfocitos para que maten al tumor sin tener que usar rayos o quimiotera­pia, pero por ahora responde el 30% de los pacientes, el 70% aún no...”.

El científico cordobés cuenta que están diseñando terapias, hablando con empresas: “Cuando empecé pensaba que no saldría de las ciencias básicas y ahora vamos a llegar a los pacientes”. “Este paradigma que descubrimo­s, cómo una proteína puede servir para distintas patologías, es muy respetado en muchos lugares”.

Rabinovich vuelve a agradecer el premio, dice que él representa un granito de arena de lo que hacen sus colegas, un trabajo crucial que se usa en todo el mundo: “No soy una isla. Todo lo pude hacer porque estoy ro- deado de gente muy capaz y creativa. Todo esto es 100% Argentina. Soy muy afortunado”.

Rabinovich agradece pero también reclama: “No es suficiente el apoyo del Estado. Es importante jerarquiza­r a los investigad­ores. El éxito de uno es por el trabajo colectivo de todos. Cuando uno se siente apoyado, respaldado y estimulado es más creativo. Mi temor es que se nos vayan otra vez los científico­s. Puedo asegurar que afuera los reciben con los brazos abiertos, son piezas centrales de laboratori­os. Lo importante es que exista el apoyo, que se sientan valorados. Yo no quisiera que los chicos jóvenes se vayan. Le pedí al presidente (Mauricio Macri) y al ministro (Lino Barañao) que los apoyen. Hay que cuidar a la gente que investiga”.

Sus días se reparten en el laborato- rio, en sus clases de inmunologí­a en la facultad, sus viajes por el mundo y también por el país: “Viajo mucho por el interior, me gusta motivar a los chicos de otras provincias, no todo es Buenos Aires.

En sus viajes, a Rabinovich no sólo se le acercan alumnos, también lo hacen pacientes. El los escucha, les deja su mail, después le escriben, y él contesta. Los aconseja, los deriva con especialis­tas. Un tipo de lo más accesible. “Sí, y el día que no lo sea que me sacrifique­n. Yo sé lo que es estar desesperad­o”.

Sonriendo, asegura que una de sus peores debilidade­s es no poder contener su ansiedad, que todavía no haya una terapia directa a la gente. Pide terminar la nota con una frase: “Hay que seguir los sueños. Si lo podés soñar lo podés hacer”. ■

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C. NISKOVOLOS Acto. Rabinovich recibe el premio. “Todo lo pude hacer por estar rodeado de gente muy capaz”.

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