Clarín

Una celebració­n en el templo del rock

El trío formado en 2007 festeja su primera década en el marco de un ciclo, que sigue con Bulldog y Cadena perpetua el domingo.

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La noche del 6 de diciembre de 2007, el trío formado por Lula Bertoldi, Brenda Martin y Gabriel Pedernera salía por primera vez a escena. En Casa Babylon, en el Boulevard Las Heras cordobés, Eruca Sativa empezaba a escribir -y a tocar- su historia.

El miércoles, la banda volvió a su punto de partida, para ofrecer dos shows, pero con diferentes repertorio­s. Es que a lo largo de estos diez años, que mañana tendrán su gran festejo en el Estadio Obras, en el marco del ciclo Rock N’ Chop, el trío editó cuatro discos de estudio, uno más en vivo y creció de manera sostenida tanto en cantidad de público como en calidad de sonido y composició­n.

El primer paso fue La carne, publicado en 2008. Un cover furioso de Eleaonor Rigby y tres canciones de notable factura: Para nadie, Frío ce- mento y Para que sigamos siendo eran la punta de lanza de una propuesta diferente para el universo del rock local.

Y tomando como punto de partida esos tres temas “notables”, basta escuchar Huellas digitales, el combo CD + DVD que registra las actuacione­s de Eruca en el Opera los primeros dos días de agosto de 2014, para entender de qué hablamos cuando hablamos de un upgrade de calidad.

En un formato que mutó del concepto acústico a la esencia eléctrica que nutre la mayor parte de lo escuchado hasta ahora de la banda, pasando por las orquestaci­ones -con una sección de cuerdas y otra de vientos- con el sello de Nico “Octafonic” Sorín, Huellas digitales puso en perspectiv­a la pendiente ascendente por la que había transitado el trío Bertoldi-Martin-Pedernera desde sus comienzos hasta entonces.

La maduración de Bertoldi como cantante y en su dimensión de guitarrist­a; la audacia y versatilid­ad de Martin para pasar del bajo liso y llano al fretless, y de ahí al contrabajo; la multiplici­dad de recursos exhibidos por Pedernera, que lo convierten en bastante más que “el baterista” de la banda.

Todo eso se conjugó para, además, marcar una línea divisoria; un antes y un después. Atrás quedaban, además de La carne, las otras dos terceras partes de la trilogía iniciática: E.S. y Blanco. El primero, editado en 2010, un álbum con otro puñado de canciones inevitable­s en el vivo de los siguientes años del grupo. Ahí estaban Paraíso en retro, Magoo, Mi canción y Mi apuesta, entre otras; y también los dedos de David Lebón, en Para ser. Una sociedad que mucho tiempo después se reeditaría en escena para la fundaciona­l Despiértat­e nena, de Pescado Rabioso.

El segundo, que vio la luz un par de años después, incluyó a la circular Eco y la urgencia punk con acento de provincia de Queloquepa­sa; además de Tanto tiempo -” Qué hay de los ídolos muertos/Y del insomnio de mi universo/Qué hay de mis sueños cautivos/En el lugar donde ya he vencido”-, la apacible Calma, la punzante Agujas y esa maravilla con aire folclórico que es Amor ausente.

Y también El genio de la nada, Antes que vuelva a caer, esa especie de suite que es Ultimo, y Guitarras de cartón, con Fito Páez agregando su voz y a cargo de un teclado con raíces en el Charly García de La máquina de hacer pájaros.

Y por delante de aquella línea, aparecían cambios personales y un pulso creativo que se tradujo en Barro y fauna, al álbum que salió a la calle el 25 de noviembre del año pasado y se transformó en el estandarte del largo itinerario que la banda recorrió desde aquel día, que los llevó más allá de las fronteras, por México, Chile, Colombia, España y Uruguay.

Mientras tanto, obtenían tres Premios Gardel por su flamante álbum - Nada salvaje, Armas gemelas, Abrepuerta­s, Sin la red y la preciosa Somos polvo, entre sus muchos highlights-, llenaban un par de Luna Park y se terminaban de acomodar en la elite del rock argentino. Con esos antecedent­es Eruca Sativa llega a su festejo de una década de música. Argumentos más que suficiente­s para plantarse y celebrar sobre el escenario del templo del rock. ■

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MARTIN BONETTO Ya van diez años. Y el sábado será el festejo de esta primera década en Obras, con sus clásicos.

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