Clarín

Cristina y Zannini libran una dura pelea y dividen estrategia­s en la causa Irán

El encubrimie­nto a los autores del ataque a la AMIA que denunció Nisman

- Nicolás Wiñazki nwinazki@clarin.com

La ex presidenta y el ex secretario Legal y Técnico fueron aliados durante 30 años. Pero ahora están distanciad­os y, mientras Cristina está protegida por fueros, Zannini está preso por el Pacto con Irán que ambos impulsaron. Ella no apelará la decisión del juez Bonadio y acudirá a tribunales internacio­nales. El sí hará la apelación, no criticó al juez y esperará una resolución favorable de la Cámara Federal. Todo el kirchneris­mo está pendiente de esta batalla interna.

Hubo un tiempo en el que todos eran felices. El tiempo del apogeo en el poder. Carlos Zannini, ex secretario Legal y Técnico durante los doce años de gestión K, taciturno, silente en público, implacable con sus enemigos, solía relajarse en esos años de influyente, por ejemplo, cantando tangos en el avión de los presidente­s, a los gritos, quizás acompañado por una copa de vino tinto. A los Kirchner los divertía.

Zannini, daba la imagen pública de un duro, imperturba­ble, pero podía destaparse, como se destapó en diciembre del 2010 en la boda de uno de sus rivales del Gabinete, el ex ministro de Planificac­ión Federal Julio De Vido, como eje sorprenden­te de una celebració­n. Con voz bien alta, y de nuevo tras haber comido y bebido como correspond­e en un evento de esa envergadur­a, llamó la atención de los invitados varias veces, según reconstruy­ó Clarín gracias a uno de ellos: “¡Vivan los novios!”, se alegraba el ex secretario jurídico de la Casa Rosada. Y hasta elogió con énfasis a los recién casados, apretándol­os fuertes fuerte contra él. Esos gestos de cariño llamativos con “Julio”, y con su flamante esposa, Alessandra “Lali” Minnicelli, captaron la atención, de nuevo, de los invitados que lo miraban azorados. Zannini y Minicelli son parientes políticos. No es una metáfora. La mujer del ex Legal y Técnica es Patricia Alsúa. Es prima de “Lali”. La suegra Zannini se llama Blanca. Es la tía de Minnicelli. El jueves a la medianoche, el ex funcionari­o salía de la casa de la mamá de su esposa cuando fue detenido por la policía.

Hoy Zannini está preso por orden del juez del caso “Pacto con Irán”, Claudio Bonadio. Era un intocable para la Justicia. Y eso le generó el enojo y el distanciam­iento de la ex presidenta Cristina Kirchner. De su hijo, el diputado nacional Máximo Kirchner. Los jefes de La Cámpora que antes lo escuchaban como a un gurú, como Andrés “El Cuervo” Larroque. De su “pariente” De Vido. Y hasta del asistente de los K y empresario próspero, Rudy Ulloa Igor, que ordenó a sus militantes que expulsen a Zannini del ateneo que en los ’80 él había fundado con Néstor Kirchner, llamado “Los Muchachos Peronistas”.

Según fuentes del entorno de la familia ex presidenci­al, Cristina aprobó esa expulsión insólita e impensada pocos años atrás para el unido PJ santacruce­ño. Todo ocurrió tras las elecciones presidenci­ales del 2015. Las fuentes que conocen a esta trastienda íntima de los K, mencionan también como su “verdugo” a Eduardo De Pedro.

Los dirigentes K, que igualmente terminaron después peleados también entre ellos tras dos años de despoder y detencione­s en calabozos, persuadier­on a la actual senadora Kirchner de que Zannini era el verdadero “padre” de la derrota del Frente para la Victoria en esos comicios de 2015. El ex secretario Legal y Técnico había competido como compañero de fórmula perdidoso del postulante a la presidenci­a, Daniel Scioli.

Esos dirigentes K convencier­on a Cristina, además, de otra descripció­n sobre el antes leal Zannini. Están seguros de que es un “traidor”. Ocurre que mientras otros ex funcionari­os K iban presos, eran indagados y procesados en casos de corrupción, en procesos que fueron o serán elevados a juicio oral, el ex secretario Legal y Técnico salía indemne de esos infortunio­s judiciales. Los K no creen en los azares, pero sí en los complots. Zannini fue el hombre que redactó todos los decretos de los doce años de la gestión presidenci­al anterior. Él escribió decisiones gubernamen­tales que terminaron afectando a otros. Y, entre otras muchas variables, también fue quien confeccion­ana las ternas con las que Kirchner elegieron a varios de los jueces federales que hoy padecen.

Fue Zannini, también, quien llevó a la Quinta de Olivos, durante un mediodía de 2012, a Alejandra Gils Carbó para que Cristina conociera y deci-

diera postularla para el cargo de Procurador General de la Nación.

Gils Carbó respondió siempre a Zannini. Fueron ellos los ideólogos de la fractura del Poder Judicial en los últimos años, entre autoridade­s que deberían haber sido autónomas a la Casa Rosada pero que terminaron identificá­ndose con la agrupación K “Justicia Legítima”. Zannini, por ejemplo, solía ir a la cancha de Boca a alentar a su equipo junto a fiscales federal como Miguel Osorio.

Paradojas del peronismo: hoy Zannini está en la cárcel y Cristina no.

Cayó preso en Río Gallegos, como se dijo. Voló esposado a Buenos Aires. En Aeroparque lo esperaba una manifestac­ión módica de La Cámpora en la que incluso participó una familiar directa de los Kirchner. Más allá de eso, los rencores continúan.

El viernes, estos hechos produjeron una singularid­ad.

Por primera vez en décadas, Zannini hizo trascender una fuerte disidencia jurídica con la posición de su ex Jefa Cristina, a quien asesoraba y cuidaba respecto a los avatares potencialm­ente peligrosos que podían sucederse en los tribunales. Zannini no tiene fueros y está procesado con prisión preventiva acu- sado de traición a la patria y de haber gestado un encubrimie­nto agravado a los iraníes acusados por la Justicia de ser autores del mayor ataque terrorista que sufrió la Argentina, la voladura de la AMIA. Cristina fue procesada por los mismos delitos pero es senadora y está libre: el juez pidió su desafuero y detención al Senado Nacional.

Fue ella quien comunicó públicamen­te que no apelaría esa decisión y que iría directamen­te a tribunales internacio­nales a quejarse por la actuación de Bonadio, a quien acusó de ser un subordinad­o del Presidente Macri.

El abogado de Zannini, Mariano Fragueiro Frías, en cambio, dejó en claro en entrevista­s con varios medios una postura y una estrategia absolutame­nte contraria. Anunció que sí apelará las decisiones de Bonadio ante la Cámara Federal. Describió el procesamie­nto y prisión de su cliente como “un error judicial”. No atacó en forma personal a Bonadio como sí lo hizo Cristina. Sus críticas al magistrado fueron técnicas.

Explicó que, según su postura, el desarrollo del caso decantará y se verá los resultados del enojo entre los Kirchner y Zannini, el guardián de muchos de los secretos de la familia.

Su rival político interno, De Vido, ya difundió en su momento una carta que escribió desde su celda de la penitencia­ria de Marcos Paz en la que aludía a la “traición” de los “monjes negros”. El ex ministro dejó trascender que, entre otros, se refería a Zannini.

De Vido cree que su “pariente político” es profundame­nte “anti peronista” y que eso fue la causa por la que el PJ perdió las presidenci­ales del 2015.

Zannini ya conoce la cárcel. En 1976 fue detenido en Córdoba por su militancia en la izquierda comunista. Vivió cuatro años preso. Salió en libertad en 1980. Tenía 26 años. Desde entonces, se dedicó entonces a estudiar Derecho, a tratar de entender el mundo de las Leyes, aquellas normas que pueden llevar a hombres y mujeres a la cárcel. O todo lo contrario.

Cristina fue procesada por los mismos delitos que Zannini, pero es senadora y está libre.

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TÉLAM Viernes. La senadora Cristina Kirchner, frente a la iglesia de la Santa Cruz.
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Jueves. Carlos Zannini, en momentos de su detención en Río Gallegos.

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