Más allá de las furias
@tatacantelmi
La crisis en Oriente Medio detonada por los anuncios de Donald Trump sobre Jerusalén, se configura con niveles de baja intensidad. Ataques israelíes muy controlados en tierra e incluso aire, combinan con protestas callejeras menos numerosas y disparos de unos pocos cohetes desde Gaza con limitado poder de daño. La contención, como si fuera concertada, involucra a los dos bandos.
Un componente de ese panorama lo explica el agotamiento del pueblo palestino y el temor de las familias a seguir sepultando a sus hijos, una secuela que persiste desde la última sangrienta intifada en el 2000. O mucho más cerca, los dos millares de muertos que dejó la ofensiva Margen Protector en 2014 en la Franja de Gaza. Pero si Israel no avanza hoy por ese camino es para evitar que la polémica decisión de Trump, de alinearse con el Estado judío y declarar a Jerusalén como la capital israelí, no acabe en un desastre que justifique las criticas globales y el aislamiento norteamericano que ha provocado.
Del otro lado, en la leve reacción palestina y de formaciones como Hamas, se adivina la mano de Irán. La teocracia persa no quiere comprometer en este litigio un momento que caracteriza de victoria tras el derrumbe del califato del ISIS y el triunfo de sus regímenes aliados en Siria e Irak. Si la protesta palestina crece y se generaliza, Teherán teme que sirva como pretexto para una nueva guerra en distintas fases, una de ellas, quizá la más cercana, entre Israel y la milicia libanesa de Hezbollah, otro país dentro de su espacio de influencia. Ese desenlace lo alienta Arabia Saudita, el crónico adversario regional al cual Irán achaca la invención del ISIS cuyo colapso ahora le refriega.
Desde el gobierno palestino, también hay una manda de serenidad. El presidente Mahmud Abbas tiene su propia batalla con Hamas y sabe que el grupo yihadista crece en el caos. Pero Abbas mira no solo las eventuales próximas elecciones en los Territorios. También la posibilidad de dejar el poder y los acuerdos de Oslo y obligar a Israel a hacerse cargo del pueblo palestino, de su seguridad y destino como sucedió en Sudáfrica con la población negra... sudafricana. Sería una curiosa conclusión para aquel día que Trump inopinadamente decidió abrir esta caja de truenos. ■