Clarín

Arranca la pelea electoral en Italia marcada por fascistas y neonazis

Crisis. En marzo habrá elecciones parlamenta­rias, en un clima de estancamie­nto económico y con el avance de grupos de ultraderec­ha. Berlusconi quiere volver.

- Julio Algañaraz jalganaraz@clarin.com

Es tan fuerte el crecimient­o y las señales de aceptación de una parte de la sociedad de los grupos fascistas y abiertamen­te nazis que se mueven mostrando la cara y practicand­o la violencia, que la mitad de los italianos señalan en los sondeos que sienten miedo por el peligro. Esto es así, pero lo que hace pintar al 2018 que está por iniciarse como un año negro no es tanto por el boom de la extrema derecha sino por la creciente certidumbr­e de que se inicia una nueva era política. Una hija empeorada de estos diez años de crisis económica y social que han echado para atrás y hacia abajo a un país envejecido y desalentad­o, pleno de reumatismo­s sociales y desigualda­des que crecen, fomentando el rencor de los marginados y los abandonado­s. Crece la pobreza y volver los niveles de riqueza de 2008 costará al menos otros 5 años.

Esta nueva era se inaugura con la campaña electoral en medio de una gran confusión e inestabili­dad, que convertirá­n en una pesadilla las elecciones generales de marzo próximo. Ganarlas no será el pasaporte para gobernar sino para iniciar otras ne- gociacione­s y embrollos. Todo gracias a una ley electoral que combina el voto proporcion­al en el Parlamento con un 30% de colegios uninominal­es, donde más que un partido se elige un candidato.

La causa es que en el panorama político, dominado durante décadas por la antinomia destra-sinistra, la bipolarida­d ha quedado casi en ruinas por la aparición del Movimiento 5 Estrellas que lidera el cómico Beppe Grillo. Los “grillinos” y sus proclamas antisistem­a son, según muchos, la tabla de salvación de un país acusado de andar a los tumbos, con una clase política mediocre e insensible. Millones de jóvenes los votan.

El Movimiento 5 Estrellas ha creado un cuadro tripolar. Es el primer partido del país, rechaza cualquier alianza y cuenta con un 30% de los votos, según los sondeos. El gobernante partido Democratic­o de centroizqu­ierda, liderado por Matteo Renzi, y el amontonami­ento de la centrodere­cha en el que sobresale el tres veces ex primer ministro Silvio Berlusconi, tenían que evitar que los “grillinos” llegaran al poder sin aliados que los condiciona­ran.

El conejo en la galera fue la nueva ley electoral que impide en los hechos que nadie se alce con la victoria, a menos que logre una triunfo aplastante. La única forma de obtener una mayoría parlamenta­ria y poder votar en Senadores y Diputados la confianza a un nuevo gobierno se logra con una larga coalición. Italia es un país parlamenta­rio. El Ejecutivo nace y muere en las cámaras legislativ­as. En 2018, esto abre las puertas del infierno de una gran inestabili­dad con más exasperaci­ón política.

El espacio para las maniobras espurias es amplísimo, casi una exigen- cia. Berlusconi, que ha cumplido 81 años y está afuera del Parlamento por los efectos de una condena penal, cuenta hoy con el 16% en los sondeos y quiere llegar al 20%. Pero el amasijo de partidos y partiditos en la “destra” es enorme. En primer lugar por un aliado de extrema derecha, la Liga Norte de Matteo Salvini, ideológica­mente en la frontera con los neofascist­as en el lenguaje y la acción. Salvini está en la línea del Front Nacional francés de Marine Le Pen, justifica como “cosas de ragazzi” la violencia de los ultras hitleriano­s. Los sondeos le dan el 14% y con menos empuje que antes, porque el gobierno de centroizqu­ierda ha bloqueado en gran parte la inmigració­n en el Mediterrán­eo y aceptó mandar al fondo de la fila una ley para regulariza­r a 800 mil chicos nacidos en Italia, que van a la escuela y son hijos de inmigrante­s.

Salvini corre el riesgo de saturar con sus proclamas xenófobas y las maniobras de los rivales desde el gobierno le han desinflado sus temas favoritos. Según los sondeos, todo el arco de la centrodere­cha suma un victorioso 36%. Berlusconi trabaja para dar vida después a un gran arreglo con Renzi y su PD, a fin de formar juntos un gobierno de “vasto acuerdo”, que sepa defender también las empresas en crisis de “Berlusca” y lo ayude a levantar la prohibició­n judicial de toda actividad pública.

Para Renzi, que hace un año debió renunciar como primer ministro al perder un referendum constituci­onal, los tiempos son cada vez más difíciles. Recuperó el liderazgo del partido, pero se han ido algunos caciques muy importante­s, como Massimo D’Alema y Pier Luigi Bersani, para formar un nuevo partido a la izquierda del PD que lleva como candidato a premier al prestigios­o titular del Senado y juez antimafia Pietro Grasso. Según los sondeos, mientras el PD de Renzi se precipita debajo del 25%, la “sinistra” que se agrupa en torno a Grasso suma un 6,6% de consenso.

El marco general indica que Italia es el país que crece menos en el área europea, con un 1,6% este año y un 1,5% en 2018. Los jóvenes que comienzan hoy a trabajar no podrán jubilarse antes de los 71 y tal vez 75 años. Con pensiones bajísimas. El futuro se tiñe de un gris oscuro exaltado por los datos del crecimient­o de la pobreza, que ya araña o embiste, según los casos, a 20 millones de italianos.

Los abandonado­s, los jóvenes sin futuro, marginados por la creciente desigualda­d, los cortes salvajes en la salud pública y en la protección social que van aboliendo el Estado de Bienestar que fue el orgullo del “milagro” italiano durante medio siglo, motorizan la difusión del odio contra los inmigrante­s afroasiáti­cos, acusados de todos los males, que se arraiga en amplios sectores de la sociedad.

Los fascistas, cuya mentalidad e ideología arraigadas vienen de lejos, desde el Ventenio del Duce Benito Mussolini, están ganando visibilida­d y proyectan presentars­e en las próximas elecciones. Dos grupos se contienend­en esta área: Forza Nuova y Casa Pound. Ambos rivalizan entre ellos y exaltan los estilos violentos, xenófobos, que llevan la bandera contra la “sustitució­n étnica” de la que serían víctimas los italianos frente a la invasión extranjera. A ellos se agregan los más odiosos partidario­s de Adolf Hitler, en abierta milicia con los Skinheads en el centro norte de Italia, que organizan rondas barriales junto con los fascistas y los vecinos en las periferias de las ciudades, a la caza de los invasores extranjero­s. Sus acciones van generando inevitable­s reacciones y se enciende el riesgo de enfrentami­entos. ■

El Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo se convirtió en el primer partido del país.

 ?? EFE ?? Selfie. El ex premier Matteo Renzi, líder del Partido Democratic­o, de centroizqu­ierda, con un seguidor, en una marcha anti fascista en Como.
EFE Selfie. El ex premier Matteo Renzi, líder del Partido Democratic­o, de centroizqu­ierda, con un seguidor, en una marcha anti fascista en Como.

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