En un limbo legal, los medios digitales cuentan historias de una Cuba diferente
En la Web. Varias publicaciones recorren barrios y hablan de temas que no aparecen en la prensa oficial.
Despojados de los corsés ideológicos de la prensa oficial en Cuba, un grupo de jóvenes periodistas se sirve de medios alternativos, nacidos al calor de internet, para narrar a pie de calle otra Cuba, más compleja, rica y plural, en el limbo legal del mundo digital, todavía sin regular en la isla.
“El Toque”, “El Estornudo” o “Periodismo de Barrio” son algunas de las publicaciones digitales surgidas en la isla para desarrollar un periodismo independiente, desmarcado tanto de los medios estatales, controlados por el oficialismo, como de los vinculados a la disidencia que a menudo se escriben fuera de Cuba.
Una comunidad entera que se negó a votar por las promesas incumplidas de sus dirigentes, el comercio ilegal de juguetes sexuales, la contaminación que genera la destilería del ron Havana Club o las condiciones insalubres de algunos barrios en La Habana son algunas de las historias que han visto la luz gracias a estos medios, que se multiplican en el espacio virtual.
“Ese grado de libertad, esa sensación de hacer lo que tu responsabilidad y compromiso como periodista indica es maravilloso y no la sentía así en los medios estatales. Ahora puedo hacer una cobertura sin las mediaciones políticas de las conveniencias”, contó a la agencia de noticias EFE el director de El Toque, José Jasán Nieves, de 30 años.
La publicación, una de las pioneras, nació en 2014 con el apoyo de RNW Media, una ONG holandesa que impulsa la creación de medios plurales en países sin libertad de prensa, aunque para final de año pasará a ser un proyecto íntegramente cubano autofinanciado con publicidad y venta de servicios.
En los cuatro años transcurridos desde su fundación, El Toque se ha esforzado por contar “historias de ciudadanía”, como las de los emprendedores del incipiente sector privado, uno de los motores del cambio impulsado por el gobierno de Raúl Castro en Cuba.
“No son solo las historias, también estamos orgullosos del tono que empleamos, más reflexivo y menos polarizado”, apuntó Jasán.
Con poco más de un año de vida, la revista “El Estornudo”, con el periodismo literario como sello, ya presume de contar con el prestigioso premio Gabriel García Márquez de periodismo por el texto “Historia de un paria”, de Jorge Carrasco.
El trabajo narra la vida de Farah María, el travesti más conocido de La Habana, al tiempo que muestra un “retrato amplio y versátil de la vida en la Cuba de hoy”, según explicó el jurado del galardón.
“El premio nos confirma que estamos en el camino correcto y nos invita a avanzar, a seguir narrando esa Cuba que no se encuentra en casi ningún sitio dentro de la depauperada prensa cubana”, señaló a EFE el director de “El Estornudo”, Abraham Jiménez Enoa, de 29 años.
Según Jiménez Enoa, cuando alguien dentro de 30 años rescate el ejemplar del diario Granma de hoy “estará leyendo sobre un país que no existe”, una realidad paralela que es la que a su juicio muestra el periódico, órgano oficial del Partido Comunista cubano.
Igual que “El Toque”, el equipo de “El Estornudo” no tiene una sede fija: se reúnen periódicamente para repartir temas o consensuar enfoques, escriben en sus casas y publican desde los parques con conexión wifi que han nacido en Cuba en los últimos dos años, a 1,5 dólares la hora de conexión.
“Es muy difícil subsistir. Es extenuante trabajar en esas condiciones. Venir a un parque, escribir bajo la sombra de un árbol cayéndote hormigas; si llueve hay que irse”, apuntó Jiménez, convencido de que, de todos modos, el esfuerzo merece la pena.
Sin apoyo económico, los periodistas de “El Estornudo” solo cobran si “venden” alguno de sus trabajos a grandes medios internacionales, como ha sucedido en algunas oportunidades con BBC Mundo, Al Jazeera, Univisión o The Huffington Post.
Con un enfoque ambientalista, “Periodismo de Barrio” ha introducido en la agenda mediática de Cuba desde 2015 temas sobre cambio climático, comunidades vulnerables o acceso al agua con largos reportajes de investigación.
“Lo conseguido hasta hoy es mucho porque un grupo de medios está demostrando que se puede hacer buen periodismo por jóvenes graduados de las universidades cubanas sin responder a intereses políticos”, indicó Julio Ba- tista, de 28 años, del consejo editorial de “Periodismo de Barrio”.
Se financian con fondos internacionales como los de la Fundación Sueca de Derechos Humanos, un aporte que permite a sus periodistas recibir una “remuneración justa” por su trabajo, frente al exiguo salario de 20 dólares al mes que pagan los medios estatales.
Aunque según Batista, reducir al salario la eclosión de los medios alternativos es un “error”, pues la mayoría de sus periodistas escriben “por una cuestión de realización profesional”, y no simplemente por una necesidad económica.
Los tres jóvenes coinciden en que el futuro de estas publicaciones pasa por su legalización, ya que ahora no tienen otra opción que realizar su tarea de forma “alegal” como medios digitales sin regular en la isla, donde la ley sólo contempla prensa escrita, radio y televisión.
Jasán sueña con una nueva ley de prensa “incluyente” que inscriba estos medios en la legalidad: “No puedo evitar sentirme completamente ilegal porque no tengo nada que me defienda”, señala.
“Lo que hay que regular no es la propiedad del medio, sino la responsabilidad del periodista con la ciudadanía como servicio público”, puntualiza a su vez Julio Batista. Lo cierto es que, mientras tanto, las historias de los cubanos de a pie, sus preocupaciones, conflictos y también sus buenas noticias, se cuelan al mundo a través de la web. ■
Los medios digitales no están contemplados por ahora en las leyes de comunicación de Cuba, que sólo tiene en cuenta la prensa escrita, radio y televisión.