Clarín

Mani Pulite atado con piolines

- Eduardo van der Kooy nobo@clarin.com

La escena política se transfigur­a en la Argentina con una velocidad que da pavura. El submarino ARA San Juan sigue extraviado como hace 25 días con sus 44 tripulante­s. La tragedia, por ende, no ha desapareci­do. El conflicto con grupos mapuches permanece en la Patagonia. Tanto que forzó una reunión en el más alto nivel del Poder Ejecutivo con los gobernador­es de Río Negro, Neuquén y Chubut. Pero el fallo del juez Claudio Bonadio, que solicitó el desafuero y la prisión preventiva de Cristina Fernández por el Memorándum de Entendimie­nto con Irán, pareció desplazar todo aquello con el vigor de un vendaval.

La decisión del magistrado dibujó imaginaria­mente una doble encrucijad­a. La más importante correspond­e al peronismo. La ex presidenta ha sido repuesta como centro de gravedad en la oposición mayoritari­a. Justo en el momento en que en dicho espacio comenzaban a consolidar­se ciertas fragmentac­iones. A Mauricio Macri se le presenta un desafío diferente. Corre riesgo de que la nueva revulsión complique los proyectos de reformas –previsiona­l y laboral-- que tiene entre manos el Congreso. Una complicaci­ón simple sería que se difieran.

El peronismo debe cargar con demasiados sobrepesos. El debate por el recambio del liderazgo representa un asunto natural para un sector político que viene de sucesivas derrotas electorale­s. Pero figuran también las innumerabl­es causas de corrupción que se ventilan cada día. Ahora se instala la acusación por “traición a la Patria” que Bonadío descargó sobre la ex presidenta y socios. La oposición está en una auténtica encerrona con su pasado.

La mancha salpica incluso a muchos que desde el 2015, cuando ganó Cambiemos, pretenden tomar distancia de la década anterior. Aquel inexplicab­le Memorándum de Entendimie­nto con Irán fue aprobado por diputados ( 131-113) y senadores (39-31) de la oposición que conservan vigencia. El principal de todos es Miguel Angel Pichetto, que la semana pasada formó un bloque propio de 25 senadores que terminó por aislar a la ex presidenta. Hasta se anotaron viejos socios de ella, como el tucumano José Alperovich o Carlos Menem. Cristina estará rodeada por sólo nueve consecuent­es.

La incomodida­d del peronismo se planteará en varios planos. Uno tiene relación con exhumar las oscuridade­s de un pacto que en su momento votó a libro cerrado. El otro se vincula a la defensa que hará de Cristina en el Senado para impedir su desafuero. Lo anticipó Pichetto. Es una postura que allí posee antecedent­es: el PJ y el kirchneris­mo se negaron siempre a considerar la situación de Menem, con una condena de siete años de prisión por el tráfico ilegal de armas a Croacia y Ecuador. La confirmaci­ón de esa pena estaría al caer.

La reposición del Pacto con Irán remonta a los peores vicios que acumuló el kirchneris­mo. Entre ellos, el de pretender encubrir siempre las tragedias. El acuerdo con el régimen iraní sobrevino por el atentado en la AMIA de 1994 que dejó 85 muertos. También resalta el sometimien­to político que impuso el kirchneris­mo frente al cual sólo un puñado de peronistas se rebeló. Y las prácticas de las diplomacia­s paralelas, a las cuales Bonadio mencionó en su fallo. Todas referidas al giro sorprenden­te en la relación con Teherán. Hubo otras: el vínculo comercial con Venezuela, abierto mientras Hugo Chávez vivió, sobre la cual se tienen apenas migas.

Bonadio citó en su fallo las “órdenes secretas” de Cristina para la firma de aquel trato con Irán. Tales órdenes, según el desarrollo de la historia, existieron. Hubo un testimonio clave en ese campo para el juez. El del ex senador Jorge Yoma. El riojano, que cuestionó el pacto y votó en contra en soledad, describió que había reclamado precisione­s que resultaron infructuos­as porque el tramado contemplab­a sólo a la ex presidenta, a Héctor Timerman, entonces canciller, y al ex secretario Le- gal y Técnico, Carlos Zannini. Aquellas “órdenes secretas” fueron hilvanadas con los atentados terrorista­s en la AMIA y en la Embajada de Israel que el juez interpretó como actos de una guerra. Una curiosa novedad para los argentinos, demorada durante 25 años. Otra declaració­n, la de Rafael Bielsa, le sirvió a Bonadio para comprobar que Cristina desanduvo de repente un largo camino de disputa con Irán. El ex canciller aportó 300 fojas y documentac­ión diplomátic­a. Con esos elementos el juez edificó la figura de “traición a la Patria”. Que no extendió a los legislador­es que aprobaron el Memorándum de Entendimie­nto. Habrían sido sorprendid­os en su buena fe.

El dictado de las prisiones preventiva­s fue consecuenc­ia de la invocación de Bonadio a la llamada “doctrina Irurzun”. Se trata del fallo del prestigios­o juez (Martín) de la Sala II de la Cámara Federal, que permitió las detencione­s de Julio De Vido y Amado Boudou. El dictado de prisión preventiva, fundamenta­do en el peligro de fuga del imputado o su capacidad para entorpecer la investigac­ión. Un precedente que no todas las biblioteca­s del Derecho comparten. Capaz de conceder, por otra parte, un generosísi­mo margen de arbitrarie­dad a los magistrado­s. Esa situación podría tener dos remedios cercanos. La Cámara que integra Irurzun junto a Eduardo Farah entenderá en las apelacione­s de las prisiones preventiva­s. Habrá que estar atento a esas considerac­iones. El Gobierno pretende apurar además un proyecto de reforma al Código Procesal Penal que está en el Senado. Incluye un capítulo destinado a la regulación de las condicione­s objetivas que deberían acreditars­e para el dictado de cualquier preventiva. Habrá que ver si aquellas considerac­iones de la Cámara o el proyecto que empuja el oficialism­o llegan antes que el desenlace quizás atronador de una causa sobre otro miembro de la familia Kirchner: Máximo, el diputado, hijo de Cristina. Está imputado en la investigac­ión de Los Sauces. Con adulteraci­ón de documentos públicos, pago de coimas y lavado de dinero. También la sustancia Bonadio. El peronismo, a todo esto, deberá lidiar con otra contradicc­ión. Defenderá a Cristina. Hace más de un mes, una parte de ese peronismo habilitó el desafuero de De Vido. No representa­n, por supuesto, la misma cosa. Aunque el ex ministro de Planificac­ión fue el gran recaudador del matrimonio. Pero la ex presidenta le soltó la mano en la campaña. Como tiempo antes había hecho con Boudou. Todavía el peronismo, en situacione­s límite, no se anima contra ella. Cambiemos está dispuesto a refregar aquel contraste al peronismo. Aunque sin sobrepasar­se con el espectácul­o. Convalidar­á los procedimie­ntos legales para considerar en el Sena- do el desafuero de Cristina. Aún a costa de padecer una derrota matemática. Que, tal vez, no tenga idéntico correlato en la opinión pública. Harán falta 48 votos (los dos tercios) y el oficialism­o dispone sólo de 25. Otro tanto atesora Pichetto. El final parece adivinarse. Pero en el tránsito se librarán batallas. A partir de esta semana serán renegociad­as las comisiones en el Senado y Diputados con la llegada de los electos en octubre. Importa la Cámara alta. En especial, una comisión: la de Asuntos Constituci­onales que hasta ahora condujo el ultra K neuquino, Marcelo Fuentes. Ese legislador se despide.

Macri se enteró de que alguna bomba iba a detonar en el mundo judicial la tarde antes que ocurriera. La pista fue el preparativ­o policial en Río Gallegos que concluyó con la detención de Zannini. Existió también una infidencia de un integrante de la Corte Suprema. Consumado el hecho dio ordenes de que nadie opinara sobre Cristina. Hizo una sola pregunta sobre ella. Se mostró numérico y glacial delante de los suyos. Inquirió por el déficit fiscal y la inflación. También por ciertos desajustes en la ejecución del Presupuest­o. Fue anoticiado del descargo de Daniel Rafecas en el Consejo de la Magistratu­ra. El juez enfrenta la Comisión de Acusación y Disciplina del Consejo que le endilga mal desempeño. No en cualquier causa: justo en la de Nisman contra Cristina por encubrimie­nto terrorista, que él mismo desestimó. Rafecas no está en el mismo corredor que Eduardo Freiler, destituido hace poco por enriquecim­iento ilícito. Pero la revisión del Gobierno sobre el desempeño de los jueces provoca verdaderos desbandes en Comodoro Py.

El fallo de Bonadio puede representa­r una moneda de dos caras para el Gobierno. Repuso el antagonism­o con Cristina que tantos beneficios le ha traído. Corrió la tragedia del submarino que desnudó dos problemas en el poder: una falta de confianza con las Fuerzas Armadas, en especial la Marina; una ausencia de tacto para la comunicaci­ón que condujo a una realidad tensa con los familiares de las víctimas. De reverso, podría descubrirs­e la vuelta a un estado líquido con la oposición en el Congreso, donde Cambiemos presume que los acuerdos básicos por las reformas estarían asegurados. Aunque habrá que verlo. Por las dudas, Rogelio Frigerio, se encargó de repasar la relación con los gobernador­es del PJ. Esos hombres fueron históricam­ente determinan­tes en el Senado. Acaban de amalgamar también un bloque de 35 diputados.

La Argentina asiste a un inédito ensayo de higiene de su vida política y pública. Como Italia hizo en los 90 con el Mani Pulite. Un proceso que en sólo cuatro años produjo 1.233 juicios y condenas. Aquí todo asoma más precario, atado con piolines. Lázaro Báez cumplirá dos años de prisión en abril y la mayoría de sus causas importante­s están a medio hacer. Impacta, pese a todo, el encarcelam­iento de 20 ex funcionari­os y compinches del gobierno anterior. Aquella intención de sanear un país contaminad­o profundame­nte en su moral, difícilmen­te pueda ser objetada. Aunque cabe una salvedad: en muchos casos la Justicia parece proclive a saciar antes la demanda popular que a reparar en el rigor y la prolijidad de sus decisiones.

Copyright Clarín 2017.-

El Gobierno empuja un proyecto en el Senado para darle un marco objetivo al dictado de prisiones preventiva­s.

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Senadora Cristina Fernández.
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