Clarín

A 50 años del primer trasplante cardíaco, hay 135 argentinos en lista de espera por un corazón

Fue una de las grandes proezas del siglo XX. Y el médico sudafrican­o que la logró se convirtió en celebridad. Hoy, en el país, la esperanza es cada vez más grande para los que están en lista de espera. Pero se necesita que más gente se inscriba para donar

- Rosario Medina rmedina@clarin.com

A principios de diciembre se cumplieron 50 años del primer trasplante de corazón en el mundo. La hazaña médica tuvo lugar el domingo 3 de diciembre de 1967 en Sudáfrica, cuando el cirujano Christian Barnard implantó el corazón de una joven de 25 años con muerte cerebral a un hombre de 53 años con una grave afección cardíaca. El paciente murió 18 días después, por una neumonía causada por la debilidad inmunológi­ca en la que se encontraba. La autopsia reveló que su nuevo corazón estaba en perfecto estado.

Semejante logro llamó la atención mundial. Barnard se convirtió en una celebridad par ala comunidad médica, pero también resultó duramente criticado por personas que lo acusaban de creerse Dios. “El profesor Barnard recibió cartas muy críticas, algunas lo calificaba­n de ‘carnicero’”, contó la enfermera Dene Friedmann, que asistió a la operación. Cuando es- to ocurrió, ya se realizaban trasplante­s de hígado y riñón, pero nadie se había animado a intentarlo con el órgano de mayor carga simbólica. El médico de 45 años fue calificado de “sádico”, “buitre”, “anormal”. Pero eso no evitó que el logro convirtier­a a este cirujano en figura mundial. “El sábado era un cirujano en Sudáfrica, muy poco conocido. El lunes era una eminencia mundial”, reconoció Barnard 30 años después. Murió en 2001.

Al año siguiente, el 31 de mayo de 1968 se concretó en Argentina el pri- mer trasplante cardíaco. Lo realizó el cardiociru­jano Miguel Bellizi en la Clínica Modelo de Lanús. Fue el trasplante número 19 en el mundo. El paciente sobrevivió a la operación 94 horas, víctima de un derrame cerebral. Bellizi murió en 1991.

A 50 años de ese histórico hecho, en la Argentina hay 135 personas a la espera de un trasplante de corazón, de un total de 7.926 pacientes que esperan un órgano y 10.878 si se suma a los que también aguardan tejidos. “Desde los ‘90, década en que se ha- bilitaron los primeros equipos de trasplante cardíaco, el sistema de donación concretó en el país 1.728 trasplante­s de corazón”, informó el Incucai. En todo el país hay 23 equipos de trasplante cardíaco, 10 en la Ciudad y otros 13 ubicados en seis provincias del país. Además hay 5 equipos de trasplante cardiopulm­onar, 4 en la Ciudad y uno en Mendoza.

El corazón, más allá de su carga simbólica, tiene la particular­idad de ser un órgano único y esencial para vivir. “Con un riñón se puede vivir, con un pulmón también se puede vivir. Sin el único corazón que tenemos no se puede vivir. Si la única salida terapéutic­a es el trasplante cardíaco, uno debe pensar –porque así lo toman los pacientes- que cada minuto es un día de vida. Y cada día es una vida. Hoy por hoy la sobrevida es muy buena. No hay un techo”, afirma a Clarín el doctor Horacio Vogelfang, jefe del equipo de trasplante cardíaco del Hospital Garrahan, que realizó más de 50 operacione­s de este tipo.

Según el especialis­ta, en 50 años cambió, más que la técnica, todo lo que está alrededor. “Por ejemplo, hoy tenemos las máquinas extracorpó­reas que permiten durante horas que la sangre circule a través de materiales biocompati­bles”, explica el médico. Destaca los grandes adelantos que hubo en cuanto a las drogas inmunosupr­esoras. Pero agrega: “Seguimos esperando drogas con menos efectos colaterale­s”.

Hoy, la aparición del corazón artificial permite que muchos pacientes puedan esperar un trasplante. “Los chiquitos tienen gran dificultad para obtener donantes, porque deben ser compatible­s por tamaño, estructura, peso y es difícil de obtener en población pediátrica debido a que afortunada­mente fallecen menos chicos que adultos. Y no todos los que fallecen pueden ser donantes. Estos elementos que reemplazan la función del corazón están permitiend­o mantener con vida a muchos pacientes pediátrico­s que esperan un donante”, afirma. Y recuerda el caso de una paciente que estuvo casi 3 años viviendo conectada a un Berlin Heart, hasta que finalmente llegó su corazón. Hoy ya lleva dos años trasplanta­da. “Todo esto era impensable en los ‘60”, agrega.

Sin embargo, esto no quita que pese a los avances, exista un limitante: la falta de donante. “Hacen falta más donantes”, dice Vogelfang. Pero vale aclarar que no todas las personas que mueren pueden donar. “Para poder donar órganos, la persona debe morir en la terapia intensiva de un hospital.

Sólo así puede mantenerse el cuerpo artificial­mente desde el momento del fallecimie­nto hasta que se produce la extracción de los órganos”, afirma el Incucai.

Por eso, Incucai y especialis­tas insisten en que es importante inscribirs­e en el registro de donantes, pero también hablar en familia sobre el tema, para que llegado el momento, puedan tomar una decisión que permita salvar otras vidas. ■

 ?? DIEGO DÍAZ ?? Encuentro en el Garrahan. Clarín reunió a Romina Pérez Manelli, trasplanta­da cardíaca hace 17 años; a Eva Arce, mamá de Zoe, que espera un corazón; y a Ezequiel Lo Cane, papá de Justina, paciente fallecida a quien ese corazón no le llegó. Tres...
DIEGO DÍAZ Encuentro en el Garrahan. Clarín reunió a Romina Pérez Manelli, trasplanta­da cardíaca hace 17 años; a Eva Arce, mamá de Zoe, que espera un corazón; y a Ezequiel Lo Cane, papá de Justina, paciente fallecida a quien ese corazón no le llegó. Tres...

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