“La noche de las velitas”, la fiesta popular que llega desde Colombia
Es una forma de dar la bienvenida a la Navidad. Unas 500 personas la celebraron en Parque Rivadavia.
Gisella Acosta dice que su primera vez fue sobre Rawson, en Olivos; mientras lloraba, los vecinos la miraban raro, sin entender qué hacía y el por qué de sus lágrimas. Fue hace 17 años. Acosta es colombiana y, cuando se refiere a “su primera vez”, habla del primer 7 de diciembre fuera de su país, en una de las tantas “noches de las velitas”. Se trata de una tradición histórica y popular colombiana, que consiste en prender velitas en la vereda, a la altura de la puerta de su ca- sa, para darle la bienvenida a la Navidad. El ritual es en familia y culmina con el armado del arbolito y el decorado de la casa. “Recuerdo mi infancia en Cali: en mi cuadra se prendían velitas de esquina a esquina. Además, se encendía el alumbrado oficial y todo el país estaba iluminado. Es muy triste prender velitas a la distancia y en soledad. Por eso es que con los años comenzamos a organizarnos para reunirnos”, explica. Ahora son las 20 del jueves 7 de diciembre y Acosta prende velitas en un contexto muy distinto al de aquella vez en Olivos: lo hace en el Parque Rivadavia, rodeada de unos 500 compatriotas. El evento fue organizado por la Asociación de Mujeres Colombianas en Argentina, con el permiso del Gobierno de la Ciudad. Es la décima edición porteña; la primera fue en una iglesia de Recoleta y cada año cambia de lugar. Lo que ocurre en Caballito se repite en cada rincón del mundo donde se encuentre una comunidad de colombianos. Dos chicos argentinos, hijos de colombianos, y dos chicos colombianos hacen lo mismo sobre el piso blanco del Parque. Martha Antívar nació en Barranquilla y es mamá de uno de e- llos. A su lado, explica que los dos nenes no conocen Colombia pero que sus padres le encargaron traerlos para que sigan “cultivando la costumbre desde pequeñitos”. Los cuatro juegan a que las velitas no se apaguen. Martha cuenta que lo mismo ocurre en Barranquilla, por las fuertes brisas. “Como colombianos estamos muy pendientes de las actividades que difunde la Embajada en Buenos Aires. Donde dicen ‘Hay comida colombiana’, allá vamos. O ‘Día de velitas’, o ‘Buenos Aires celebra Colombia’, allá vamos. Lo mismo con los festejos patrios. Buscamos sentirnos lo más cerca de nuestro país y encontrarnos con compatriotas”. Juanita Omaña es cucuteña. Lleva cuatro años en Buenos Aires y se trata de su primera “noche de las velitas” junto a sus compatriotas residentes. Antes las prendía en su casa. “Somos muy distintos”, analiza. “Los colombianos somos más creyentes. Eso hace que para nosotros la Navidad lo sea todo. Aquí me cuesta mucho encontrarla. Ustedes hacen una cenita, se dan un abrazo a las 12 y ya. Prender velitas es el comienzo de algo muy hermoso para nosotros. Además, es darle el paso a la Virgen; iluminar las calles para darle paso, porque llega mañana. Me lo habían dicho: la Navidad porteña nunca se parecerá a la colombiana”. En el monumento a Bolívar, esta noche, hay dos culturas juntas. Por un lado, los argentinos hacen sus vidas: algunos juegan al fútbol-tenis, otros pasean perros. También están los que se acercan a curiosear. Y por el otro, los colombianos que disfrutan la oferta ambulante: arepas y tamales. Hay distintos grupitos que se apoyaron sobre el pasto, como si estuvieran de picnic. Se escuchan canciones de Carlos Vives, vallenatos y cumbias. Desde un escenario improvisado suenan villancicos. Se reparten dulces, sonajeros, velitas (blancas, rojas y verdes) y farolitos. “En la Ciudad de Buenos Aires, hay 50 mil colombianos registrados”, asegura la presidenta de la Asociación de Mujeres Colombianas en Argentina, Alexandra Rodríguez. Ella es de Pereyra. Lo primero que cuenta es la “colombianización” de la Ciudad en los últimos cinco años: nombra restaurantes, discotecas y distintos eventos que se realizan en las calles. Rodríguez agrega que sus compatriotas ahora le están pidiendo que organice “la novena”, que consiste en rezos que se hacen entre el 16 y el 24 de diciembre. “Es para no perder nuestras tradiciones. Lo que hacemos es solidificar costumbres sanas que representan la unión de la familia. Esto es respirar un poco de aire colombiano. Recién un chico me dijo que hacía meses que no sentía nuestro acento. Y el argentino está siempre; es muy curioso de nuestra cultura, ya sea para probar nuestra comida o mirar cómo son nuestros eventos”.