Clarín

Las peripecias del cronista y el voyeurista

El documental original de Netflix reconstruy­e las circunstan­cias que rodearon el “escándalo Talese”.

- Verónica Abdala vabdala@clarin.com

“Gerald Foos me embarcó en un largo viaje hacia el olvido. Es el fin de mi carrera y mi reputación”, dice el legendario periodista y escritor Gay Talese cuando, a poco de la aparición de su último libro, The Voyeur’s Motel (2016), enfrenta las pruebas fácticas de que su única fuente le ha mentido y llega a creer que la novela de no ficción que le ha insumido 25 años acaso reproduce los probables delirios de un fabulador.

Ese es el momento más álgido del documental original de Netflix que la plataforma de streaming estrenó el 1° de diciembre y que reconstruy­e la enrevesada trama de una investigac­ión de Talese que se extendió por más de 30 años. Fue después de publicar La mujer de tu prójimo -un estudio sobre la revolución sexual en los EE.UU.- y a partir del momento en que un voyeur profe- sional, llamado Gerald Foos, lo contactó por carta -en 1980- con la intención de que contara alguna vez su historia.

Foos, propietari­o de un motel en Colorado, Kansas, llevaba por entonces 15 años observando la vida sexual de sus huéspedes, una práctica (ilegal) que se extendería por un total de tres décadas. En ese lapso, llevó un pormenoriz­ado registro de lo que veía y oía desde el observator­io que él mismo había construido y lo conectaba con las habitacion­es a través de las rendijas de ventilació­n.

Talese no solo se interesó por la historia sino que además participó de las prácticas voyeuristi­cas, a sabiendas de que violaba la privacidad de los incautos clientes, y terminó siendo depositari­o de los diarios de Foos, a partir de los que escribió un artículo en la revista The New Yorker, y después su libro, publicado aquí este año.

La película reconstruy­e el vínculo de amor y odio entre Talese y Foos, y explora sus semejanzas y diferencia­s: como en un juego de cajas chinas, ambos se han dedicado a narrar vidas ajenas y se disputan el control del relato de la historia de Foos, mientras el espectador se pregunta cómo es que uno de los mayores cronistas estadounid­enses terminó enredado con un freak, que pasó de observar a ser observado al acceder a salir de su escondite, aunque no está claro si lo que cuenta es verdad.

Myles Kane y Josh Koury, directores del documental, reflejan con habilidad este juego de complicida­des y sospechas, alternando entrevista­s y escenas de la vida cotidiana rodadas en el estudio de Talese, en Manhattan, y en la casa de Foos, en Denver.

La relación entre ellos alcanza su máximo punto de tensión cuando el Washington Post finalmente descubre que muchos de los datos aportados por Foos en relación a su historia fueron, si no falsos, al menos imprecisos. Y que Talese no lo advirtió. “Seremos recordados como unos mentirosos”, le escribe el escritor al voyeur en su momento de mayor ofuscación. Aunque la historia tendrá otro vuelco.

Quedará en el espectador avalar o no el trabajo de Talese. ■

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Enemigos íntimos. Gerald Foos -el voyeur del relato- mantuvo una relación de amor-odio con el escritor Gay Talese.

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