Independiente , a todo o nada en el Maracaná
A las 20.45 juega la final de la Sudamericana con Flamengo.
Hay camisetas rojas por todos lados y una locura diabólica que parece atravesar lo mejor de la historia de Inde- pendiente... Los memoriosos cuentan que la mística copera nació acá en Río de Janeiro, en el Maracaná, tras dar vuelta un 0-2 ante el Santos (pero sin Pelé) en la primera semifinal de la primera Libertadores que ganó el Rojo, allá por 1964. Y aquí está Pepé Santoro, que pronto heredaría el arco que defendió Toriani esa noche. También está el Chivo Pavoni, capitán de los setenta y antecesor del saludo que inauguró Chivita Maldonado y ahora replica Tagliafico, con enorme efecto emotivo en los hinchas. Además llegó Bertoni, tal vez incompleto porque Bochini no pasó del Aeroparque, ya que no le gusta viajar en avión y quizás no quiera romper la cábala de no haber ido a los anteriores partidos como visitante. Pero el Bocha está siempre.
Independiente está viviendo en el presente lo que extrañaba del pasado. Esa adrenalina de la gloria. Claro, le falta un paso. Pero para entender cuánto de especial tiene para todo Independiente esta final tal vez haya que mirar los rostros de sus hinchas cuando gritan "El Rey de Copas la puta que lo parió". Con furia, con revancha. Porque no sólo ganar la Sudamericana esta noche ante Flamengo sería volver a tener una Copa en la mano tras siete años, también implicaría el retorno a la Libertadores, la novia de la infancia.
Para esos hinchas que están viviendo estas horas entre la ilusión y la incertidumbre de no saber si van a entrar al Maracaná (las 4 mil entradas que recibió el club quedaron más que cortas y se calcula que hay casi el doble de fanáticos rojos en Río) es un volver a vivir tras años de equipos que no estuvieron a la altura de la historia, con un descenso incluido.
Holan es uno de esos hinchas que añoraba el pasado y ahora está aportando todo lo que puede para cambiar el presente. También este momento es muy especial para los pibes del club. Representados en Martín Benítez, quien ayer en conferencia de prensa dijo: "Esto es lo que deseé siempre, lo que soñé toda la vida. Jugar una final y ver a Independiente como está ahora. Estoy ansioso pero a la vez lo estoy disfrutando mucho. No se juega todos los días una final y esto nos va a cambiar la vida a todos, no sólo a los jugadores, también a los hinchas".
Será más que especial para Ezequiel Barco, porque seguramente será la despedida de la última joya roja, con apenas 18 años. Por lo bajo se afirma que su pase al Atlanta del Tata Martino está hecho y que al club le quedarán 12 millones de dólares limpios más un millón posible por objetivos y un 10 por ciento de un futuro pase. Por ahora nadie lo quiere confirmar y es lógico. No es el momento, pero habrá que hacerse a la idea.
Será también diferente para Bustos y para Franco, otros pibes del club con menos de un año en Primera. Y para los que llegaron de otros lados, como Sánchez Miño, quien hace un año nomás era de los más apuntados en los insultos de los hinchas tras una derrota con Racing que le costó el puesto tres partidos después a Gabriel Milito. Vale el recuerdo: el 4 de diciembre del año pasado los hinchas recibieron al plantel con huevazos contra el micro, no perdonaban la humillación en el clásico. Esa noche ante River debutó Bustos y además de Sánchez Miño fue muy insultado el Marciano Ortiz. Quedan de aquella formación pocos: Campaña, Figal (ahora suspendido pero acompañando aquí, como Jonás Gutiérrez, al equipo), el Torito Rodríguez, Meza (que ingresó luego por Denis). Todo cambió, pero conviene no olvidar.
Muchos más se suman a la lista por tener razones para que esta aventura del Maracaná sea muy especial. Gigliotti, con su resurrección y el recuerdo del penal atajado por Barovero a cuestas, también.
Independiente vuelve a sentir orgullo por sus colores (aunque hoy jugará vestido de blanco) y disfruta de un renacer que no debería abandonar si Flamengo le moja las alas,
algo que nadie puede descartar. Porque Independiente volvió a ser Independiente, con estilo propio, con resultados, con identidad. Las caras de los hinchas, aunque enojados por su padecer de estas horas sin entradas, lo demuestran. La mística que representan Santoro, Pavoni, Bochini y Bertoni. El corazón de Holan, que viaja entre el técnico y el hincha. La ilusión de los pibes que sueñan como Benítez con su primera Copa y con ser parte de una historia que también busca refrescarse.
Todo eso es Independiente hoy. Un veterano en batallas en el cuerpo de un adolescente que va a buscar a su novia para salir por primera vez.