Clarín

El fútbol vive su esplendor planetario

- Marcelo Guerrero mguerrero@clarin.com

Faltan seis meses para el Mundial 2018 y la FIFA ya decidió que el de 2026, en sede a designar, será de 48 países, el triple de participan­tes que hasta 1978. El objetivo es aumentar el interés planetario de la competenci­a, vender más publicidad, subir los ingresos por televisión... Al cabo, recaudar más dinero.

Sólo el fútbol puede darse el lujo de la masividad: imaginemos cuán desparejos serían los mundiales de rugby o hockey sobre césped con semejante cantidad de equipos. ¿Cuánto terminaría un partido entre los All Blacks y los Blue & White, por ponerles un apodo a las seleccione­s de rugby de Honduras o Guatemala?

La FIFA también parece haber tomado nota de que la mayor expresión del espectácul­o futbolísti­co se da a nivel de clubes. Hasta hace poco, Barcelona reunía a los mejores atacantes de Argentina, Uruguay y Brasil. ¿La Selección de Francia puede, acaso, armar una delantera como la del PSG, con Mbappé, Cavani y Neymar?

Usted, hincha de tribuna y televisión, ¿prefiere ver un Holanda-Bélgica en la Eurocopa o un Bayern Munich-Manchester United en la Champions, con Robben y Lukaku presentes en los dos partidos?

Desde hace tiempo vamos hacia un fútbol de equipos globales y, siguiendo esa dirección, la FIFA estudia realizar cada cuatro años un Mundial de 24 clubes, con cinco de Sudamérica (los últimos cuatro campeones de la Libertador­es más el de mejor ranking).

Habrá que ver si el nuevo proyecto entusiasma a los espectador­es, es viable en función de los calendario­s locales y, la misión más complicada, si logra quebrar la hegemonía europea en el Mundial de Clubes, sucesor de la Interconti­nental que albergó Japón desde 1980 y de aquella apreciada Copa Europeo-Sudamerica­na que supieron conquistar Racing, Estudiante­s, Independie­nte, Boca y River, citados por riguroso orden cronológic­o.

El Mundial de Clubes empezó a disputarse en 2005 y, salvo en las dos primeras ediciones, ha habido un dominio casi absoluto de las delegacion­es del viejo continente.

Real Madrid, que busca en Abu Dhabi su tercera corona en la competenci­a, fue campeón en 2014 y 2016. Los madrileños no pierden una final internacio­nal desde 2000, cuando el Boca de Bianchi, Palermo y Riquelme los madrugó en Japón. El mejor Barcelona de todas las épocas, con Messi, Piqué e Iniesta, se consagró en 2009 (victoria sobre Estudiante­s por 2-1 en suplementa­rio), 2011 y 2015. De los últimos diez torneos, nueve fueron para los gigantes de Europa. Corinthian­s anotó la única excepción en 2012, cuando venció al Chelsea con un gol del hoy suspendido peruano Paolo Guerrero.

Planteles que a golpes de chequera se renuevan todas las temporadas, sumando a las estrellas del mercado, tienen notoria ventaja sobre los que afrontan grandes dificultad­es para retener a las figuras jóvenes.

¿Cómo hubiera hecho el Racing de Pizzuti para ganarle la Interconti­nental al Celtic escocés si el Chango Cárdenas, el Lautaro Martínez de entonces, se le iba después de una decena de fechas?

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