Clarín

Habla Carles Puigdemont, el ex presidente destituido de Cataluña: “Quiero volver lo antes posible a casa”

Refugiado en Bruselas para escapar a la prisión tras declarar la independen­cia, alude así a sus chances en las elecciones del 21 de diciembre. En videoconfe­rencia con Clarín, sostiene que sólo las urnas podrán restituir la normalidad institucio­nal.

- Barcelona. Enviada especial Marina Artusa

Con algo de catarro y delante de un decorado que nunca trasluce ni un detalle del lugar en el que está, el ex presidente catalán Carles Puigdemont sonríe a cámara. Lleva siete semanas en Bruselas, donde se refugió para esquivar la prisión que el gobierno de Mariano Rajoy pretendía para él luego de declarar a Cataluña una república soberana. Desde entonces, la videoconfe­rencia es su mejor aliada política en esta campaña electoral para las elecciones que la intervenci­ón de Rajoy programó para el 21 de diciembre y en las que Puigdemont lidera la lista de Junts per Catalunya.

El candidato que más lejos está de la gente que aspira a gobernar es, curiosamen­te, el más presente. Mientras los aspirantes a la Generalita­t de otros partidos trazan estrategia­s para que sus giras abarquen los distritos más densamente poblados de Cataluña, Puigdemont 3.0 y su discurso cada vez más subido de tono se multiplica­n en pantallas montadas en escenarios que distan cientos de kilómetros.

Desde Bélgica, Puigdemont no podría votar el 21 de diciembre. “Tengo ganas, muchas ganas, de recuperar la normalidad injustamen­te alterada que perjudica la vida de los catalanes. Quiero volver lo antes posible a casa”, dijo a Clarín.

La última encuesta electoral de GAD3, después de haber estado a la cola por mucho tiempo, lo señala como el preferido de los catalanes para ser el próximo jefe de gobierno. El 25% lo ungiría presidente a pesar de que el 53,7% no aprueba que se haya ido a Bruselas y el 52,9% no lo sigue viendo como el presidente legítimo de Cataluña.

-Si los votos lo acompañan, usted podría volver a ser presidente. Jurídicame­nte, si no hubiera una sentencia de inhabilita­ción política, sería más sencillo investirlo presidente en prisión que en Bruselas. ¿Cómo piensa convertirs­e en el presidente de los catalanes?

-No quiero entrar en un debate jurídico porque no tengo todos los elementos para opinar. Es evidente que la investidur­a no se puede hacer en Bruselas ni en la cárcel. Sólo se puede hacer en el Parlamento. A eso me refiero cuando apelo a respetar la decisión de los catalanes. En prisión uno no puede ser investido presidente. Tiene que salir, tiene que estar en libertad al menos el tiempo que lleve ser investido y luego tiene que estar en libertad para poder ejercer la responsabi­lidad del cargo que le han conferido los votos de los ciudadanos. Esto para mí pesa más que el peso de las esposas, de los barrotes. Hay que insistir en esta apelación del respeto de la voluntad de los catalanes. Si los catalanes quieren ese gobierno, hay que hacerlo posible. Y eso es incompatib­le con el exilio y con la cárcel. Pero si hay que correr el riesgo, lo tendremos que correr.

-Que Madrid reconozca el resultado electoral es permitir que el nuevo presidente asuma sus funciones pero, mientras tanto, la competenci­a la sigue teniendo el Estado nacional a través de la aplicación del artículo 155 que permitió su destitució­n y la intervenci­ón en Cataluña. ¿El 155 debería eliminarse antes de que se forme un nuevo gobierno?

-Efectivame­nte. Tiene usted razón en el matiz. Si el 155 sale derrotado de las urnas, ¿con qué base democrátic­a y legal se puede mantener en vigor? Habría que restituir las cosas donde las interrumpi­eron. Y a lo mejor debería estar yo como presidente en funciones para hacer el traspaso al nuevo Ejecutivo. Esto es lo que de manera ideal tendría que pasar como interpreta­ción del respeto por el resultado de las urnas y voy a insistir en ello. Pero no voy a entrar en debates jurídicos porque, al fin y al cabo, la aplicación del 155 ha traspasado todos los límites, incluso los de la Constituci­ón. El problema no es jurídico sino político.

-Suele insistir con la restitució­n de su gobierno como legítimo. ¿Cómo piensa hacerlo teniendo en cuenta que usted y algunos ex miembros están en Bruselas y otros, en prisión?

-Nunca hemos dada por válida, legítima y legal la destitució­n del gobierno. La única manera de restituir la normalidad alterada es a través de las urnas. Si la coalición del 155 respeta el resultado, volveremos. Con el (ex) vicepresid­ente (Oriol Junqueras) y los (ex) consellers ilícitamen­te destituido­s. Si ésta es la voluntad del pueblo de Cataluña y si realmente somos una democracia, como se llenan la boca de decirlo, ¿qué es más importante, las esposas o los votos? Insisto, señor Iceta (del Partido Socialista de Cataluña), señor Albiol (del Partido Popular),

señora Arrimadas (de Ciudadanos), ¿qué pesarán más, los votos o las esposas del Tribunal Supremo?

-Si el 21 gana el independen­tismo pero sus aliados de Esquerra Republican­a obtienen más votos, ¿usted cree que a ellos les va a interesar restituir el gobierno anterior? No es eso lo que dicen en campaña.

-Las campañas electorale­s alteran algunas cosas pero no alteran lo que nos trajo hasta aquí: mantener la defensa del gobierno legítimo de Cataluña. Hubiera preferido una lista conjunta. Si finalmente hay listas separadas es lo que se consideró mejor para la estrategia global.

-Entre el referéndum del 1 de octubre y la declaració­n unilateral de independen­cia usted le pidió diálogo al gobierno nacional. No lo obtuvo. Si gana las elecciones, se le presenta una segunda oportunida­d. ¿Pensó en otra estrategia?

-Me cuesta enormement­e entender que, después de lo que habrán cambiado las cosas luego de las elecciones, el diálogo no sea posible. Ni la fuerza de la policía ni el 155 habrán alterado la voluntad de los catalanes y entonces quien debe cambiar es el gobierno español, dejar de encerrarse en ese búnker de abogados del Estado, de fiscales, de jueces amigos, que condiciona­n una actitud anti-política. Habrá que acabar con esta fantasía judicial de arquitectu­ra política porque aquí no ha habido rebelión ni sedición, no hay delito. Aquí hay un conflicto político. Es un mandato democrátic­o asumir un diálogo político. Si la política española no es capaz de generar un diálogo, el sistema político constituci­onal habrá colapsado.

-¿Cree que la unilateral­idad es una vía agotada?

-La única unilateral­idad siempre ha estado del lado español. ¿Acaso el 155 ha sido pactado? Practican la unilateral­idad en la intervenci­ón de las finanzas. El diálogo es absolutame­nte imprescind­ible. La mayoría de los catalanes y también de los independen­tistas queremos negociació­n y diálogo. Pero eso no va en de-

trimento de nuestra convicción.

-Según figuraría en la agenda, que secuestró la Guardia Civil, de quien fuera mano derecha de Junqueras en Economía, ya en 2016 Junqueras habría dicho que un referéndum unilateral no tenía sentido.

-No vi el documento. No sería la primera vez que aparecen documentos sin firma, sin logotipo, parciales, que se sacan de contexto y se les quiere dar una función que no tenían en su origen. No lo he visto y por lo tanto no lo voy a comentar. Creo que lo que es injusto es atribuirle algo al (ex) vicepresid­ente en un contexto que no conocemos y no darle la oportunida­d de que se pueda defender porque está injustamen­te en la cárcel. Me niego a participar de esta ceremonia de la confusión. Nosotros respondemo­s por nuestras decisiones. Y también por nuestras opiniones políticas. Finalmente el referéndum se celebró y se ganó frente a una oposición feroz, violenta del Estado. ■

 ?? REUTERS ?? Desde el exilio. Carles Puigdemont con votantes, en una manifestac­ión separatist­a en Bruselas.
REUTERS Desde el exilio. Carles Puigdemont con votantes, en una manifestac­ión separatist­a en Bruselas.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina