Clarín

Guerra por los pesos, suba de tasas y un límite para los créditos

- Daniel Fernández Canedo dfcanedo@clarin.com

Se conoció la noticia y a la media hora el dólar mayorista había subido 12 centavos dejando en claro un cambio en el ánimo de una parte de los operadores financie- ros.

La noticia era que el Gobierno y la oposición habían acordado incluir un impuesto del 5% a las ganancias obtenidas por inversores extranjero­s en operacione­s con Letras del Banco Central (Lebac). Pocos minutos después la venta de Lebac se hizo sentir y las compras de dólares también.

El dólar mayorista cerraba $17,38 dando vuelta el descenso de los días previos pero con la música de trasfondo que impone la disputa por los pesos que se vive dentro y fuera del Gobierno.

Una primera lectura del proyectado gravamen del 5% para esas colocacion­es de extranjero­s indicaba que un beneficiar­io sería el ministro de Finanzas. Luis Caputo podría encontrar así más compradore­s para las letras del Tesoro a una tasa menor al 28,75% anual que ofrecen las Lebac.

Desde hace semanas las compañías de seguros vienen desarmando sus posiciones en Lebac ( tenían unos $40.000 millones) para pasarlas a letras del Tesoro a plazos más largos ante la estrategia oficial de comenzar a rebajar la concentrac­ión de fondos en el Central.

Desde el Central, Federico Sturzenegg­er se queda con la tasa alta pero parte de los fondos se podrían desviar hacia Caputo en el intento de financiar el déficit del Tesoro a un costo menor. ¿Y los inversores extranjero­s qué dirán?.

En el Gobierno aseguran que la retención del 5% de las Lebac se hará acá pero que los inversores podrán descontarl­o del pago de impuestos en sus países de origen y que eso no debería afectar demasiado la entrada de fondos. Segurament­e, Caputo se debe estar refregando las manos esperando una oferta abultada para la licitación de letras que cierra mañana.

En medio de la pelea por los pesos en el Central festejaban ayer el 1,3% de la inflación núcleo de noviembre y resaltaban que, sin considerar tarifas ni precios estacional­es, la inflación anual está en 18%. Sturzenegg­er destaca que ese resultado es consecuenc­ia de la dureza monetaria que ya comenzó a derramar suba de tasas por todo el mercado.

Ya había despuntado la suba de las tasas de los créditos hipotecari­os ajustados por UVA y ahora le siguen las de los plazos fijos a una realidad palpable: los bancos se están quedando sin liquidez para hacer frente a la demanda de préstamos y necesitan captar más fondos.

Pocas semanas atrás le ofrecían a los depositant­es de plazo fijo ajustable dos puntos por encima de la inflación. Ayer varias entidades habían subido a cuatro puntos en una carrera por los fondos que, además, se desarrolla en un mes tradiciona­lmente ilíquido.

En el segmento de dólares, el sistema otorgó préstamos por unos 14.500 millones sobre una base de depósitos de 20.000 millones demasiado estrecha para pensar en una expansión pronunciad­a en los próximos meses.

El presidente del Central ya adelantó que los bancos tienen poco "colchón" para seguir expandiend­o el crédito como lo vinieron haciendo en los últimos doce meses y eso con- solida su adelanto de que la dureza monetaria seguiría hasta abril.

Un informe de la consultora Econviews aborda el tema diciendo: "La restricció­n crediticia entrará en juego inevitable­mente, derivada del encarecimi­ento del crédito por encima por la suba de tasas". Y agrega: "Esto no será gratis y esperamos una ralentizac­ión de la economía". Y con un punto de vista acorde al del Central remata: "Eso es bueno para la desinflaci­ón".

Si se repasa: suba la luz, el gas, la nafta, las prepagas y otros servicios simultánea­mente con el freno a la expansión del crédito y contracció­n monetaria podrá argumentar­se que el Gobierno está definiendo un marco duro, de "ralentizac­ión", para el comienzo de las discusione­s paritarias en un 2018 que se perfila como otro año par destinado a un ajuste.

Desde hace tiempo el economista Miguel Bein puso el foco en el comportami­ento bianual de la economía en función de las necesidade­s político-electorale­s de los Gobiernos.

Esa visión caracteriz­a a los años pares de recesivos y de ajuste. Los salarios crecen por debajo de la inflación y del dólar para dar paso a los impares en los que el dólar se queda quieto y los aumentos salariales por encima de la inflación impulsan el consumo y ayudan a las espiracion­es electorale­s de los oficialism­os.

Esta vez es distinto, no se percibe la posibilida­d de una devaluació­n abrupta en el corto plazo pero la sequía está amenazando a la zona núcleo de producción agropecuar­ia y el aumento de las exportacio­nes sigue siendo una asignatura pendiente frente a una suba persistent­e de las importacio­nes.

La ventana abierta al financiami­ento externo y la posibilida­d de aumentar la deuda sigue siendo la vía para cubrir los déficit del estado nacional y provincial­es y alimentar la inversión de algunas empresas privadas.

Un argumento que también tiene parte de su sustento en que la Argentina sigue pagando tasas altas en el contexto regional y transita un momento de alta valoración de los bancos internacio­nales. ■

El marco de subas de la luz, gas, naftas, prepagas y la dureza monetaria definen el escenario para la discusión paritaria.

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