Clarín

Picada mortal: piden 18 años de cárcel para el joven que atropelló y mató a dos chicos

El fallo se conocerá el 22 de este mes La Fiscalía y las querellas también y exigen prisión efectiva. Diego Cuevas está acusado de doble homicidio simple con dolo y lesiones graves, y cumple arresto domiciliar­io. El siniestro fue en Haedo en 2015. Las víc

- Verónica Frittaoni vfrittaoni@clarin.com

Durante las cuatro jornadas del juicio contra Diego Cuevas, el joven que en abril de 2015 atropelló a seis personas y mató a dos mientras corría una picada sobre la avenida Rivadavia, a la altura de localidad bonaerense de Haedo, se sucedieron docenas de testigos y peritos. Los familiares y amigos de Lautaro Juárez y Juan Manuel Lastra, las víctimas fatales de 16 años, siguieron bien de cerca el proceso. Y ayer volvieron a reunirse en el Tribunal Oral en lo Criminal 6 de Morón para escuchar los alegatos. Tanto las querellas como la Fiscalía pidieron 18 años de prisión efectiva para el acusado. El viernes 22 se leerá la sentencia de los jueces Alejandro Rodríguez Rey, Pablo Gossn y Daniel Leppen.

Cuevas está acusado de doble homicidio simple con dolo y cuatro lesiones graves, con penas de 8 a 25 años de prisión. Se trata de condenas poco habituales para los casos de muertes en siniestros de tránsito. Sin embargo, en éste en particular, hechos, pruebas y testigos coinciden en el desprecio por la vida que demostró el imputado antes, durante y después de la embestida fatal.

Sobre esa presunción se mueven los fundamento­s de las querellas y Fiscalía. “Cuando la enfermera que se bajó a asistir a los chicos le dijo ‘Pedí ayuda’, él se rió. Y al primo de una de las víctimas que lo increpó le dijo: ‘Calmáte, pará un poquito’, como si nada. El perito de partes que trajo su defensa reconoció que a la velocidad que venía (127 km/h) era imposible que llegara a frenar antes de chocar al grupo. Lo único que le importó era alcanzar al Bora”, alegó Luis Rapazzo, abogado de la familia de Lautaro.

Rapazzo está convencido de que se trató de un doble homicidio simple con dolo eventual por los daños que causó Cuevas y porque nunca le importaron las consecuenc­ias que podía generar con sus actos. “Los jueces se tienen que poner los pantalones largos y aplicar la pena que cabe para este caso”, afirmó.

Diego Diéguez Ontiveros, que representa a tres de los cuatro heridos graves, coincidió: “El fallo debe ser ejemplific­ador en la severa sanción, y en el plano del dolo y no de la culpa. Ese es el nudo de la discusión final, ya que ante la previsibil­idad del resultado, Cuevas priorizó ganar la carrera y no cuidar la vida”.

Para Diéguez Ontiveros, está en juego el análisis respecto del delito. “No depende tanto del resultado sino de la conducta anterior de Cuevas, eso que terminó en el resultado trágico. Lo grave es que él estaba consciente de lo que hacía, de lo que iba a pasar, y siguió corriendo con el Bora. Eso demuestra el dolo”, sostuvo.

Por eso, pidió una condena similar a la solicitada por la otra querella y la Fiscalía, en nombre de Daiana Vergara, Adrián Welsch y Cristian Vergara, tres de los cuatro lesionados.

Este último sufrió un hundimient­o del cráneo a causa del impacto, pér-

dida de masa encefálica y problemas

motrices y psicológic­os. Además, perdió la memoria de mediano y corto plazo, por lo que, aunque fue a declarar, no pudo aportar mayores datos a la causa.

Los testigos declararon en las audiencias del juicio que el acusado venía “corriendo una picada” con un Volkswagen Bora negro, cuyos ocupantes nunca fueron identifica­dos.

Dentro del Nissan Tiida de Diego Cuevas venían seis personas que habían participad­o de una fiesta y que también habían pasado por algunos bares de la zona. Los amigos de Cuevas reconocier­on que habían bebido.

Y algunos testigos que se cruzaron con ellos unas cuadras antes del desastre, contaron que el copiloto del Tiida venía “con medio cuerpo afuera del auto, una botella de vino espu

mante en la mano y arengando a todos los que se cruzaban a correr una picada”.

Cuevas tenía 19 años en el momento del hecho y llega al proceso cumpliendo arresto domiciliar­io.

Lautaro Juárez y José Manuel Lastra, los dos fallecidos, eran primos y

contaban con 16 años. Esa madrugada de domingo volvían de bailar junto con seis amigos. Caminaban sobre la vereda de avenida la Rivadavia y, a la altura de la calle Maipú, fueron arrasados por el auto que conducía Cuevas. Lautaro murió en el acto. Su primo agonizó durante días.

Las pericias, al momento del accidente, constataro­n que Cuevas manejaba a 127 km/h, pero no pudo comprobars­e si estaba alcoholiza­do porque las muestras tomadas fueron adulterada­s.

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LUCIANO THIEBERGER El lugar del desastre. El cruce de Rivadavia y Maipú, en Haedo, donde ocurrió el hecho el 5 de abril de 2015.

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