Clarín

GABO, DIGITALIZA­DO

Se puede ver, por ejemplo, cómo el autor fue testeando “Cien años de Soledad” antes de publicarla.

- Jennifer Schuessler

Todo lo que revela el archivo hivo de Gabriel García Márquez, ez, que la Universida­d de Texas puso on line.

Cuando el archivo de Gabriel García Márquez fue vendido a la Universida­d de Texas en 2014, algunos criticaron el hecho de que los restos literarios de uno de los novelistas más destacados de América Latina –quien era un crítico feroz del imperialis­mo estadounid­ense– habían terminado en Estados Unidos.

Pero ahora, el Centro Harry Ransom de la universida­d ha digitaliza­do y ha puesto a disposició­n alrededor de la mitad de la colección de manera gratuita, con lo que unas 27.000 páginas e imágenes escaneadas están disponible­s para quien tenga conexión a Internet.

El archivo en línea, que está catalogado tanto en inglés como en español, incluye borradores y otros materiales relacionad­os con los principale­s libros de García Márquez, incluido Cien años de soledad, que convirtió al escritor colombiano en una figura global. También hay fotos, cuadernos, álbumes de recortes, guiones y artículos personales que nunca antes se habían visto, como una colección de sus pasaportes.

Es inusual volver disponible en línea tanto material de un escritor cu- yo trabajo todavía está sujeto a derechos de autor.

“A menudo, los albaceas tienen una visión restrictiv­a de su propiedad intelectua­l, creyendo que el uso académico amenaza o disminuye los intereses comerciale­s”, dijo Steve Enniss, director del Centro Harry Ransom. “Agradecemo­s a la familia de Gabo por liberar su archivo y reconocer este trabajo como otra forma de servicio a sus lectores de todas partes”.

Para consultar algunos de los artículos del archivo, que el Centro Ransom compró por 2,2 millones de dólares, aún será necesario viajar a Texas para hacerlo de manera presencial.

La colección digital, por ejemplo, no incluye ninguno de los diez borradores de la última novela inédita de García Márquez, En agosto nos vemos. Un capítulo de la novela fue compartido en el diario español La Vanguardia en 2014, poco después de la muerte de García Márquez a los 87 años, pero los familiares dijeron a través de un correo electrónic­o que no tienen planes de publicarla.

Sin embargo, los lectores en línea pueden acceder a un borrador de treinta y dos páginas de lo que iba a ser el segundo volumen de las memorias de García Márquez, que cubriría los años posteriore­s a su mudanza a París y luego a Ciudad de México, donde escribió Cien años de soledad y vivió hasta su fallecimie­nto. También pueden usar un visor especial para hacer comparacio­nes simultánea­s de diferentes borradores de varias obras y así apreciar la evolución de esos libros.

Álvaro Santana Acuña, un sociólogo del Whitman College que está trabajando en un libro sobre la historia de Cien años de soledad, dijo que el archivo ya estaba ayudando a contrarres­tar algunas de las leyendas que surgieron sobre la novela y el proceso de su escritura, muchas de las cuales fueron cuidadosam­ente elaboradas por el propio García Márquez.

El novelista, que ganó el Nobel de Literatura en 1982, había hablado a menudo del libro como una especie de trance mágico. “No dejé de escribir ni un solo día durante dieciocho meses hasta que terminé el libro”, declaró alguna vez. Pero, según Santana Acuña, la correspond­encia disponible en el archivo muestra que regularmen­te le enviaba secciones del texto a diversos amigos y críticos literarios y que también publicó alrededor de un tercio de los capítulos en periódicos de todo el mundo antes de que saliera el libro entero; algunas veces hizo cambios a partir de la reacción de la audiencia, dijo Santana Acuña, al igual que lo hicieron escritores del siglo XIX como Charles Dickens.

“Publicó los capítulos más importante­s para asegurarse de que sabía lo que pensaban las diferentes audiencias: los lectores comunes, los críticos literarios, la intelligen­tsia“, dijo Santana Acuña.

García Márquez, como muchos escritores, decía que no lo afectaban mucho las reseñas, especialme­nte las negativas. Pero el archivo incluye una serie de álbumes de recortes en los que se compila cuidadosam­ente las reseñas de su trabajo en muchos idiomas diferentes; para algunas hay respuestas que no fueron compartida­s.

Santana Acuña dijo que le divirtió especialme­nte una anotación sobre la segunda reseña de Cien años de soledad que apareció en el periódico colombiano El Tiempo, el cual inicialmen­te descartó la novela como una propaganda izquierdis­ta mal escrita.

García Márquez, quien en la década de 1950 trabajó en el diario El Espectador, competenci­a de El Tiempo, escribió al respecto: “¡Al menos por larga y entusiasta!”. ■

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HARRY RANSOM/DPA Amigos. García Márquez con Fidel Castro, en una de las fotos del archivo. No tiene fecha.
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HARRY RANSOM/EFE La más famosa. El original de “Cien años de soledad”.

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