En una sesión escandalosa y sin apoyo del PJ, no se logró votar la ley
El bloque peronista que responde a los gobernadores al final no dio su apoyo. Enojo de Cambiemos.
En un escenario de guerra con batalla campal fuera del Congreso y cruces violentos dentro del recinto, la sesión especial en la que el oficialismo esperaba convertir en ley la reforma previsional terminó siendo levantada ayer en la Cámara de Diputados. Un duro golpe político para el Gobierno, que abrió un interrogante sobre los acuerdos fiscales que firmaron 23 gobernadores con la Casa Rosada, que aparecían atados a los cambios jubilatorios.
La polémica reforma tuvo media sanción del Senado el 29 de noviembre, pero el clima de rechazo a la iniciativa se aceleró en las últimas horas -protestas en el Congreso, llamado de la CGT a un paro general- y acotó el margen de maniobra del oficialismo, que con mucha dificultad logró reunir quórum de 129 diputados a las 14.35. Duró sólo cinco segundos, y dos minutos después, a las 14.37, la pantalla marcó quórum por segunda vez, de 130 diputados sentados en sus bancas. Pero, cuando el presidente de la Cámara, el macrista Emilio Monzó, dio por abierta la sesión, un scrum de diputados kirchneristas fue a increparlo delante del estrado. “Tengo quórum, no diputado, tampoco se pasó la hora”, respondía Monzó al grupo en el que se contaban Horacio Pietragalla, Carlos Castagneto, Andrés Larroque, el radical K Leopoldo Moreau, el jefe de la bancada Agustín Rossi, Adrián Grana, Luana Volnovich (puso sobre el estrado cartuchos de la represión), Nicolás del Caño del Frente de Izquierda, y Victoria Donda de Libres del Sur, entre otros. En medio de un griterío, Grana le desparramó con violencia todos los papeles que Monzó tenía sobre el estrado, Moreau le dijo “pelotudo” y Monzó respondió con una piña al aire. Se vio a Máximo Kirchner abriendo los brazos tratando de contener a los suyos.
La reconstrucción posterior indicó que no hubo “diputruchos” o legisladores en sus bancas que aún no habían jurado, como denunciaron el kirchnerismo, el massismo y otros sectores contrarios a la reforma (ver aparte). El jefe del interbloque Cambiemos, el radical Mario Negri, acusó a la oposición de “obstruir” y “querer romper la sesión”. En un recinto en llamas, con la mitad sentados y la otra mitad parados e increpando, Elisa Carrió pi- dió la palabra. Confirmó que el Gobierno iba a dar una “compensación” en marzo por el desfase (la pérdida) debido a la nueva fórmula de cálculo del aumento jubilatorio (“lo negocié duramente, confesaría más tarde). Cuestionó la “violencia” de los opositores y pidió levantar la sesión. Monzó lo hizo. El kirchnerismo y otras bancadas estallaron al grito de “¡jubilados, jubilados!”. En Pasos Perdidos, un eufórico Del Caño sostuvo que “esto se logró por la movilización del pueblo”. El jefe de Gabinete, Marcos Peña, habló después: “Nunca se recurrió a la violencia como hoy”, sostuvo y acusó a “un kirchnerismo atropellado”.
Más allá de la discusión del quórum la clave del fracaso de la sesión fue que el Bloque Justicialista (BJ), no K, que supuestamente responde en su mayoría a los gobernadores peronistas, no dio quórum aunque habían anticipado que facilitarían el tratamiento del proyecto. Pero el clima de malestar con una reforma percibida como claramente perjudicial para los jubilados pareció ser determinante. Por la mañana, en el BJ ya habían decidido no sentarse en sus bancas, con una excepción paradójica: el sindicalista petrolero Alberto Roberti, y dos chaqueños.
¿Y el pacto con los gobernadores? “El acuerdo fiscal generaba un compromiso de discutir un nuevo sistema previsional. Evidentemente el Go- bierno tiene una alternativa, según Carrió”, criticó el jefe de la bancada del BJ -y del interbloque Argentina Federal-, el salteño Pablo Kosiner. “Hay que generar una mesa de diálogo urgente para una salida”, agregó sobre los acuerdos fiscales que podrían derrumbarse como un castillo de naipes.
En el macrismo ardían contra el bloque Justicialista y contra varios gobernadores (del salteño Juan Urtubey al santafesino Miguel Lifschitz) a los que acusaban de incumplir el acuerdo. “¡El BJ juega la doble combinada, se quedaron dando vueltas sin sentarse!”, sostenía un diputado indignado. En otro rincón, el macrista porteño Alvaro González le hacía un reporte al jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, ávido de información al otro lado de la línea.
Monzó y Negri se trasladaron de urgencia a la Rosada, a tratar con Peña cómo salir del intríngulis. Ayer iba a darse media sanción a la reforma tributaria también. Y la semana que viene cerrar el paquete con la aprobación de las leyes acordadas con los gobernadores, más el Presupuesto 2018. En la Rosada, ayer por la noche, evaluaron sacar la reforma jubilatoria por DNU, pero Carrió habría abortado el asunto: “Violaría la Constitución”, dijo en un tuit. El Gobierno ahora se encamina a intentar volver a votar la reforma previsional el próximo lunes en Diputados. ■