Clarín

Nuevos chispazos entre Ciudad y Nación por el control de la calle

Interna. El operativo en el Congreso lo comandó Bullrich. Dicen que la administra­ción porteña no se quiso hacer cargo.

- Santiago Fioriti sfioriti@clarin.com

¿Quién maneja la seguridad en la Ciudad de Buenos Aires? Parece una pregunta con respuesta obvia. El 5 de enero de 2016, Mauricio Macri anunciaba con bombos y platillos la transferen­cia al ámbito porteño de 15 mil efectivos de la Policía Federal más la Policía Montada, Bomberos, la Guardia de Infantería y parte de Policía Científica, de Investigac­iones, de Tecnología­s de la Informació­n y Comunicaci­ones y de la Aviación Federal. Había sido un eterno reclamo de Macri a Cristina y antes a Néstor Kirchner. Ahora, con las llaves de la Casa Rosada en su poder, el jefe de Estado le daba el gusto a Horacio Rodríguez Larreta. La movida se completarí­a con el paso de recursos económicos, competenci­as, bienes y sistemas informátic­os y de comuni- cación. Parecía, y sigue siendo, una apuesta por demás ambiciosa: los agentes se unificaron con los de la Policía Metropolit­ana, la fuerza creada por el macrismo para intentar apaciguar el principal reclamo de los votantes. “Esta ciudad tienen que volver a ser una de las más seguras del mundo”, celebró entonces el jefe de Estado.

Pero el ensamble y el cambio de conducción de la Policia no ha sido fácil. Entre los nuevos y los viejos agentes se esperaba. Lo que no se preveía era que se sacaran chispas entre la Nación y la Ciudad por el manejo de la fuerza y sobre la responsabi­lidad de cada jurisdicci­ón. A lo largo de estos casi dos años, desde Balcarce 50 deslizaron que la administra­ción porteña evita pagar costos ante marchas y hechos de violencia. Es sabido, como ya ha publicado Clarín, que Macri le exige más firmeza a su sucesor en la jefatura de Gobierno. Esas chispas volvieron a encenderse en las úl- timas 48 horas y de modo más bien virulento. La controvers­ia nació a partir de una serie de llamados desesperad­os que llegaron desde el Congreso en medio del debate por la reforma jubilatori­a. “Mándennos seguridad urgente porque se nos va a caer la sesión”, le pidió el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, el miércoles, cuando la oposición ya mostraba su poder de movilizaci­ón. A esa llamado siguieron otras. Muchos diputados oficialist­as, preocupado­s por la escalada de confrontac­ión, se comunicaro­n con distintos referentes de la cartera de seguridad nacional para exigir la puesta en marcha de un operativo. “Nos van a tomar el recinto. Va a ser un escándalo. Hay que impedirlo”, transmitió un legislador de la UCR.

En el ministerio de Seguridad nacional aseguran que Martín Ocampo, el responsabl­e de esa cartera en la Ciudad, evitó hacerse cargo del operativo aduciendo que se estaba debatiendo una ley federal y que por lo tanto era competenci­a de la Nación el operativo en la zona del Parlamento. “Buscaron una excusa para lavarse las manos y no es la primera vez”, enfatizan funcionari­os nacionales que trabajaron en el operativo. Un importante miembro del ministerio, incluso, subió el tono: “Si no quieren más la Policía que nos lo digan”.

Cerca de Ocampo negaron categórica­mente esa versión y dijeron que el operativo estuvo en manos de Nación porque “formaba parte del comando unificado que se puso en marcha por la cumbre de la OMC del que también participa la provincia de Buenos Aires”. Lo cierto es que ayer, durante todo el día, hubo decenas de llamados cruzados para ir ajustando el operativo en las calles. Ocurría en tiempo real y a medida que los canales iban difundiend­o en vivo las imágenes. Dato: por primera vez en mucho tiempo, en despachos muy poderosos se encendiero­n los plasmas para ver las imágenes de TV.

En la conversaci­ón permanente entre funcionari­os participab­a la cúpula del macrismo en estas cuestiones. Además de Bullrich y Ocampo, lo hacían Larreta, los jefes de Gabinete de ambos gobiernos -Marcos Peña y Felipe Miguel- y el secretario de Seguridad de Larreta, Marcelo D’alessandro. También se mantuvo al tanto al Presidente a través de mensajes por teléfono, que Macri leía entre reunión y reunión. Curiosamen­te -o no tanto- los que nunca dialogaron entre sí fueron Bullrich y Ocampo.

En el operativo de ayer en el Congreso participar­on más de 1.700 efectivos. Estaban distribuid­os así: 900 eran gendarmes, 280 de la Policía federal, 110 de Prefectura Naval, 78 de la Policía de Seguridad Aeroportua­ria y unos 330 de la Policía Metropolit­ana. A eso hay que sumarle unos 70 agentes de tránsito. “Pusimos todo lo que teníamos para garantizar que no tomaran el Parlamento. Pero cuando todo pase nos vamos a tener que sentar a hablar con la Ciudad. Ellos tienen que definir qué quieren hacer”, dijo a este diario un hombre del ministerio nacional.

En la Casa Rosada no hay quien no reconozca que detrás de la dureza con la que se mueven Bullrich y su equipo está el propio Macri. Es que las diferencia­s de estos dos días se han exhibido en casos menos notorios. El Presidente saldó alguna vez una discusión cuando se planteó quién debía liderar un operativo sensible en tierra porteña. “Les transferim­os la Policía. La responsabi­lidad es de ellos”, fueron sus palabras. ■

“Buscaron una excusa para lavarse las manos y no es la primera vez”, dicen en la Nación.

Detrás de la dureza con la que actúa la ministra Bullrich siempre está el Presidente.

 ?? GERMAN GARCIA ADRASTI ?? Disparos. Las fuerzas de seguridad fueron conducidas por la Nación. Durante varias horas, el Congreso fue epicentro de violencia. Hubo heridos y detenidos.
GERMAN GARCIA ADRASTI Disparos. Las fuerzas de seguridad fueron conducidas por la Nación. Durante varias horas, el Congreso fue epicentro de violencia. Hubo heridos y detenidos.

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