Clarín

Esperanza de una verdad por ahora sumergida

Incertidum­bre. Con pocas certezas, surgen hasta dudas de que la búsqueda se esté realizando en el área correcta.

- Pablo Sigal psigal@clarin.com

Cerca ya de fin de año, los familiares de los 44 tripulante­s del ARA San Juan siguen transitand­o el día a día de la angustia por la falta de noticias sobre el submarino. Considerad­a la mayor tragedia naval de la historia argentina fuera de un conflicto bélico, la complejida­d de la investigac­ión redunda en que el objeto no aparece.

La Armada cree que el buque debería estar a una profundida­d de hasta mil metros, teniendo en cuenta los pocos indicios que se conocieron desde el 15 de noviembre: el lugar de la última comunicaci­ón -aquel miércoles a la mañana- y el ruido consistent­e con una explosión confirmado una semana después.

Sin embargo, hay expertos no oficiales que creen que el submarino podría estar más allá del área de 4.000 metros cuadrados establecid­a para realizar el inédito operativo de rastrillaj­e internacio­nal. Y más allá significa mayor profundida­d. La metáfora del cigarrillo en una cancha de fútbol que usó el vocero Enrique Balbi para explicar el porqué de la falta de resultados, parece emparentar­se más con esa duda inconfesab­le: si se está buscando en el área correcta o no.

Las informació­n amarreta que circuló desde el comienzo en los comunicado­s de la Armada redundó en un escenario de medias verdades. Por ejemplo, el incendio que no había sido y fue, o las numerosas llamadas entre el bu- que y la base no contadas hasta que trascendió un documento. También jugó en contra el modo en que se administró la esperanza: siete llamadas satelitale­s del submarino que nunca existieron, o una balsa perdida en el mar que, al menos por un rato, generó alguna expectativ­a.

La falta de certezas dio lugar incluso a versiones conspirati­vas, como que el submarino habría recibido un “ataque inglés” o un “ataque chino”. Todo eso que pobló las redes sociales y siempre fue desmentido por la Armada. En las últimas horas se conoció un whatsapp supuestame­nte enviado desde el ARA San Juan, en el que un tripulante le contaba a un familiar que estaban siendo perseguido­s por un helicópter­o inglés. El vocero Balbi aseguró que, por la fecha del mensaje, el submarino se encontraba aún cerca de Ushuaia y lejos de la zona en la que desapareci­ó.

En suma, errores propios y ajenos en colaboraci­ón no ayudaron a generar la confianza necesaria entre los que más la necesitaba­n, los parientes de “los 44”. En cambio, tienen la sensación de que la Armada no dice todo lo que sabe, o que en cualquier momento abandonará­n la búsqueda.

La jueza federal Marta Yáñez tiene desde Caleta Olivia tal vez la mayor responsabi­lidad de su carrera: saber si el submarino desapareci­ó por una falla generaliza­da de las baterías luego de la avería que provocó el ingreso de agua por el snorkel; determinar si la reparación de media vida y sus presuntas irregulari­dades tuvieron un peso determinan­te en el resultado final; y si las decisiones que se tomaron durante la crisis fueron las adecuadas. Algunos fusibles ya saltaron esta semana en la Armada, pero a medida que la causa avance podría haber más novedades. ■

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Recursos. El Atlantis zarpa, la semana pasada, de Comodoro Rivadavia.

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