Clarín

Si la montaña no viene a mí...

- Ramón Gómez cordoba@clarin.com

“Siempre hay que estar de pie, aunque uno esté en silla de ruedas”. Juan Maggi parece sobreponer­se a todo, y siempre redobla la apuesta. El hombre de las “piernas biónicas” subió hace dos años al Himalaya pedaleando una bicicleta con sus manos. Y ahora planea cruzar la cordillera de los Andes a caballo.

“Si llegué al Himalaya muerto de frío, sed y miles de adversidad­es, ahora también tengo que atravesar los Andes. La fe mueve montañas y mi caballo junto a mis piernas lo lograrán. Nunca hay que rendirse, siempre hay que estar de pie, aunque uno esté en silla de ruedas. Y no hay que darle bola a aquellos que discrimina­n”, dice el hombre con el aplomo del que logra lo que se propone.

Es que este cordobés de 55 años, fervoroso hincha de Talleres, no es de los que se rinden así nomás, pese a la discapacid­ad que le dejó una poliomieli­tis casi al nacer, dos infartos y una depresión que lo acompañó como una sombra durante un largo tiempo. Sorteó todas y cada una de las adversidad­es y se metió como pudo a hacer deportes: natación, hipismo, golf, tenis. De todo un poco. Participó en maratones en Nueva York, Roma, Madrid. “Más allá de caminar, lo importante es vivir de pie al lado del deporte”, dice a Clarín desde su casa de Córdoba.

Juan Maggi habla de su héroe, el general San Martín: “Si él cruzó la cordillera... ¿Por qué no lo vamos a hacer nosotros?”. Habla en plural porque estará acompañado por Gustavo Zarbino, uno de los sobrevivie­ntes del avión que cayó en Los Andes en 1972. Entre los dos sueñan homenajear a los rugbiers que murieron congelados.

Hace meses que Maggi sale a cabalgar. Llegó incluso a Malargüe para recorrer y estudiar el terreno. Su plan es salir el 4 de enero y arribar un día después al paso de las Damas, a 3.000 kilómetros. Si todo marcha bien, estarán en Meitones el 7, donde harán un homenaje a los deportista­s uruguayos muertos en el 72. En el recuerdo flotará aquella inolvidabl­e escena en la que los arrieros encontraro­n a los sobrevivie­ntes, Fernando Parrado y Roberto Conessa.

Desde el Papa Francisco a la vicepresid­ente Gabriela Michetti recibieron a Maggi, que en 2010 participó en los Juegos Paraolímpi­cos de Vancou- ver. Papá de cinco hijos -Juan Ignacio, Camila, Amparo, Catalina y Sara-, dice que la fundación que preside es su cable a tierra, que donaron un montón de bicicletas para que personas con discapacid­ad puedan manejarlas con las manos, y también sillas de ruedas.

Una vez, en una de sus maratones, recuerda que se cayó y que alguien lo quiso ayudar. Agradecido, desistió: “Yo me tenía que levantar solo, porque mi cuerpo estaba sano, y lo hice sin la ayuda de nadie. Se puede”.

Maggi dice que ya le ganó a la vida. Compartió orgulloso en las redes sociales un video que dura tres minutos y que lo vio medio mundo: “Yo luché más de 50 años para fortalecer mi espíritu y mi corazón. Nunca voy a rendirme, porque mis mayores logros los hice con mis manos, y fue muy bello ponerme de pie con mis piernas biónicas, que me las hice en Estados Unidos, y fueron las primeras en el mundo”.

“Podés retroceder, pero rendirte jamás”, dice como si en el fondo se lo estuviera diciendo a él mismo. Porque sabe que necesita mucho coraje para repetir a caballo la hazaña de San Martín dos siglos después y con sus piernas biónicas .

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Con piernas biónicas. Juan Maggi intentará cruzar la cordillera de los Andes a caballo. “La fe mueve montañas”, dice. Entrena todos los días.
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En el Himalaya. Maggi subió hace dos años “pedaleando” una bici con sus manos.

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