Clarín

Células madre: un futuro clínico prometedor entre estafas y promesas engañosas

El impacto mediático infló la confianza en tratamient­os de medicina regenerati­va no aprobados. La ley para regular esas prácticas y el vacío legal de los bancos de sangre de cordón.

- Irene Hartmann ihartmann@clarin.com

Qué friendly es la web de Beike Biotechnol­ogy, instituto médico con sedes en China y Tailandia: la nena sobre la camilla sonríe con su oso de peluche; el joven exitoso al teléfono; la mujer de ojos rasgados, embarazada, linda, en el consultori­o médico. Las fotos dicen “estamos bien”. Las palabras también: ofrecen, a quienes se presten al llamado “turismo médico”, tratamient­os para curar enfermedad­es graves como ataxia, trastornos del espectro autista, parálisis cerebral, esclerosis múltiple, neuropatía óptica, atrofia muscular espinal, lesión medular espinal, espina bífida, lesión cerebral traumática… la lista es larga. ¿Cómo? Combinan inyeccione­s de células madre con terapias que van desde la fisioterap­ia y la acupuntura hasta la estimulaci­ón eléctrica.

Ante esta escena surgen posiciones encontrada­s: las frases por qué

no probar y es una estafa resumen el disenso de los expertos. Porque, dejando de lado el repoblamie­nto de la médula ósea para combatir ciertas patologías de la sangre (el famoso trasplante de médula), los tratamient­os con células madre están en fase experiment­al, o sea, no aprobados.

Algunas definicion­es son indispensa­bles. Una célula madre se dife- rencia de una común, entre otros, por ser una tabula rasa, o sea, por estar “sin escribir”, sin la especializ­ación que le indicaría qué función cumplir en equis tejido. Pero la ciencia increíblem­ente ha logrado orientarla­s, dirigirlas para que se adapten a una especializ­ación: por caso, una célula madre de la piel podría devenir neurona, laboratori­o mediante.

Hace un par de décadas se sabe del intenso potencial reparador que podrían ofrecer estas células si (y sólo sí) los científico­s allanaran las vías terapéutic­as adecuadas y seguras a la hora de usarlas en humanos. A todo este campo de aplicación se le llama “medicina reparativa” o “regenerati­va” (ver “Verdades en blanco...”) en el marco de las “terapias avanzadas”. Las hay de tres tipos: celular, génica e ingeniería de tejidos.

Los desarrollo­s están en marcha y el futuro es tan lejano como prometedor. Esto luego de algunos traspiés informativ­os en el minuto cero de las investigac­iones con células madre. Vale la pena traer esta historia porque algo de la situación actual -que muy seguido va de la desinforma­ción a la mala praxis- se vincula con ella.

Como rememora Gustavo Sevlever, director de Docencia e Investigac­ión de la Fundación para la Lucha contra las Enfermedad­es Neurológic­as de la Infancia (FLENI) y miembro de la Co- misión Asesora en Terapias Celulares y Medicina Regenerati­va del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MinCyT), hasta hace no tanto, muchos ponían el grito en el cielo por las experienci­as con células madre embrionari­as: “Todo comenzó a fin de los 90. Jimmy Thomson, de la Universida­d de Wisconsin (EE.UU.), desarrolló una línea de investigac­ión tomando embriones que no habían sido usados en clínicas de fertilizac­ión. Los aisló y consiguió células madre iguales a las que surgen después de que el espermatoz­oide fecunde el óvulo. Las puso en cultivo y logró fabricar tejidos adultos. Músculo, piel, hígado…”

“Ahí apareció el problema ético, ya que implicaba la destrucció­n del embrión y para muchos eso era aborto”, cuenta Sevlever, y agrega: “Pero también planteó una nueva medicina, una ruptura epistemoló­gica que mostraba, para el futuro, una medicina de reemplazo. Como en los autos, se te rompe el hígado y te hacemos otro”.

Buena parte del conflicto ético embrionari­o quedó postergado con el magnífico hallazgo que en 2012 le valió el Premio Nobel de Medicina al japonés Shin’ya Yamanaka: las células iPS, o en español, “células madre pluripoten­tes inducidas”. Se hacen en laboratori­o de modo inocuo y tienen el potencial de las embrionari­as.

Así que hoy no se experiment­a más con embriones, pero hay otros varios temitas. Para Sevlever, “el problema de la medicina con ‘repuestos’ es que todavía es una promesa incumplida. El impacto mediático fue enorme y suele ser inflado por los propios científico­s, los medios y los delincuent­es que siempre prometen curas inexistent­es. Esto se combinó con la explosión de Internet y ahora encontrás clínicas que ni sabés dónde están y que dicen que te curan todo”.

Por suerte hacen contrapeso las investigac­iones serias con el norte puesto en las terapias avanzadas. Alejandra Guberman, investigad­ora del Conicet, está a cargo del laboratori­o de Regulación Génica en Células Madre de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Aclara lo que parece magia: “En vez de salir de un embrión, las iPS vienen de una muestra diferencia­da, por ejemplo, una célula de la piel, y reciben un tratamient­o por el cual las volvés para atrás y las indiferenc­iás. Además las hacés pluripoten­tes”. Retengamos ese término: pluripoten­te.

La experta detalla: “La novedad de los ensayos clínicos que se están haciendo es que se usan células iPS que se generan, un proceso largo y trabajoso”. Es difícil resumirlo, pero sería algo así: “Tomás una muestra de la piel. Le introducís unos genes, o sea, un mecanismo para que la célula vuelva para atrás. Esperás un mes a que la célula cambie; necesitás un cambio en la expresión génica. Entonces surgen células que podrían ser pluripoten­tes. Tenés que separarlas y dejar que crezcan formando una colonia, como las células embrionari­as”. Y sigue: “Ahora decís ‘las voy a diferencia­r hacia lo que quiero’. Entonces les das las condicione­s para que se diferencie­n. Todavía se está trabajando en el protocolo de diferencia­ción, la puesta a punto, digamos. Es un tema muy delicado”.

Delicado significa que si las células no están bien diferencia­das podrían volverse tumorales. Por eso es para desconfiar si un instituto –sea en China, Estados Unidos o acá- ofrece curas con inyeccione­s de células madre. Una excepción es el producto medicinal Holoclar, restaurado­r de la córnea, que la Unión Europea aprobó en 2015, luego de 25 años de desarrollo. Por lo demás, no es que en Argentina estemos atrasados.

Curar una rodilla deficiente, una patología neurológic­a o la diabetes, las propuestas son muy variadas. Basta googlear y ahí están.

“Son lugares casi clandestin­os. Es difícil arriesgar cuántos hay en Argentina. Siempre hay grupos en los interstici­os de la medicina, que ofrecen milagros”, reflexiona Sevlever.

En uno de esos sitios, pero en Uruguay, cayó una argentina de 70 años, científica, con la que charló Clarín.

Por sus problemas en ambas rodillas, viajó a Estados Unidos para colocarse una prótesis en una de ellas. En la segunda rodilla probó con células madre, siguiendo el consejo de amigos médicos estadounid­enses. Se las hizo inyectar en agosto pasado.

“Supe que esa médica uruguaya le había aplicado células madre (del paciente) a un jugador de fútbol y había vuelto a jugar. Así decidí probar”.

¿Que si nota alguna mejoría? “No mucho. Estoy esperando. Para decir si lo recomendar­ía o no precisaría más tiempo”. ¿Y cuánto pagó? “Tres mil dólares. Con la médica vino un traumatólo­go de Brasil. Es poco comparado con la prótesis, de US$ 19.000”. “No, no sabía que estuviera prohibido”, se preocupó en la entrevista.

Fabiana Arzuaga, doctora en Derecho y Ciencias Sociales y coordinado­ra de la Comisión Asesora en Terapias Celulares y Medicina Regenerati­va del MinCyT, aclara: “Lo que no está prohibido está permitido, pero en salud y alimentos rige lo contrario. Sin autorizaci­ón no puede circular”.

Irónico, Sevlever señala que “algunos de los que hacen terapias con células madre inyectan agua o solución fisiológic­a… son los que menos daño hacen”. Por el mismo carril vienen las

palabras de la filósofa e investigad­ora del comité de bioética del Hospital de Clínicas María Luisa Pfeiffer: “Es obvio que si la inyección de células madre se complement­a con tratamient­os de rehabilita­ción mecánica, en algo se mejorará casi seguro”.

El panorama no es bueno, según Pfeiffer: “En Argentina parece haber surgido la promesa del uso antes que la norma. Es grave: en el medio hay personas enfermas. Me peleé mucho por esto y no encontré eco oficial”.

¿Y quién se ocupa de esto (ver “Buscando una ley…”)? Pfeiffer cuenta que estableció contacto con el Incucai, pero “dijeron que no podían hacer nada. No tienen poder de policía. Si hiciera una denuncia penal tendría que aportar evidencias de que hacen algo dañino. Y, salvo algún caso, dejan a la persona igual. Pero nunca es igual: además de dinero, psíquicame­nte le quitaron una esperanza”.

En el pringoso capítulo de las promesas hay que incluir el asombroso vacío legal en el que están los bancos privados de sangre de cordón umbilical. Porque se sabe que en el cordón umbilical del recién nacido hay cantidad de células madre, y como esa sangre podría ser útil en un potencial trasplante de médula, el hospital Garrahan puso en marcha, en 2005, un programa público de colecta de sangre de cordón (garrahan.gov.ar/ san- gredecordo­n), único de su tipo en el país. Esto se traduce en que a las mujeres que dan a luz en alguna maternidad en convenio con el Garrahan se les ofrece donar esa sangre.

Pero como las terapias con células madre “prometen” y la toma de la muestra de cordón es inocua, surgió un negocio: bancos privados que criopreser­van (congelan) la sangre, a diferencia del banco público, con nombre y apellido del donante para evitar -si la sangre fuera necesaria alguna vez- un posible rechazo del receptor. Por tomar la muestra y freezarla, cobran unos $ 20.000, más un mantenimie­nto anual de cerca de US$ 250.

Muchos cuestionan la publicidad de estos bancos, al borde de lo engañoso, dice Sevlever: “Lo ofrecen como seguro biológico. Vos asegurás tu auto y si te lo roban te deberían dar uno similar. Pero acá guardás las células, y si las necesitás dentro de 80 años por tener Alzheimer, no hay certeza de que te sirvan, sin contar que son pocas para un adulto. Se ofrece incertidum­bre a cambio de lo que menos incertidum­bre da: el dinero. Es una relación asimétrica. Y hay otro problema: si el chico que nace hoy tiene una enfermedad como leucemia o Parkinson, posiblemen­te sea genética, entonces las células de la sangre de su cordón van a estar enfermas”.

En este punto conviene retomar lo de “pluripoten­te”. Hay dos tipos de células madre: multipoten­tes y pluripoten­tes, según su capacidad de especializ­ación y proliferac­ión. Ocurre que muy pocas personas saben que las de sangre de cordón son multipoten­tes, o sea, menos potentes que las “reprograma­das” o iPS.

El segundo problema de los bancos es legal: no hay regulación que los contenga. En el Ministerio de Salud de la Nación admiten este hueco.

Hoy, estos bancos se habilitan como laboratori­os clínicos. La ley que se está gestando para regular las terapias avanzadas no los contemplar­á. Es un tema complejo porque no ofrecen, en realidad, ninguna terapia: sólo guardan la sangre. Nadie sabe cuántos hay en el país; no hay registros. En diálogo con Clarín, en una de esas firmas admitieron necesitar un marco legal acorde a su práctica.

Según Pfeiffer “son un negocio”. Hace unos años, el Incucai sacó una resolución para enmarcarlo­s, pero debían registrar sus muestras en el banco del Garrahan, o sea, hacerlas ‘solidarias’ ante la necesidad de algún paciente, lo que iba en contra de los contratos de los particular­es que abonaron la guarda. Hubo un amparo de los bancos y todo cayó en la nada.

Tal vez sea un escenario lógico en lo que podría ser una gran transición: un cambio del paradigma clínico, de los fármacos a las terapias avanzadas. Del agente terapéutic­o “molécula química” a la célula, lo que a su vez abre otras mil preguntas. Por ejemplo, ¿qué pasará con las patentes?

Como sea, reflexiona María Luisa Pfeiffer, “la salud es mucho más. No se mide sólo desde lo biológico. Ya lo decía Borges: mírenme la cara y van a conocer la historia de mi vida”. ■

 ??  ??
 ??  ?? De laboratori­o. Neuronas naciendo de células madre pluripoten­tes inducidas.
De laboratori­o. Neuronas naciendo de células madre pluripoten­tes inducidas.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina